Aquel beso, aunque breve, era suficiente para recordarnos el porqué de nuestra conexión tan especial. Bajó mis piernas con suavidad y me asentó firmemente en el suelo, pero no soltó mi cintura. Con una sonrisa juguetona, me dio una taza de café caliente, el mismo que había soñado, y nos dirigimos juntos hacia la mesa de la cocina.
La luz del sol de la mañana iluminaba la estancia, creando un ambiente cálido y acogedor. Nos sentamos frente a frente, y entre sorbos de café y miradas cómplices, comenzamos a conversar sobre nuestros planes para el día.
—Hoy tengo una reunión importante en la oficina,— dijo, sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y determinación. —¿Y tú, Natasha? ¿Qué tienes planeado?
—Voy a trabajar en mi nuevo fanfic,— respondí, emocionada por la idea de plasmar en palabras las inspiraciones que había recibido recientemente. —Pero antes, quiero disfrutar de este momento contigo.
SeokJin sonrió, su mirada tierna llena de calidez mi corazón.
—Me encanta verte tan apasionada por tu escritura,— dijo, tomando mi mano y acariciando mis dedos con suavidad. —Eres increíblemente talentosa, Natasha. Nunca dejes de soñar y de crear.
Pasamos el resto de la mañana disfrutando de nuestra compañía mutua, compartiendo anécdotas, risas y sueños. El aroma del café seguía presente, envolviéndonos en una burbuja de tranquilidad y felicidad.
Cuando llegó el momento de despedirnos, SeokJin se inclinó para darme un último beso antes de salir hacia su reunión.
—Te veré más tarde, mi amor,— susurró, sus labios rozaron suavemente mi frente.
—Te estaré esperando,— respondí, sintiendo un nudo de emoción en mi pecho. Lo observé salir y luego me dirigí a mi escritorio, decidida a plasmar en palabras todo lo que aquel sueño y esta mañana habían despertado en mí.
Con cada palabra escrita, sentía que nuestro amor se hacía más fuerte, más palpable. Y mientras escribía, supe que, aunque a veces la realidad y los sueños se entrelazaran de formas inesperadas, nuestro amor siempre encontraría la manera de brillar y guiarnos, tal como lo había hecho en aquel banco del parque, en ese pequeño puesto de café, y en cada instante compartido.
17/07/2024.-