Me detengo en el frontis de la clínica, con el corazón latiendo temerosamente.
Esta vez no será como la anterior, me repito. Ya no soy una niña y sé muy bien lo que puedo esperar de ella.
"Ahora nos quedamos a luchar".
Entro por fin.
La clínica está emplazada en un edificio moderno y con estrictos niveles de seguridad. El pasillo da a una sala de espera junto a la recepción. Allí indico a quién busco y me entregan una credencial que dice "visita". Con ella puedo abrir las puertas y usar el ascensor.
Avanzo por un pasillo en el tercer piso. Es de pulcro blanco y tiene algunas pinturas colgadas. Me detengo a observarlas y noto que sus marcos de aluminio están firmemente adosados al muro, haciéndolas imposibles de sacar.
Las recubre una lámina de algo que parece mica, pues vidrio no podían tener. Algunas son de arte moderno y otras barrocas. Me gusta el arte barroco, sin considerar su inspiración religiosa, creo que retrata muy bien las pasiones humanas.
Y mientras analizo los cuadros, me pregunto si sigo allí por mi interés en el arte o para retrasar el ver a mi madre.
El arte, Isabel, el arte. Si pueden preocuparse tanto por la decoración, espero que se hayan esmerado en los lugares de esparcimiento para los pacientes. En la página web aparecía un jardín central que se veía espectacular.
Al doblar en la esquina, me detengo a pocos centímetros de chocar con alguien.
Y no puedo creer de quién se trata.
Roy.
Jamás habría esperado verlo aquí.
Ahora sé que no tuvo culpa en lo que pasó, pero me espanta estar cerca de él. Su beso no deseado para mí fue una agresión y no puedo evitar sentir un poco de miedo, de recelo y angustia.
—Isabel, yo... lamento mucho lo que ocurrió y me alegro de que estés bien.
Su expresión de arrepentimiento parece sincera.
—Fui a visitarte al hospital un par de veces, con Dick.
Hasta el pelmazo de Roy fue a verme y Jason de fugitivo. Es un idiota.
—No te he visto en la secundaria —le comento.
Tampoco se me ocurrió preguntarle a Dick por él.
Quería olvidarme de que existías, supongo que eso me hace una mala persona.
Pero ahora me lo encuentro aquí, con una credencial de visita colgada al cuello y no puedo evitar sentir empatía por él.
Tal vez compartimos experiencias similares.
—Oliver tuvo un viaje de negocios y fui con él. Volví hoy en la mañana.
Ni idea quién es Oliver.
—Espero que lo ocurrido no arruine nuestra relación —agrega sonriendo.
¿Qué relación? Nunca hemos sido nada ni creo que podamos serlo.
¿Por qué Jason y Dick vienen con amigos pelirrojos? Lo siento, pero prefiero a Wally.
—Supongo que así será, eres una chica honesta y no guardas rencor.
Lo miro confundida.
—¿A qué te refieres?
Te detesto menos que antes, pero lo sigo haciendo.
—A tu presencia aquí. Viniste a verla a pesar de lo que te hizo.
¡¿El infame sabe de mi mamá?! Es imposible.
—¿De quién hablas?
—De Kory, por supuesto.
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Editado: 27.10.2020