—Parece que alguien amaneció de buen humor —exclama mi tía durante el desayuno.
Es una chismosa. Sólo quiere saber qué pasó con Dick ayer.
Él vino luego de su práctica de gimnasia y me acompañó hasta poco antes de que mi tía llegara. Supo de su visita porque dijo que su delicioso perfume estaba por toda la casa.
—Ayer vimos una película y nos divertimos mucho.
Dick estaba muy cansado, pero aun así vino. Se durmió en cuanto se sentó en el sillón.
Lo tapé con una manta y vi la película acurrucada junto a él. No fue tan interesante como verlo dormir en mi sillón. Creo que la palabra correcta para describir aquella escena sería:
sexy.
Cuando se despertó, estaba muy apenado y prometió compensármelo.
—Vendré a recogerte todas las mañanas para llevarte a la secundaria —ofreció—. Así pasaremos juntos el tiempo que no podemos compartir en las tardes, tú por el trabajo y yo por la gimnasia. Sé que no será tan divertido como ir a pasear a algún lugar porque estaremos todo el tiempo en el auto, pero podemos planificar actividades diferentes para cada día, como... karaoke ¿Te gusta el karaoke? Yo no canto muy bien, pero hacerlo juntos será divertido. Aunque tendré que cantar canciones que me sepa para no distraerme de la conducción ¿Sabes conducir? Yo podría enseñarte y así tú...
Puse mis dedos sobre su boca para que se callara de una vez. Ahí noté que cuando estaba nervioso, más hablador se ponía.
Obviamente rechacé tal oferta. Él tendría que cruzar toda la ciudad para llegar a mi casa y luego media ciudad para ir a la secundaria. Sería lindo, pero demasiado.
Inspirada por la imagen sexy de él durmiendo en el sofá y reafirmada por la nueva Isabel que soy ahora, me atreví a pedirle algo que ni en sueños hubiera osado pedirle antes.
—Quiero que me hagas olvidar el beso de Roy —le dije.
No puedo evitar reírme al recordar mi desinhibida petición.
—¡Esa sonrisita traviesa se ve muy bien en ti, cariño! —exclama mi tía, dándome un beso en la cabeza.
—Pasar tiempo con Dick me hace muy bien, tía. Él es muy dulce, divertido y lo más importante, cumple con lo que promete.
~🦇~
—¿Cómo te fue en el examen? —me pregunta Dick durante el recreo.
Estoy buscando unos libros en la biblioteca.
—Excelente. Estoy segura de que respondí todo correctamente —aseguro con confianza.
Él sonríe complacido.
—¡Esa es mi chica! —exclama, sacudiendo mi cabello—. Tenía miedo de que no pudieras concentrarte pensando en mí —susurra a mi oído, rodeándome de la cintura.
—¡Dick, no seas desvergonzado! ¡Aquí no!
—De acuerdo —afirma, con esos ojos entrecerrados viéndome seductoramente.
Cogiendo mi mano, me lleva hasta el segundo piso y nos ocultamos detrás de unos libreros.
—¿Aquí sí? —vuelve a cogerme de la cintura para besarme como sólo él sabe hacer.
¿Cómo podría describir sus besos?
Bueno, definitivamente no se parecen al de Roy.
Me gustan mucho.
Él se aparta para dejarme respirar. Besar y respirar al mismo tiempo es algo que aún no domino del todo.
—¡Mmm! Eso estuvo muy bueno, señorita Ardila, aprende usted muy rápido —me halaga con expresión muy formal.
Río nerviosamente, temblando entre el muro y su cálido cuerpo.
—Béseme usted ahora y veamos si es tan buena como en matemáticas —añade y siento que todo me da vueltas.
Con unas cuantas palabras, Dick logra seducirme por completo.
Cierra los ojos, entregándose a mí. Y pongo en práctica lo que él me ha enseñado, esperando que se sienta natural y estimulante. Él responde a mis movimientos, lenta y dulcemente porque soy yo quien tiene el control. Me aparto cuando empiezo a quedarme sin aire.
Sus ojos se abren lentamente, mirándome con asombro.
—¿Y? Señor profesor ¿Qué calificación obtuve?
Muerde su labio y lo lame, como buscando en ellos el sabor que ha quedado de los míos.
—Calificación máxima —dice en un suspiro—. Has aprobado con honores.
Me río como boba. No había sentido tanta felicidad desde que obtuve calificación máxima en el examen final de química, donde incluso corregí una pregunta que estaba mal formulada.
Definitivamente soy brillante.
—Entonces... ¿Crees que le gusten? —pregunto con ilusión.
Ahora soy yo quien se muerde los labios.
—Si no le gustan sería un idiota. Vamos, si seguimos aquí me darán ganas de enseñarte otras cosas y acabaré muerto —coge mi mano y volvemos al primer piso, por el libro que estaba buscando.
No quiero dejar de ser una estudiante destacada.
—¿Te llevo a casa por la tarde? —pregunta justo cuando suena el timbre para volver a clases.
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Editado: 27.10.2020