Carta a ti
El día que llegues,
Espero no ser la clase de persona que soy ahora.
Es que amor, soy la clase de persona de la cual no quieres enamorarte
A quien no quieres seguir al quinto infierno de mis ojos.
A quien no quisieras llevar dentro de los acantilados arrasando con ternura
Ese tipo de persona que solo arranca suspiros,
Que provoca la muerte
El día que llegues,
Espero poder amarte libre
Tomar tu mano y mirar la eternidad en tu ombligo
Quisiera recorrer los confines de tus palabras y llegar hacia el fondo de tus recuerdos,
Que un huracán de brisas provoque aire dentro de un motor de besos constantes
El día que llegues,
Si algún día llegas… amor mío
Quisiera verte correr, despojar hojas dentro de un papel,
Grabar los instantes y borrar las penumbras…
Pero amor mío,
El día que al fin llegues,
Habré volado lejos de cada efímero camino que recorre este destilado amanecer.
Habré lamentado perderme en amores de segundos,
Y habré soñado en somnolientos alientos llevados entre tu cintura.
El día que llegues espero cariño,
Encuentres algo completamente diferente a mi existencia inexistente dentro de la tierra.
No es un hecho
No es el hecho de castigar las infamias,
No es el punto el desvanecer entre mentiras…
Se condenan las artimañas sobre cautiverios entre copas
Se condena las sospechas entre miradas de sonrisas
No es un hecho la palabra entre suspiros
Tampoco se podría pertenecer a una desgracia
Se vuelve insípido el olor de fresas
Y se consumen los desvelos entre roces somnolientos de pasos efímeros
No se construyen las murallas de papel
Se queman los candelabros de un pasado
Se eleva la purificada gloria de los pasos fríos de la piel
Las carpetas de escondites entre la nostalgia de un futuro
Y los sueños de un presente… ya no parecen tan precisos al verse libres
No se encuentra la ternura que duerme entre un llanto cosido al amanecer,
Se cauteriza entre las gotas que recorren ventanas en una madrugada,
Tan tenue como escombro de cenizas,
Todo queda entre eso…
La ceniza dentro de un vidrio que evoca recuerdos jamás existidos y lágrimas jamás derramadas para una condenada cueva de humos vacíos…
El vacío sin duda queda derramado justo en el epitafio de humos llevaderos para los pálpitos derrumbados entre mi almohada y tus labios…
Y entonces volvemos donde nos quedamos en el instante pasado,
Evocando rimas de un ahora ilusorio y dramáticamente sarcástico por la piel
No es el hecho de castigar las infamias,
No es el punto el desvanecer entre mentiras…
Simplemente es el hecho de consumar la gloria purificada, que se ha perdido entre las manos de los caminos deshechos de nostalgias.
Un fenómeno
La insoportable ley de un fenómeno...
Es la simpleza entre la belleza del segundo previo al olvido.
Es esa satisfacción entre lo efímero que recorren los sentidos ante gotas de sal absurdas
La mínima cláusula que se necesita para un conocimiento enteramente satisfactorio,
Un conocimiento sobre lo desconocido de tus labios al expresar sadismos cortados por la piel.
La insoportable ley de un fenómeno sería
El conjunto entre Lorca y Freud...
La maldición de un solitario rey espartano ante los actos tragicómicos de siluetas carnales
El leer una carpeta vacía que abarca mil barcas,
Entre ríos de sangre y vuelos de suspiros consumidos entre desesperación errante.
La insoportable ley de un fenómeno,
Cariño mío es el camino que recorren mis labios entre las manos cosidas de tu cintura.
Es la puerta de placeres que abren destellos entre lo absurdo y lo metafórico
Es el camino del olvido que en un segundo sería eterno.
Es la palabra dicha que en decirla muere hacia el pasado podrido de recuerdos.
Es la estupidez que evoca la saliva de mil noches entre latidos cortados y gemidos altivamente alternativos.