Siempre he visto las rosas o a algún tipo de flor con la simbología del perdón hacia un ser querido que ha fallecido. Cree mi propia ideología desde que tengo 17 años que para un acto de amor no se requiere de alguna planta.
Con mis dieciséis y más decepciones amorosas aprendí mucho de todas ellas, unas más filosóficas que otras pero siempre con la misma finalidad: aprender. Sólo puedo nombrar las que para mi tuvieron un gran significado.
Yo como persona femenina siempre me he caracterizado por ser sentimental y muy afectiva, jamás pensé que eso se convertiría en un problema que a la larga me convirtió en una persona fría lejana a los sentimientos y el contacto físico.
No decidí alejarme del amor como sentimiento puro, al contrario, aún creo en él y sigo dando las oportunidades que se logren presentar pero nada es como es antes. En mi creció mucha desconfianza convirtiéndome en una persona cerrada y callada, lo contrario a lo que solía ser. Pero de los errores se aprende. Y si, digo “errores” porque eso fue lo que fueron, ninguno de ellos me hizo feliz, me hizo sentir confiada y esperanzada y después aterrice sin paracaídas a la realidad con un fuerte golpe.
Enterraré cada decepción amorosa y les daré a cada una, una rosa. Agradeceré por el aprendizaje y seguiré adelante en busca de más.
Una rosa para cada chico.
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Editado: 21.04.2019