Salir llorando del edificio fue muy mala idea, la gente te miraba extraño cuando llorabas, como si ellos no lloraran. Antes de poder hacer dos pasos fuera del edificio me choque con un pecho y una mano se puso en mi cintura para evitar que caiga.
Diablos, reconocía ese perfume.
- Clara ¿Estás bien? -preguntó preocupado Mateo.
Este era el preciso instante en el que quería que la tierra me tragara.
- Físicamente si, emocionalmente no -le respondí con la voz entrecortada por el llanto-. Pero por los viejos tiempos… ¿Podes ir a buscar mis cosas a mi oficina? Literalmente salí corriendo.
- Bueno, anda a tu casa, espérame en los escalones de la entrada, ahora voy.
Esperarlo al aire libre me hizo bien para despejar y que las lágrimas se secaran. Me estaba comportando como una adolescente y me odiaba por eso. Vivía sola, era una adulta, no podía comportarme así.
Cuando Mateo se reunió conmigo y me ido mis cosas, me acompañó a mi departamento, le ofrecí un café y tomamos un café, me habló de cosas triviales, no me pregunto que me había pasado. Cuando se fue, me bañé, me puso el piyama y una bata y al tirarme en el sillón a ver una serie, recibí un mensaje de Theo.
Theo: ¿Si voy con helado y una buena película me dejas entrar a tu casa?
Clara: Olvídalo, pero puedes dejar el helado.
Theo: Dale déjame entrar, hace frío afuera.
¡¿Qué?! ¿Estaba en la puerta de mi edificio? Me asomé por el balcón y lo vi, apoyado en el palo de luz, cuando me vio sonrió y señaló la bolsa que tenía en la mano.
Theo: No te mentí.
Clara: Te odio, ahora bajo.
Theo: jajaja deja de mentir me amas por traerte helado.
Clara: Solo por eso.
Me puse las pantuflas y fui al ascensor.
- Ni se te ocurra reírte -le dije al ver que se quería reír por mi vestimenta.
Le abrí la puerta, me dio un beso en la mejilla y entramos al ascensor.
Nos tiramos en el sillón tapados con una manta y comimos helado mientras veíamos una película, a pesar de la buena distracción la angustia que tenía en mi pecho no se iba.
- Ni siquiera le estás prestando atención a la película -me dijo Theo de golpe, sorprendiendo.
- Perdón, realmente quería distraerme, pero mi cabeza está en otro lado. Perdón Theo.
- No, no me pidas perdón -me pidió girándose hacia mí, se cruzó de piernas y me miró fijamente-. Prefiero que me cuentes qué te pasa.
- ¿Que me pasa? -le pregunté y él asintió-. Es un asco como me va en el amor, con mi familia también.
- ¿Tu familia está en Neuquén o no? -me preguntó realmente interesado.
- Si, aunque yo sabía que al aceptar este trabajo acá, y mudarme sola.... todo eso llevaba a que también me pueda pasar esto, los extraño demasiado, Theo.
- ¿Hace cuánto no los ves? -me pregunto mientras que yo apoyaba mi espalda en el respaldo del sillón.
- Como dos años.
- ¿No fuiste en vacaciones?
- No, me quede haciendo un curso intensivo de verano, ya que durante el año no puedo cursar porque trabajo, aprovecho el verano.
Theo asintió y de repente sonrió.
- Vamos en vacaciones de invierno -propuso-. Nos podemos pedir unos días en el trabajo.
- ¿Vamos? -pregunte sonriendo porque se invitó solo.
- Obvio, yo tuve la idea y vos pones el lugar donde nos quedemos.
Me reí y lo miré, estaba hablando muy seriamente él.
- Imposible, no podemos pedirnos días así porque sí.
- Pero falta un montón, podrán sin nosotros.
“No si me ascienden”, pensé.
- Theo -le dije cambiando el tono de conversación, lo noto al instante él-. Quiero que seas la primera persona en saberlo, y quiero que lo que te voy a contar no va a cambiar nada en nosotros, por favor, no tiene que cambiar nada entre nosotros.
- Te escucho -me dijo preocupado por lo que iba a decirle.
- Me ofrecieron el puesto de jefa de la sede.
- ¿Me estas jodiendo? -pregunto abriendo los ojos como platos.
Tenía tanto miedo de cómo iba a reaccionar que cuando se tiro arriba mío y me abrazó riendo y felicitándome, me sorprendió, me esperaba cualquier reacción menos esta. Riendo, me abracé a él hasta que le dije que me estaba aplastando. Salió de arriba mío y se levantó con una sonrisa enorme.
- ¡Es genial la noticia! ¡¿Por qué no estás festejando?! ¿POR QUÉ NO ESTAMOS FESTEJANDO POR TI?!
Me reí y me levanté, puse mis manos en sus hombros y lo miré fijamente.
- Tranquilo, Theo. Vamos a celebrar cuando me confirmen el puesto, ni antes, ni después.