Una vez un hombre vio una mujer hermosa, que terminaba de llenar una planilla, cuando ella terminó y levantó su mirada, lo vio, luego sin inmutarse, se levantó y se dirigió a hacer una fila para entregar la planilla, en una taquilla. el quiso conocerla, y se acercó para preguntarle si sabía cómo hacía para trabajar en esa institución, el pensó que aunque su verdadera intención no era trabajar allí, podía ser una excusa para no perder la oportunidad de conversar con ella y conocerla, pensó que la mujer hermosa, estaría cansada de que a diario la aborden así, con escusas falsas solo para conocerla, instintivamente o por su mirada insistente, pero aunque pensó que se daría cuenta, debía intentarlo, tenía que saber si la mirada de ella hacia él, había sido una mirada perdida o una mirada de atención o interés de ella en él, él a su vez ya estaba acostumbrado a recibir rechazos de ese tipo, por su propia inseguridad o simplemente por las circunstancias que suelen rodear esas situaciones incomodas, se acercó a la fila y justo antes de colocarse detrás de ella le preguntó: ¿usted sabe por casualidad, cómo podría hacer yo para conseguir empleo aquí? Ella de inmediato le dijo: ¿Por qué en lugar de perder el tiempo conmigo o en la taquilla, mejor no le preguntas directamente al dueño que está sentado por allá, señalando hacia los escritorios del fondo, donde estaban unos señores vestidos de traje formal. Ante la lógica de la mujer, no le quedó otra cosa que irse al fondo para disimular, llegando hasta los escritorios. no sabía cuál de ellos era el jefe, se dio cuenta que se trataba de vendedores o promotores, escuchó que uno le decía al otro: tienes que ser una persona bonita, inteligente y social, para aparecer en esa moneda, el no sabía a qué moneda se referían, pero se dio cuenta que al final estaba el jefe, supuso el, al ver a un señor con aspecto de genio de lámpara mágica, que al preguntarle qué se necesitaba para trabajar allí, el genio le contestó:
“Debes brillar primero con tu propia luz, trabaja en ti y luego bienes a buscar trabajo aquí, porque aquí brillamos con luz propia, para poder inspirar a los demás a brillar con su propia luz, en cualquier parte del camino”.
Eso hizo Jesús de Nazaret, enseñó a las personas cual era el camino para llegar a la iluminación, la iluminación de sí mismos y de los demás, porque inspiramos con el ejemplo, ¿Cuántas personas lo siguen? Él es el Buen Pastor, no el buen arriero, el arriero solo arrea y grita a las ovejas para que sigan el camino que él quiere; mientras que el Buen Pastor canta y va adelante dando el ejemplo y señalando el camino, y mientras lo oyen saben que está cerca, cuando se aleja le siguen para no perderse, sin embargo el es capaz de devolverse, solo para rescatar a una de sus ovejas perdidas. Sigamos pues su ejemplo, y así las personas le seguirán a él a través de nuestro ejemplo, pues su luz brillará en nosotros, así mismo trasmitiremos fe, fuerza y esperanza, a quienes les falta energía para brillar por sí mismos, en algún punto del camino de la luz.
El cuento no tiene final, porque es un final abierto, cada quien decide como termina el cuento de su vida, las decisiones que tomes, serán el resultado de tus acciones consecutivas, un solo golpe no rompe una piedra, un solo palo no hace una montaña, pero puede servir de inspiración para crear montañas y moverlas, como el pastor mueve a su rebaño. Si el golpe número 100 es el que termina de romper la roca, no quiere decir que los otros 99 golpes, no hicieran falta. La Roca se fue rompiendo desde el primer golpe. Ve y termina de romper la roca. No se trata de forzar la barra, sino de moldear la roca, cuando nuestra intención es buena y correcta.
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Editado: 08.11.2019