Pocas eran las veces que el Autor se levantaba de su cama, que salía y tomaba un poco de aire mientras se acomodaba aquella capucha carmesí, color que poco a poco iba desapareciendo para volver al negro. Tomó asiento en su mecedora, esa que está frente a su jardín. Jardín que ahora era nada más ni nada menos que pasto o arbustos. Las flores se fueron porque necesitaban conocer ese mundo lejos de su protección y él, no iba a privarlas de alguna manera.
No era su estilo.
Suspiró sonoramente a la par que se estiraba y bostezaba estrepitosamente. Quiso tomar uno de los tantos libros que dejaba en dicha mesita que había instalado meses atrás, pero... No había nada, solo y llanamente un aparato electrónico con una nota pegada:
"Hola, la otra vez navegando por internet encontré una melodía que pensé que podría interesarte. Es por ello que me tomé la molestia de descargarlo y colocarlo aquí.
PD: Tus libros los tengo yo, quería leerlos :)".
Sonrió ligero para luego guardar el papelito en alguna parte de su capa, tomó los auriculares, los colocó al viejo MP3 y puso play a lo único que estaba ahí grabado: "La sonata del Diablo — Giuseppe Tartini".
Y se relajó con las primeras notas.