Mi atención esta puesta sobre la pluma dibujada en líneas que está pintada sobre un cuello canela que reconozco muy bien. Sostengo con fuerza una maquinita de tatuar que vibra suavemente sobre las palmas de mis manos. Antes de iniciar con el tatuaje, levanto la mirada para observar que tipo de expresión hay en Darío en estos momentos, él está demasiado concentrado, ni siquiera se ha percatado de que lo estoy mirando, y lo comprendo, este es su primer tatuaje, de seguro se encuentra nervioso al no saber que tanto va a doler.
—¿Estás seguro que quieres tatuarte esto?
—Ya te dije que sí, así que empieza de una vez.
—Es que pienso que deberías buscar algún diseño que sea más significativo para ti.
Darío me esconde su rostro desviándolo hacia su derecha.
—No hay nada más significativo para mí que velar por tu libertad.
Puedo notar como su oreja se enrojece, sus palabras le han avergonzado.
—Pendejo, no tienes que preocuparte por mí, las amenazas de SingleDolls no me asustan, ellos no me van a callar.
—Es que, en serio, Vanessa… —le escucho suspirar—, lo que te comenté de SingleDolls no era para que lo divulgaras en tus redes sociales, debiste tener más cuidado con eso.
—Pues no me importa, el mundo entero debe enterarse de las atrocidades que pasan dentro de esa empresa.
—Solo espero que la situación no empeore...
Acomodo la posición de la cabeza de Darío para iniciar con el tatuaje, él traga grueso y, luego de presionar la aguja sobre su cuello, le veo apretar los ojos para aguantar el dolor.
¿En qué momento he aprendido a tatuar tan profesionalmente? Sin ningún tipo de esfuerzo, marco con la aguja sobre las líneas del dibujo plasmado en su piel, limpio la tinta sobrante y continúo el trazo con excelente precisión, líneas limpias y delicadas. Definitivamente, el tatuar se me da muy bien…
—Desde niña siempre has sido así —dice junto con una sonrisa nostálgica—. Recuerdo que en las fiestas de cumpleaños siempre terminabas discutiendo con los payasos, porque te molestaba que en los juegos siempre mostraran favoritismo hacia los cumpleañeros.
Lentamente voy despertando de aquel sueño, el cual se queda sembrado en la mente como si fuera un recuerdo. Vuelve a resonar dentro de mi cabeza la voz de Darío llamándome con el nombre de Vanessa, y ahora creo entender que ese fue mi nombre en mi vida pasada… Lo que no comprendo es el por qué Darío menciona recuerdos de nuestra niñes… Es algo imposible.
Giro la mirada buscando el reloj que está colgado en la pared. Apenas son las siete de la mañana. ¿Será que Darío está dormido? Tenemos varios temas pendientes por hablar.
Antes de salir de mi recámara, me doy un baño, lavo mis dientes, seco mi cabello con una secadora y luego salgo del baño para buscar que ropa ponerme hoy. Al terminar de arreglarme salgo de mi recámara y me dirijo hacia la cocina, creyendo que Darío podría estar desayunando, me percato de que él no está, la sala también está vacía, el balcón igual. Parece que ambos chicos siguen durmiendo.
Decido preparar el desayuno esta mañana, camino hacia la cocina y abro el refrigerador para sacar todos los ingredientes que necesito para armar unos cuantos emparedados. Y mientras hago mi labor, me pongo a pensar en aquel posible pasado que comparto con Darío, pienso en esa pluma negra que robo mi mirada aquella vez cuando salía del bosque junto a Chris, vi los ojos de Darío sin miedo a quedar enamorada eternamente de él, solo sería el caso si fuese un humano… ¿Existen posibilidades de que Darío me hubiese mentido? Y si resultara ser un humano y, al verle a los ojos aquel día, inmediatamente ¿me habría quedado enamorada de él?… Las fotos en su recámara podrían confirmar esta teoría, pero… no sé… No creo que mi vida fuese tan miserable…
¡Maldición! Ahora mismo mi mente es un revoltijo de teorías.
Veo a Chris saliendo del pasillo que da a las recámaras, solo trae puesto un pantaloncillo corto y su cabello desgreñado, bosteza mientras se restriegas los ojos y, al percatarse de mi presencia, levanta una mano saludándome sonriente.
—Buenos días a todos esos glotones que se durmieron soñando con el desayuno —dice con jocosidad y haciendo énfasis en la palabra «glotones» para referirse a mí.
—Agradece que te estoy preparando el desayuno, imbécil.
—Y te lo agradezco, Verito… —Chris se sienta frente a la barra que está integrada en el mueble de la cocina—. Dicen que el desayuno es la comida más importante del día, así que comer tu desayuno me hará un poquito más importante.
Aquel disparate me hace buscarle con la mirada.
—¿Qué pendejadas dices?…
Chris me sonríe mostrando su dentadura.
Luego de terminar de armar los emparedados, saco unas cuantas naranjas de la nevera para hacer jugo con ellas. Chris se ofrece a ayudarme, así que ambos empezamos a pelarlas.
—No sé si a ti te ha pasado, pero estas dos noches he estado soñando cosas raras, son sueños que se sienten muy reales… ¡Y no salgas con alguna barrabasada!, que estoy hablando en serio…
Chris se ríe moderadamente mientras asiente con la cabeza, podría jurar que estaba a punto de decir algo con doble sentido.
—Tienes razón, son sueños que se sienten muy reales, y ambos están relacionado, como si formaran parte de una historia.
—¿Y tu historia de que ha tratado, Chris?
Chris parte una naranja por la mitad y luego responde:
—En mi primer sueño estuve dentro de una enorme y elegante oficina llena de trofeos y reconocimientos, estaba sentado frente a un escritorio de mármol, en él reposaban las hojas de un contrato millonario que estaba a punto de firmar. En el sueño que tuve hoy me vi sobre un escenario, creo que un teatro. Frente a mí había cientos de personas aplaudiéndome, todos gritaban mi nombre para elogiarme, me sentía tan venerado…
—¿Qué nombre gritaban?