Sólo dos horas me separaban de la fiesta de mis 18, y los nervios empezaban a apoderarse de mí, respirando hondo me miré por enésima vez en el espejo, necesitaba que mi piel estuviera pulcra aunque fuera sólo por esa noche. Ethan me había dejado en casa y se había ido diciendo que aún tenía que comprar el disfraz, lo cual no le creí porque si había algo que mi novio no era, justamente era no ser desorganizado ni olvidadizo. Como yo no había querido decirle de que iba a ir disfrazada se había negado a confesarme el suyo, llamé a mi madre para que me ayudara con el corset porque la primera vez que me probé el traje lo había hecho sin el mismo, pero para ponérmelo necesitaba ayuda, y por primera vez comprendí para que estaban las doncellas en las viejas épocas. Casi mato a mi madre cuando en uno de sus tirones me dejo sin aire durante unos momentos.
-Ma, caeré inconsciente a la mitad de la noche si lo ajustas tanto-critiqué mientras la fulminaba con la mirada
-Janice, no seas tonta, un corset como este se ajusta o queda mal-explicó mi madre dando un nuevo tirón, maldecí por lo bajo y miré el reloj.
-¿Y tu disfraz?-pregunte al ver que solo faltaba una hora y mi madre seguía vestida como siempre
-Ah, eso... Me lo tiene que alcanzar Ethan, fue a buscarlo-respondió tranquilamente y yo perpleja, me volví para mirarla
-¿Ethan? ¿Mi novio? ¿Por qué mi novio tiene tu disfraz?-pregunte entre enojada y confusa
-Porque él mandó a arreglar el de él y le pedí que me alcanzara el mío-explicó pasivamente mi madre, cuando termino de dar el último tirón sonrió y me miro-Bien ahora ponte el vestido, ya estas lista-me dijo pellizcando una mejilla, lo cual odio profundamente y ella lo sabe.
La mire alzando una ceja, pero sin pronunciar palabra, entonces mi madre entendió la indirecta saliendo de mi cuarto, en cuanto la tela del vestido tocó mi piel fue como si me transportara a otra época no cabía duda de lo feliz que iba a ser esa noche. Nada podría arruinar esa noche. Me miré en el espejo, tan ancho como se podía de un color beige, y el corseé blanco, el vestido basado en mis mejores novelas de época, sonreí al espejo en el momento en que sonó mi móvil.
-¿Sí? ¿Ethan?-mi identificador así lo indicaba
-Correctamente, ¿Estás lista?-preguntó y me desconcertó, supuestamente nos veríamos allá, no pasaría él a buscarme con su auto, parpadeé y me quedé pensando hasta que su carraspeo me hizo volver en sí.
-Sí, estoy lista, pero-busqué las palabras adecuadas-Mi padre me iba a llevar, tú me tenías que esperar allá-expliqué frunciendo el ceño
-No, amor, estas equivocada, aparte mi estimada señorita, ¿Rechazará usted mi carruaje?-pregunté y mi sonrisa se ensancho al momento que me daba cuenta que obviamente sabía de qué iba disfrazada sino, no habría manera en que me llevara en carruaje, entonces comencé a quejarme en murmullo y mi novio comenzó a reírse.
-No vale, ¿Cómo sabías? No hay persona que yo no...-en ese momento entendí porque Ethan había ido a buscar el disfraz de mi madre, y porque cuando le pregunte invento esa excusa tonta, baje las escaleras de mi cuarto para el comedor pero mis padres ya no estaban sólo había una nota en la mesa del comedor, con una sola palabra: Perdón.
-Creo que ya ataste cabos de cómo sé de tu disfraz y quién colaboro para darte esta sorpresa, ¿No?-pregunto Ethan al otro lado del teléfono, no pude evitar sonreír al imaginarme la cara de mi novio.
Realmente me molestaba que mi madre no respetara mi privacidad, pero por otro lado llegar con mi novio era una idea que había estado presente al comienzo de los planes, suspiré y tomando mi abrigo, bajé las escaleras.
-Buenas noches, Srita. Giannastassio-dijo el portero con una amplia sonrisa y me ayudo a salir.
Mi vestido era de un color rojo pasión, la parte del pollerón de un color negro era ancho como era digno en la época de María Antonieta, la parte superior la conformaba un hermoso corset de terciopelo rojo con detalles en dorado, el escote era pronunciado al mejor estilo de las damas de alto linaje en esa época en la que estaba basado todo mi vestuario. Mi maquillaje era acorde, no muy cargado porque de eso se encargaban las joyas, un collar de imitación de rubíes colgaba en mi pálido cuello, los zarcillos en combinación con los anillos de mi mano, el pelo majestuosamente recogido con un una tiara y unos bucles cayendo sobre mi mejilla. Pero mi sorpresa fue inimaginable cuando vi el carruaje en el que había venido a buscarme mi novio, de un color blanco perlado con todos los detalles en rojo, parado en la puerta de mi edificio Ethan me esperaba con una sonrisa prodigiosa en su rostro.
-¿Te gustó?-pregunto tomando mi mano y besándola, en ese momento miré como estaba vestido, sacado de la mejor de las novelas de Austen, Ethan tenía puesto un frac azul marino, con una galera y un bastón para aparentar su casta. Sonriente me imagine que estábamos por iniciar un viaje al pasado, donde llegaríamos a un baile de la sociedad inglesa del siglo XVII, reí ante su inclinación para invitarme al carruaje.