Cenaban en el apartamento de Tom, de regreso en Los Ángeles, cuando Jim recibió la notificación del blog. Era una velada tranquila, sólo íntimos. Jo y Fay exploraban la cocina asiática y los tenían de conejillos de indias para probar sus recetas.
Después de cenar, Jim se disculpó con los demás y se dirigió a la sala. Cinco minutos después regresó al comedor y les hizo señas a Sean y Jo de que lo siguieran. Los demás no les prestaron atención.
Jim los acomodó en el sofá y se sentó entre ellos, sosteniendo su teléfono para que vieran el video.
La canción era una balada romántica. Guitarra con un poco de teclados y violines de fondo, cantada por una mujer con un acento raro. Y el video era tan simple como la canción, sin ninguna pretensión de edición sofisticada.
Sean se sorprendió al reconocer a Silvia. A la mente indie de Jo le gustó que no intentara contar una historia lineal. Mostraba a dos parejas en distintos momentos de su relación, y también a todos ellos juntos, divirtiéndose. La letra hablaba de ser honestos, y preguntaba “¿Esto es un hola o un adiós?”
De eso se trataba el clip, estas dos parejas en momentos buenos y malos, juntos y separados, alegres y tristes, con los altibajos típicos de cualquier pareja. Como diciendo “hay holas y hay adioses, y ambos son válidos”.
—Me gusta —declaró Jo cuanto terminó el video.
—Bastante cursi, pero pasable —terció Sean—. ¿Qué era esa canción?
—Ni idea —replicó Jim—. Es de una cantante japonesa. —Se volvió hacia Jo—. Es su respuesta a tu clip de Tonight.
—¿El que hicimos en Dakota del Norte?
—Ese mismo.
—¿Lo hizo todo ella?
—Con sus amigos, como nosotros.
—Me gustaría tenerlo —dijo Jo, sintiendo la necesidad de dejar claro que sería el jurado amigable de cualquier mujer expuesta al sarcasmo de los Robinson.
Sean terminó su cerveza de un trago y estrujó la lata. —Mierda, no me queda nada.
Jo conocía las palabras clave. —Te traeré más —dijo, y dejó a los hermanos solos.
—¿Ella eligió esta canción para ti? —preguntó Sean apenas Jo se marchó.
—Sí, es una broma. Sabe que odio estas baladitas que a ella le gustan tanto.
—Y te lo tragaste.
Jim meneó la cabeza resoplando. —Aquí vamos —gruñó.
—Te dije que el clip de Tonight era demasiado. ¿Y ahora ella te envía esta cancioncilla de amor?
—Es la música que le gusta.
—Está enamorada de ti.
—Que te den.
—No importa por qué eligió la canción, la eligió para ti. Para acompañar su videíto sobre parejas en respuesta a tu carta de amor con Tonight.
—Vete al carajo.
—¿Le prestaste atención a la letra? Se enamoró de ti en Dakota del Norte y ahora te pregunta de qué vas, rogándote que no juegues con ella.
Jim desvió la vista gruñendo y Sean se incorporó, señalando el teléfono de su hermano.
—Dijiste que la respetas. Si no quieres nada con ella, deberías atenerte a tus palabras y no lastimarla —dijo, dirigiéndose al comedor.
De regreso en su casa, Jim se fue a la cama con su laptop para ver el video en una pantalla más grande. Antes de reproducirlo, buscó la letra de la canción y la leyó con las palabras de Sean en mente. Sólo entonces volvió a mirar el clip, intentando leer entre líneas qué era lo que Silvia intentaba decirle.
Nada.
¿Tal vez le faltaba contexto?
Miró el clip que él le enviara tres semanas atrás y luego reprodujo una vez más el clip de Silvia.
Absolutamente nada.
Sí, Sean tenía razón con lo de Tonight. Era mucho más sugerente, con todas esas tomas en los lugares donde habían estado juntos, y él cantándole a la cámara con esa voz íntima, tocando la guitarra que ella le regalara.
La respuesta de Silvia había sido hablar de stress post-traumático y mostrarse con otro tipo en el video. Sí, Jim sabía que era su primo, pero no importaba. En el clip hacían el papel de una pareja.
Sean estaba completamente equivocado.
De acuerdo, tal vez había exagerado con Tonight, pero no cambiaría una sola escena. Porque era su forma de decirle a Silvia que aunque vivieran tan lejos, vidas tan distintas, lo alegraba saber que existía alguien como ella, y que guardaba muchos buenos recuerdos de esos dos días.
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Editado: 15.08.2023