Capítulo 15.
Kylie.
No me esperaba la invitación de parte del hermano de Mike, aunque traté de rechazarla, porque no creo que sea muy buena idea desayunar con su familia, el no dio su brazo a torcer y nos condujo hacia el interior de la casa.
Lo más probable, es que Mike se sienta igual de incomodo que yo en estos momentos, pues, la mayoría de su familia han dejado de hacer lo que hacían para observarnos fijamente, en el instante que hemos cruzado la puerta.
—Hola, familia—Philip es el primero en romper el silencio— ¿Adivinen a quienes me encontré afuera?
Pasa por nuestro lado, para adentrarse más a la casa con el resto de su familia.
—Señorita Kylie, bienvenida —dice Ava dejando los platos que tenía en la mano, sobre la mesa.
Ava camina hacia a mí para darme un cálido abrazo.
—Solo dime Kylie, Ava —le digo avergonzada.
—Está bien —es su respuesta.
El nerviosismo me invade por lo que inconscientemente comienzo a juguetear con los anillos que envuelven mis dedos.
—Siéntense —es lo primero que dice Adam.
Señala dos lugares en la mesa, junto a una silla para niños pequeños. Con timidez, tomo asiento donde Adam me ha indicado.
Mike, toma asiento junto a mí y de paso le da una mala mirada a su hermano, Philip, quien desde la lejanía nos mira con una gran sonrisa impregnada en su rostro.
De a poco, la mesa se va llenando de cosas que se ven exquisitas, las cuales me imagino que ha preparado Ava, y también se van ocupando los puestos en la mesa.
Adam, antes de sentarse, deja a una niña de más o menos dos años, en la silla especial para pequeños.
La pequeña me sonríe estirando una mano hacia mí, que con mucho gusto el recibo. En un impulso, estiro mi mano y acaricio la suave mejilla de la niña, quien al sentir el tacto de mi mano en su mejilla, suelta un tierno balbuceo.
Noto como las miradas de todos recaen en mí, por lo que me vuelvo a acomodar en mi puesto, alejando mi mano de la manito pequeña de la hermana de Mike.
No sé en qué momento han dejado un café humeante frente a mí, junto con unas tostadas con mermelada y mantequilla. Todos comienzan el desayuno en silencio, pero de pronto uno de los hermanos de Mike comenta algo sobre un juego y una cálida conversación empieza en la mesa.
Al ver la emoción con la que los mellizos hablan sobre el baile de bienvenida, hace que una sonrisa genuina se instale en mi rostro. Sorpresivamente, también comento en algunas ocasiones.
La mayor parte del desayuno no es para nada incomoda, no hasta que Philip hace un comentario que me recuerda como terminé desayunando con los Green.
—Y bueno, Mike —comienza — ¿Te levantaste muy temprano hoy?
De reojo, puedo notar como se remueve en su asiento, haciendo notar su incomodad ante la pregunta que le ha formulado su hermano.
—No he dormido en casa—dice de manera rápida.
Sinceramente pensé que nos darían un largo sermón o algo por el estilo, por lo menos eso haría mi familia, pero por el contrario todos comparten una mirada divertida.
—No es lo que piensan —digo de manera atalantada.
Algunos sueltan pequeñas risitas e incluso en la cara de Mike se vislumbra una pequeña sonrisa.
— ¿Son novios? —pregunta una pequeña niña de aproximadamente cinco años.
Mike y yo nos damos una mirada rápida para luego negar con la cabeza de forma repetitiva.
Puedo sentir el calor subir hasta mis mejillas, tanto que hasta puedo apostar que estoy roja como un tomate.
Por suerte, el tema acaba ahí y seguimos platicando hasta que todos han acabado. Ayudo a Ava a dejar las cosas en la cocina, junto con todos los miembros de la familia Green.
Ella insiste en que nadie la ayude a lavar los trastes, ya que por lo que escucho, la mayoría tienen cosas que hacer. Menos Mike a quien se acerca a susurrarle que se encargue de que me sienta cómoda, pero su susurro no es tan bajito, pues lo he escuchado.
Cuando salgo de la cocina siento dos pequeñas manos en mis piernas, bajo mi mirada hacia esa dirección y veo a las dos pequeñas Green.
— ¿Quieres jugar con nosotras? —me preguntan con dificultad.
Las sonrisas angelicales que me dan, me derriten por completo.
—Está bien —no me lo pienso dos veces.
La mayor de las pequeñas, toma mi mano y me conduce hacia la habitación de ambas.
Sacan tres muñecas de una caja y también maquillaje para niñas junto con pintura para uñas.
— ¿Vamos a la sala? —me pregunta la menor de ellas.
Asiento con la cabeza.
Caminamos hacia la sala de la casa y en la mesita de centro dejan todo lo que han traído desde su habitación.