Darío ha resultado ser un Singledolls misterioso, y me huele a que tiene muchos secretos ocultos, en aquella cabezota pareciera conservar toda clase de conocimientos referente al mundo Singledoll y eso me llena de mucha curiosidad. Es bueno mantenerlo en contacto, tal vez en un futuro me resulte muy valioso el tenerlo cerca, en la vida podría necesitar de ese tipo de conocimientos y no creo que vuelva a encontrar a alguien como él. Además, se muestra muy dedicado a la igualdad entre humanos y Singledolls, esas ganas de que todos seamos aceptados y que podamos vivir junto con los humanos se escucha un poco fantasioso, pero reconozco que aquella lucha que busca librar es necesaria, no comprendo cómo lo piensa lograr, si se la va a pasar haciendo marchas pro-Singledolls o si se va a poner un traje de justiciero para empezar a patear traseros políticos a diestra y siniestra.
Retirar el chip de Chris no ha tomado ni un minuto, más fue lo que tuvimos que esperar para que hiciera efecto la anestesia. Christopher salta de la camilla, cae al piso con sus rodillas flexionadas y empieza a caminar en esa posición mientras va balanceándose con sus manos; es como ver a un simio caminar.
—Creo que estoy bien… —dice mientras va rascando su cabeza como simio.
—Bien pendejo, sí —agrego sin poder contener una sonrisa.
Viene caminando hacia mí y al tenerme cerca empieza a oler sobre mi cuello como mismo animal en celos; Chris no aguanta la risa y termina saliéndose de rol de «hombre de la prehistoria». Yo termino dándole un manotazo en la coronilla de la cabeza por andar haciendo payasadas.
—¡Felicidades!, acabas de desbloquear la cualidad de «Payaso» —dice e inmediatamente ambos nos echamos a reír.
Creo que ya me estoy acostumbrando a las alegrías de Chris, a sus chistes y hasta a sus burlas, es tan fácil sentirse bien a su lado. A mi malhumor le conviene tenerlo cerca.
Chris se sienta en el taburete de alado y luego me quita el revolver que tengo en las manos.
—Señorita, es tu turno. —Chris me señala la camilla donde espera Darío.
Antes de ir con Darío, acerco mis labios a la oreja de Chris para preguntarle en tono susurrante:
—Ya, hablando serio: ¿No te sientes extraño estando sin ese chip? ¿Te sientes bien?
—Tranquila —él igual me susurra—, todo se siente igual, estoy bien.
Asiento a las afirmaciones de Chris, me levanto del taburete y camino hacia donde está Darío. Al tener al científico cerca, este vuelve a fijarse en mis ojos con su mirada de cachorro abandonado… Me incomoda que me mire con esa cara, y más cuando posee ojos tan grandes y absorbentes.
—Tú y aquel chico… ¿tienen algún tipo de relación sentimental?
—¡¿QUÉ?! —le grito con el sonrojado formándose en mis mejillas, haciendo eco por toda la habitación.
—¡Verónica, ¿pasa algo?! —Chris se alarma por mi repentina reacción.
—No, no —respondo y de inmediato volteo a verlo riéndome y sin poder controlar mi nerviosismo—, todo bien. —Abanico mi mano para parecer despreocupada.
Vuelvo a fijarme en Darío, esta vez me sorprende al encontrarlo viéndome intensamente y atrapándome en aquel azul ártico que hay en sus ojos, él se da cuenta de mi incomodes, así que decide quitarme su atención y empezar con la incisión: abre una jeringuilla nueva y la prepara para anestesiarme.
—¿Por qué me pregustaste algo tan absurdo? —pregunto en un tono bajo.
Darío me pasa a un lado y se pierde de mi vista al quedarse tras mi espalda. Siento como, con delicadeza, empieza a apartar el cabello que cae sobre mi nuca.
—¿Para ti el amor es algo absurdo? —pregunta mientras inyecta la anestesia.
—Absurdo es pensar que dos SingleDolls podrían experimentar algún tipo de sentimiento.
—¿Acaso no sientes aprecio por tu amigo?
Inmediatamente mis ojos buscan a Chris, quien permanece viéndonos con una actitud positiva, este me sonríe apenas ve que le estoy mirando.
—Lo quiero —respondo y regreso la mirada a Darío—, pero como un amigo.
—¿Y qué te hace pensar que no podrías quererlo de manera romántica? Ya estás diciendo que lo quieres, ese es un gran paso para empezar a sentir cosas.
—No es posible. —Agacho la mirada por mi incomprensión—. Somos SingleDolls, solo podemos amar a nuestros propietarios.
—Tu computador nunca activó el sistema de romance, el cual controlaba tu mente y te hacía creer que estarías enamoradas. Pero ahora que eres libre, también lo eres para enamorarte de la persona que te dé la gana.
«Puedo… ¿enamorarme?»
Ahora que lo pienso detenidamente, he logrado sentir miedo, enojo, vergüenza, timidez; he sentido tantas cosas, que hasta el amor podría aparecer en cualquier momento.
—No me estás mintiendo, ¿verdad? —solicito que me confirme mientras mantengo mi mirada en él.
—Una de mis cualidades es ser sincero, se me hace difícil mentir; es más, si te llegara a mentir, fácilmente podrías darte cuenta. —La seriedad en su rostro es natural, sin ningún tipo de esfuerzo.
Sobre la camilla le veo arrastrar una pequeña bandeja de plata donde reposan varios implementos de cirugía, lo deja a un lado de mis caderas y de allí agarra el bisturí. No demora mucho en dejar un pequeño chip en forma de píldora sobre un pedacito de servilleta que está sobre la bandeja. Darío arruga la servilleta con el chip adentro y luego la pone en mis manos.
—¿Qué esperas que haga con eso?
—Que la botes, no podemos dejar nada aquí, sino darán con mi laboratorio. Lo mejor es que consigas un basurero no muy cerca de aquí y lo botes.
—Sí, supongo que tienes razón.
Los pasos de Chris se escuchan venir, ambos volteamos y le seguimos con la mirada. Chris detiene frente a nosotros mientras se sonríe a boca cerrada y balancea su cuerpo con sus manos dentro de los bolsillos del pantalón.
—Chris —le llamo al bajar de la camilla—, ya estamos listos para continuar nuestro recorrido.