─¿Nerviosa?
─Estoy cagada tía.─suspiro. No podía evitar abanicarme con una revista mientras escuchábamos al director decir su discurso.─Me quiero morir.
─Muérete esta noche en tu ultima fiesta con todos.─exclama Sam con una risa.─No te preocupes, estarás bien allí afuera.
─Eso espero.
A este paso voy a romper la revista de la fuerza con la que la muevo,ya por poco me cargo el colgante en el coche por abrir y cerrar para ver la foto. El era mi amuleto de la suerte, un compinche de mi abuela para verme con vestido cuando era una niña, una infancia que crecimos juntos, a pesar de que me saca dos años,un americano viviendo en Paris por que su madre vino a vivir aquí, y vecinos pues, mi madre le dio empleo en la panadería familiar, así que era predecible que siempre íbamos juntos a todas partes, de casa en casa, al parque o simplemente a una mesa del local familiar a hincharnos a bollos. Yo tenia 3 años cuando el vino con 5 a Paris. El fue antes que Sam, antes de que la conociera y digamos que soy ahora lo que el me enseño desde pequeña, no salia de casa por ser pequeña, no tenia amigos en el jardín de infancia pero el siempre estaba ahí, como mi hermano mayor.
Miro el colgante por no se cuanta vez que ya lo he mirado y me quedo divagando en recuerdos, de cuantas veces venia a despertarme a las siete de la mañana para acompañarme a la escuela que estaba a pocos metros del barrio,o como se compinchaba con mi abuela para verme como una princesa con los vestidos que ella me hacia, ahora veo a los niños pequeños y son crueles, y anteriormente seguían siéndolo, se burlaban de mi por que era gordita y sigo siéndolo pero no tanto, pero Hayden, que en su momento era como yo, un bollo redondo de color canela,me decía que era bonita, aunque según mi madre, actualmente se le llama a esa acumulación de azúcar de Satanas “Reservas de adolescente”, energías que gastare en algún momento de mis 4 años en Parson, bien por si acabo escapando de la policía por hacer algo, o de no comer mucho a causa de exámenes.
Hayden se marchó a América de nuevo a vivir con su madre y su nueva pareja, un señor de buenos recursos y buen porte,desconozco a que parte de América se fue y al poco tiempo de irse, fue cuando empezamos a tener poco contacto, hasta que ya no lo tuvimos nunca mas. Ya han pasado creo que 5 años desde que se fue y lo único que conservo de el, es este colgante que el me hizo como regalo de despedida, aunque yo también le hice una pulsera negra y roja con mi inicial, amuletos de la suerte y que para mi es un tesoro que me mantiene tranquila.
─Es una lastima que esa bonita amistad se haya quedado en recuerdos.─Sam se sienta a mi lado y sostiene mi colgante con una mano, mirando con una sonrisa.─Pero nunca se sabe las sorpresas de este mundo.
─Es una pena.─Sonrio.─pero no se puede hacer nada con esto, solo es un recuerdo de unos niños pequeños.
“Ahora nuestra querida alumna, Amina Bellrose, encargada de dar el discurso este año, dará unas bonitas palabras”.
─Te toca.
Ambas nos levantamos, Sam me pasa mi toga roja de graduación, a juego con todos y directamente me empieza a arrastrar hacia las cortinas. Y aquí estoy, en frente de todos, con un nervio en el estomago, sin evitar las pequeñas risas en el discurso, alguna que otra lagrima de pensar que esto es la despedida, después de tanto tiempo juntos. Lo tenia escrito pero creo que simplemente me dedico a decir lo que siento realmente, hasta que la oleada de aplausos y la subida de todos los graduados para hacernos la foto grupal. No se si he logrado expresar todo lo que quería decir pero no es fácil hablar sobre la trile, aunque estoy satisfecha.
Una fiesta que duro hasta las 4 de la mañana, grupos de compañeros repartidos por todas partes, saliendo y entrando a nuevas discotecas y mientras yo, con los tacones en mis manos y con 4 cubatas en el cuerpo, me quedo sentada en las espaleras del portón de mi casa, con un cigarro en la mano, esperando a que el alcohol bajara un poco. Me quede mirando al edificio de enfrente,hasta que al paso de un tiempo, subo a mi habitación sin hacer nada de ruido, desnudarme y caer al colchón con la mirada hacia la ventana...mirando a la casa de enfrente, esa casa, donde solía estar Hayden asomado todos los días mientras yo ordenaba la habitación para salir.
─Seria de locos pensar, que me lo voy a encontrar justo en Manhattan.─rio bajo.
Aunque siempre cabe la posibilidad de que acabe riéndome de mi poca creencia a las incertidumbres de este planeta.
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Editado: 27.05.2019