Singledolls: la pareja perfecta

9. En el laboratorio

Qué manera de joderme la poca existencia que tengo, aquel policía se lleva la mano derecha al cinturón de accesorios que tiene amarrado en las caderas y de ella desenfunda un arma de fuego. Levanta en arma frente a nosotros y apunta a Chris, recarga el arma y se prepara para disparar.

—Por favor, no me mates… —Chris se ve aterrado, tiene sus manos levantadas demostrándole que está indefenso.

—¿Por qué no lo haría? —se sonríe de manera malévola—, tú ya no eres útil en este mundo, eres un estorbo para la humanidad.

Aquel policía podría disparar en cualquier momento y sin ningún tipo de remordimiento, porque para él solo somos unas personas artificiales, unos humanos sintéticos, algo que no debería tener libertad propia; no va a sentir pena ni lástima de Chris, matarlo no es un crimen, y aquella sonrisa extasiada deja claro que va disfrutarlo bastante.

—Por favor, no vamos a causar problemas… —Chris le insiste.

Aquel policía guarda el scanner para sostener el arma con ambas manos y, mientras afina su puntería sobre Chris, tras su espalda una puerta metálica se va abriendo sin tan siquiera rechinar; el policía se prepara para disparar, pero antes, bajo las sombras aparece un hombre con un tubo de hierro en la mano, blande el tubo y aturde al policía al darle en la cabeza, este cae de inmediato al piso quedando inconsciente.

—¡Qué carajos…! —Levanto la mirada y fijo mi atención en aquel hombre que viene acercándose hacia nosotros.

Ya le había visto antes…, el primer humano que vi a los ojos, nuevamente vuelvo a encontrarme con aquellos ojos claros, tan celestes como el océano.

—Uy amigo, gracias por salvarme. —Chris va hacia él y le extiende la mano.

Aquel hombre se lleva las manos a la parte trasera del pantalón y saca ¡¿un aparato como el del policía?!

—Voy a escanearte —dice mientras apunta a Chris. Luego presiona el gatillo del aparato.

—¡Ey, ¿Quién eres tú y por qué tienes un scanner SingleDolls?! —Chris retrocede un par de pasos, se ve asustado.

Reacciono ante tal acto yéndome contra él e intento quitarle el scanner que tiene en la mano, pero se está resistiendo, ha sabido evadir todos mis movimientos; de repente, levanta su scanner frente a mí y también me escanea.

—¡Ja! Qué valiente eres… Veo que intentas invocar al diablo —digo sonriéndole con cinismo y sintiéndome muy molesta.

—Solo eres una SingleDolls extraviada, eres la número —lee el scanner—… 149090 —se ha quedado extrañamente pensativo y luego, con gran intensidad, vuelve a fijarse en mis ojos… No comprendo por qué le ha sorprendido tanto mi numero serial —… ¿Eres la 149090? —se está acercando más a mí.

—Y-Yo qué sé —respondo nerviosa, doy un paso atrás para mantener distancia—… Si es lo que dice el scanner, e-entonces lo soy.

—No, Amigo, con ella no te metas. —Chris se aproxima hacia nosotros, se agarra del cuello de su blanca camisa y lo lleva contra la pared del edificio—… Dime algo. ¿Trabajas para la policía? —le pregunta acercando su rostro de manera intimidante.

Este hombre, de actitud fría e indiferente, se atreve a ignorar su pregunta, con gran descaro regresa su atención a los resultados del recién escaneos y no se inmuta en responder, él permanece en silencio sin quitar su vista del aparato.

—¡Ey, di algo ¿Qué piensas hacer con esos resultados?! —Le agarro la mano y la presiono contra la pared para quitarle el scanner, esta vez logro quedarme con el aparato.

—Solo quería confirmar algo —el extraño responde sonreído, como si algo le conmoviera… No entiendo lo que está pasando con él.

—¿Ah sí? ¿Qué cosa? —Chris le pregunta.

—Ustedes son unos SingleDolls fugitivos, lo vi en los escaneos.

Su nefasta respuesta me hace torcer los ojos. Al pareces, solo es un imbécil que busca hacernos perder tiempo.

—¿Y qué carajos vas a hacer al respecto? —le pregunto en tono rudo.

—Suelo ayudar a SingleDolls como ustedes, puedo quitarle los chips que tienen instalados, darles la libertad que tanto anhelan.

«Entonces yo estaba en lo correcto, tenemos unos chips instalados bajo la piel».

Aquellas palabras suavizan el agarre de Chris, tanto que hasta termina soltándole del cuello de la camisa. Ambos damos un par de pasos hacia atrás y le damos espacio para que se termine de expresar.

—¿Qué más?... —insisto en seguir la conversación.

—Hablemos dentro de mi laboratorio, aquí podrían oírnos.

—¿Cómo sabemos que no nos vas a desmantelar? —Chris pregunta con cierta suspicacia.

Aquel hombre va hacia donde está el policía que está tirado inconsciente en el suelo, le quita la pistola de la mano y luego la tira deslizándola por el suelo hasta los pies de Chris.

—Ahora estás armado.

Chris se agacha y recoge la pistola—. Bien, entremos —dice mientras se queda viendo el arma.

Aquel hombre baja la manija de la puerta y la abre, entra al lugar, enciende las luces y con gestos cordiales nos invita a pasar.

—Bienvenidos a mi laboratorio.

Todo su laboratorio está expuesto frente a nosotros. Es un lugar sumamente ordenado y limpio, varios estantes metálicos llenos de tubos de ensayo, herramientas de análisis y diferentes tipos de sustancias químicas; del otro extremo está otro estante que parece un almacén de cajas, un librero con enciclopedias antiguas y libros que perecen ser de ciencia y biología; y en el centro de todo están unas cuatro camillas, dos de ellas parecen ser de cirugía.

—Mi nombre es Darío, soy un SingleDolls y, al igual que ustedes, también soy un fugitivo.

Claro, esa es la razón por la que no me enamoré al verlo, porque también es como yo.

—Ya veo… —Chris recorre el lugar con su mirada—, es obvio que una de tus cualidades es científica.

—Correcto, soy científico biólogo, sé cómo funciona la biología humana y también la SingleDolls.




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