CXXXVII 00:59

Avanzo bajo el esplendoroso sol de un sábado por la mañana. El aire fresco carga un ligero aroma a flores y pasto recién cortado. Mi teléfono vibra en mi bolsillo. Y río viendo su mensaje.

Jason ❤️: estoy bajo el árbol radiactivo.

—No es un árbol radiactivo —le digo cuando llego a su lado—, es un sobreviviente.

Me acomodo entre sus piernas, abrazándolo.

—Un sobreviviente radiactivo —agrega él.

—¿Te hice esperar mucho?

—No, sólo unos quince años, sabelotodo.

¿Desde cuándo se volvió tan romántico? Hará que me sonroje.

—Mi deseo se hizo realidad —le cuento—. No preguntaré qué pasó ni cómo. Mi tía dice que no hay que buscar explicación para los milagros.

—¿Ahora crees en Dios? No traiciones tu ateísmo, sabelotodo.

—Mi tía piensa en Dios como un hacedor de milagros, yo pienso en el universo y sus misterios cósmicos, y todas las maravillas que se esconden a nuestros ojos y de las que ni siquiera sospechamos.

—¿Cómo los mundos paralelos?

—Por ejemplo.

Espero que no empiece con eso de nuevo.

—¿O los sueños que pueden durar una eternidad? —agrega.

—También.

—¿Cuánto tiempo crees que pueda durar la eternidad? ¿Durará un minuto? Creo que eso es todo lo que me queda.

¿Un minuto?

—¿Estás hablando de sexo? No arruines este momento tan tierno —me quejo.

Él ríe a carcajadas.

—Sabelotodo, no me subestimes. Cuando lo hagamos, me vas a suplicar que pare, pero no estaba hablando de sexo, sólo divagaba. Aunque tienes razón, la mierda metafísica no me va, aquí la lista eres tú.

—Tú tampoco eres tan bruto como pensaba al comienzo, ya hasta me caes bien.

Vuelve a reír. Sus dedos juguetean con mi cabello y siento agradables escalofríos.

—Si un escritor inventara a un personaje que es un genio ¿Eso lo hace un genio?

¿Qué le pasa el día de hoy? Este lado filosófico que está dejando salir es muy interesante.

Y sexy.

—No necesariamente, aunque la genialidad puede expresarse de muchas formas. Supongo que el escritor puede informarse sobre muchos temas para construir un personaje, pero no necesariamente internalice esa información para convertirla en conocimiento. Un escritor que crea a un asesino no es un asesino.

—Sí, tienes razón. A mí jamás se me hubiera ocurrido eso del gato de Schroeder.

—Schrödinger —lo corrijo, sin entender del todo cuál es su punto.

—Lo ves. Debe ser más bien como una inteligencia artificial, que aprende cosas por su cuenta y actúa de manera autónoma, es fascinante.

—¿Quién?

—Tú...

¿Yo? ¿Ahora soy un robot?

—Tú... tu deseo se cumplió. Quizás deberíamos ir a visitar a tu mamá un día de estos. Puede que sigan ocurriendo milagros.

—Eso sería increíble.

—Lo malo es que parece que nunca podré disfrutar de ser tu esclavo—agrega y me gusta el cambio de tema.

Su lado filosófico es sexy, pero raro.

—¿Por qué tienes tantas ansias de ser dominado? ¿Te gusta el BDSM o algo así?

—Eso sí es algo que a mí se me ocurriría. Aún así, debo preguntar dónde aprendiste de esas cosas.

—Soy curiosa y cuando veo una sigla, necesito saber qué significa. Y antes de que lo preguntes, la vi en un anuncio mientras navegaba por internet y no, no estaba viendo porno.

Él acaricia mi cabeza, complacido.

—Muy bien, eres una chica inocente y no debes ver esas cosas sin la supervisión de tu novio.

—Novio del futuro —corrijo—. Aunque sabes qué. He estado pensando que podría ser pionera en astrofísica e inventar los viajes en el tiempo. —Me acomodo, cogiendo su rostro entre mis manos.

—Mi lista Isabel nunca deja de sorprenderme... —alcanza a decir antes de que lo bese.

Y no se siente como nada que haya hecho antes. El toque de sus labios, abrazando a los míos, me llega hasta el cerebro mismo, haciendo temblar los centros del placer. Es un beso que me saca de la estratósfera y eleva más allá del firmamento, hasta los rincones del inicio del cosmos, donde el universo se expande a velocidades inimaginables. Es el mejor beso, mi primer beso.

—¿Volaste? Viajera del tiempo —pregunta cuando nos apartamos.

—¡Quiero ser astronauta! —le digo, besándolo una vez más.

Planeo conocer todo el universo impulsada por sus besos. Ni siquiera puedo imaginar cómo se sentirá tener un orgasmo con él. Espero que mi cerebro virgen aguante.

—Jason, este es el principio ¿Verdad? Porque se siente como un final feliz.