Estoy roto.
Estoy vacío. Ya no queda nada más para dar. Ya no queda nada por lo que ser feliz. James se fue. Y ella también.
Su pequeño hijo, mi ahijado, es todo lo que queda, pero yo necesito que el culpable pague por lo que ha provocado. Y armándome de valor y con todas las fuerzas que me quedan, salgo en busca del hombre que es el culpable de que todo mi mundo fuera destruido. El hombre que es culpable de la muerte de James.
—Debería haber sido yo. Habría dado mi vida por él —. Digo con los dientes apretados, pero también soy en parte culpable por lo que ha pasado. Y mi roto corazón me lo recuerda con cada doloroso latido.
Aunque Voldemort ya no sea una amenaza, aún hay mucho por hacer. Aún hay mucho que arreglar. Pero nada podría importarme más en estos momentos. James ya no está. Ya no hay más motivos para pelear, y cuando consiga que Peter pague por lo que hizo, ya no tendré nada más por lo que quedarme aquí. Podré unirme a él en el más allá. Podré estar con él una vez más.
Pero Peter es un artista del escape. Ese maldito, pequeño cobarde. Si tan solo pudiera sacarme este dolor de encima. Si tan solo pudiera deshacerme de este dolor en mi interior. Pero ya es muy tarde. Estoy roto. Lo he perdido para siempre.
James ya no volverá. Y yo tendré que vivir con esta agonía por el resto de mis días.
Casi no recuerdo por qué llegué a este mundo, si no fuera por haber conocido a James. Él fue mi motivo para vivir. James fue mi mundo y mi todo por tanto tiempo, que no puedo entender por qué estoy aún aquí si él ya no está. Si ya no tengo motivos para despertar o respirar. Si ya no tengo nada que me ancle a este lugar.
Conseguiré mi venganza, y luego seré libre para unirme a él. Para volver con él.
Pero las cosas no salen como lo espero. Nunca lo hacen, y aunque lo he perdido todo, aún me queda algo por perder. Y pierdo la oportunidad de conseguir mi venganza. Pierdo la oportunidad de hacer pagar al culpable. Pierdo la oportunidad de conseguir la forma de desligarme y reunirme con él. Y pierdo también mi libertad.
Ahora solo hay dolor. Solo me queda la agonía y el recuerdo diario del momento en el que James se fue. Solo vivo con el recuerdo de haberlo perdido.
Y ya no me queda nada más que dolor. Y el latido doloroso de mi corazón roto.