Estrella Nova 4

El cielo nocturno era poderoso, poseía una oscuridad y vacío absorbentes pero también estaba lleno de vida. Cada una de las estrellas del cielo brillaba clara y ardiente: azules, naranjas, amarillas, blancas y rojas. La decoración encima de las cabezas de cada persona hacía difícil mantener la vista en la tierra, la línea zodiacal (que rodeaba el planeta desde su centro) era el lienzo de constelaciones que podían apreciarse en todo el planeta. Aunque solo tres de ellas eran capaces de iluminar el alma, de crear Siderales particulares.

No obstante cierto individuo debía obligarse a mantener la vista y la concentración en la tierra, de esa forma podía ayudar a quienes no fueron elegidos por las estrellas y encargarse personalmente de quienes daban un mal uso a su poder otorgado. El cielo y las constelaciones son asépticas, están por encima de la tierra y los conceptos morales que allí se encuentran. Todo recae en las personas y como deciden usar su poder otorgado, las habilidades de la Estrella Soberana no fueron otorgadas de manera natural, pero usaría esa unión inesperada para ayudar a quienes pudiera.

Se encontraba parado en la cima de un edificio, sentado en su punta y apreciando la ciudad a su alrededor. Los edificios era de una gran variedad de tamaños pero todos compartían algo en común, las luces de su interior eran de una tonalidad azulada debido al color de las hojas que la emanaban. Pero de entre todos los edificios a sus espaldas se levantaba el más grande e imponente de todos, la Bóveda Celeste, la residencia de las famosas e inútiles Súper Estrellas.

Las odiaba con pasión.

Ahora mismo debían de estar realizando su evento de “caridad”, beneficencia para aquellos afectados por el conflicto religioso en el otro hemisferio del planeta. Lleno de mentiras, puras patrañas. De seguro esos malditos revividos se guardarían para si la mayor cantidad del dinero recaudado, otro porcentaje se perdería misteriosamente en las transacciones y la mínima parte restante que llegara al hemisferio boreal seria usada de mala manera.

Querían ayudar pero solo lo empeoraban todo ¿y que obtenía la gente a cambio? Como mucho la posibilidad de que poder preguntarles a ellos una cosa relacionada con su futuro o pasado, algo que no les costaría nada hacer más seguido. Se guardaban su poder para ellos mismos y solo lo liberaban para los demás cuando necesitaban algo.

Las estrellas que les daban sus poderes se caerían sobre ellos un día de estos, pero hasta ese momento la Estrella Soberana seria quien se encargue. Usaría una fracción del poder de ellos de una forma mucho más útil que ellos mismos, pero para eso, antes que nada, necesitaba estar en su máxima capacidad.

La persona vestida totalmente de negro sacó de un bolsillo de su ropa un frasco de plástico, lo abrió y del interior cayeron unas pastillas a su mano. Debería comer solo una pero ignoró eso, se llevó todas directo a la boca para tragarlas <Eso me dará toda la energía que necesito>, luego de tragarlas se colocó la máscara de teatro blanca con detalles dorados para ocultar su identidad.

Por ultimo sacó de su mochila una lujosa corona tecnológica, esta tenía tres gemas celestes en su parte delantera. Las manchas de dichas gemas eran de color amarillo, lo que significaba que estaban cargadas al máximo con luz solar, luz que se transformaba en energía magia que podían usar los Siderales y en la actualidad también se usa para alimentar toda la tecnología Aster.

La Estrella Soberana se colocó la corona sobre su cabeza encapuchada y al instante sintió la conexión con su cuerpo, él no sabía cómo funcionaba el dispositivo a profundidad pero conocía lo que le permitía hacer. Entre aquellas habilidades se encontraba una versión inferior y parecida a la de esos malditos adivinos revividos, poder vislumbrar el futuro. Y la usaría de una forma mucho más provechosa para la sociedad que las Súper Estrellas.

Utilizó toda su concentración, se enfocó en sí mismo pero unos días adelante en el tiempo. La corona comenzó a consumir la energía mágica de las gemas y activó su habilidad, la Estrella Soberana se vio asi misma caminando por la calle. Era de día y tenía el celular en la mano, estaba viendo publicaciones en Estrellanet cuando apareció una noticia de una cuenta informativa que seguía.

Esta hablaba sobre como los Rondadores perseguían un rastro de “polvo de plata”, una potente droga diseñada para potenciar a los Siderales pero que en aquellos no elegidos tiene efectos alucinógenos. No sabían dónde estaba su origen pero marcaron puntos en la ciudad donde se la vendió en días pasados, la Estrella Soberana se concentró en el punto marcado de esta noche.

Las gemas de la corona dejaron de brillar con intensidad y el usuario regresó al presente. –No va a ser muy lejos de aquí, son pocas calles de distancia. –Realmente no sabía con exactitud cómo funciona el tiempo o aquella habilidad, pero ahora con el lugar adivinado estaba seguro de que cambiaría el camino que guiaban las estrellas.

Se puso de pie y una cadena dorada hecha de polvo de estrellas se manifestó alrededor de su brazo derecho, levantó su brazo en alto y controlándola mentalmente lanzó la punta de la cadena que salió disparada hasta la cima de un edificio todavía más grande. Una vez anclada al otro extremo se dejó caer y cruzó la calle llena de autos desde lo alto, balanceándose de un edificio al otro.

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Apenas las luces cambiaron de color los autos se detuvieron detrás de la líneas de paso en la esquina de la calle, sin perder un solo segundo un joven estudiante que esperaba en la esquina salió corriendo. Cruzó la calle en un instante hasta llegar al árbol blanco de brillo azul del otro lado, allí lo estaban esperando dos de sus compañeros.

Uno era otro humano al igual que él: piel morena y cabello negro. Pero su segundo compañero pertenecía a otra raza, piel purpura, cabello gris y ojos marrones; se trataba de un morcamin y lo que más caracterizaba a aquella raza eran los brillos que aparecían y desaparecían en su cabello. Parecidos a pequeñas estrellas que nacían y morían en parpadeos.