La tristeza, el llanto, los temores y el dolor invadió los corazones de las familias en los reinos, las bajas se daban por centenares, muchas mujeres quedarían viudas y muchos niños sin sus padres. Con él, pasar de los días, las filas de los ejércitos empezaron a diezmar; muchos hombres caídos en el campo de batalla. Los cuatro comandantes del rey Arkan se reunieron con los consejeros del rey, les sugirieron que aconsejaran al rey para ganar la guerra debía retractarse de sus decisiones con respecto al comandante Kensel. El rey era un hombre, demasiado orgulloso y soberbio, jamás se retractaría de sus decisiones y menos ante un servidor de él.
Al darse de cuenta, el rey Arkan de la situación desfavorable de sus tropas; el rey se encerró en la torre de cráneos y ahí volvió a invocar al demonio oscuro y pacto nuevamente con él, el alma de su hijo el príncipe a cambio de la Victoria. Una extensa y espesa niebla, cubrió los ejércitos del reino Astariano; convirtiendo a los soldados en seres corpulentos y peludos, con una gran fuerza, ferocidad y hostilidad. Habían sufrido una deformación demoniaca; ahora eran temibles sin noción del miedo ni dolor parecían demonios. Pronto los bárbaros comenzaron a caer, el rey Sargos comenzó a notar el des-balance de la situación para sus tropas; sabía de la enemistad que había nacido entre Kensel y el rey Arkan, Sargos tomó un caballo y cabalgo hacia las apartadas tierras del norte. Estando ahí pacto con Kensel para que este y su ejército se unieran a él para pelear en contra del rey Arkan.
Kensel quiso negarse, pero Sargos le contó todo lo que estaba pasando y de la situación situación que estaba pasando en el reino Astarion. Le dijo que pronto todo el reino y las aldeas cercanas serían destruidas por los demonios que el rey Arkan había traído. Entonces Kensel pensó en su hermana y toda la gente inocente que morirían y esto lo hizo tomar la decisión de unirse al rey Sargos. Sabía que no podía confiar en los bárbaros para hacer pactos, pero no tenía alternativa más que arriesgarse. A la mañana siguiente de un día muy frío reunió a los hombres de su ejército y les dijo:
-- Escuchen compañeros; hermanos de armas, soldados con corazon de guerreros. Lo que les voy a pedir va más alla de mi volunta no tengó derecho de hacerlo, pero las circunstancias me obligan; antes que nada quiero decirles a cada uno de ustedes que son libres de negarse y les prometo que no habra ninguna represalia contrael; todo hombre aquí ahora es libre de tomar su decision de pelear o marcharse. Yo soy el comandante Kensel piensó ir a pelear sólo una vez más por una causa que creo justa, pues cuando la maldad y la opresion se manifiestan a través de las acciones de los hombres, es deber moral de todo hombre combatir este mal para herradicarlo. Por eso hoy les digo a todos ustedes que a quel que crea en lo mismo que yo lo invito a pelear a mi lado; no les voy a mentir, esta es una de las batallas más duras de las cuales hemos enfrentado juntos, quizas muchos de nosotros no regresaremos con vida, pero yo pienso dar lo mejor de mi para acabar con la maldad y la injusticia.
Les prometo una cosa está será la última batalla en la que yo voy a pelear al lado de cada uno de ustedes que me siga y si me toca morir lo haré con honor, junto a uno de ustedes en el campo de batalla. Ahora levante su espada todo aquel que este conmigo... "sí! Gritaron todos los hombres en coro alzando sus espadas.
La intervención de Kensel y sus tropas en la batalla fue decisiva para la Victoria de los Bulkan. Muchos soldados Astarianos murieron en la batalla, el rey Arkan al verse derrotado corrió a ocultarse a su castillo, pero sargos lo persiguió hasta finalmente darle muerte. El rey Sargos tenía una costumbre extraña de celebrar sus victorias; esta era, comiéndose el corazón crudo de su enemigo vencido; esto lo condenaría también a un destino trágico y maldito. Ese día gran parte de los cuerpos fueron sepultados en la tierra del campo de batalla; muchos pedazos de maderas clavados en la tierra humedecida en forma de Cruz y espadas se veían incrustadas en la tierra al lado de cada hombre, caído. El ocaso ya caí, una brisa suave matizaba izaba el entorno; mirando tristemente hacia el horizonte, Kensel observa las múltiples tumbas de sus compañeros caídos en batalla, mientras sostenía de la mano a su pequeña hermana Jade.
La intervención de Kensel y sus tropas en la batalla fue decisiva para la Victoria de los Bulkan. Muchos soldados Astarianos murieron en la batalla, el rey Arkan al verse derrotado corrió a ocultarse a su castillo, pero sargos lo persiguió hasta finalmente darle muerte. El rey Sargos tenía una costumbre extraña de celebrar sus victorias; esta era, comiéndose el corazón crudo de su enemigo vencido; esto lo condenaría también a un destino trágico y maldito. Ese día gran parte de los cuerpos fueron sepultados en la tierra del campo de batalla; muchos pedazos de maderas clavados en la tierra humedecida en forma de Cruz y espadas se veían incrustadas en la tierra al lado de cada hombre, caído. El ocaso ya caía, una brisa suave matizaba el entorno; mirando tristemente hacia el horizonte, Kensel observa las múltiples tumbas de sus compañeros caídos en batalla, mientras sostenía de la mano a su pequeña hermana Jade.
Finalmente, el crepúsculo cayó haciendo que todos durmieran en sus tiendas de campaña; los primeros rayos del sol trajeron con él, gritos de espanto y dolor. Kensel salió de su tienda de campaña y vio venir hacia él, su hermana corriendo, está casi no podía hablar del miedo; tras ella viene dos hombres bárbaros.
--"Están... están muertos! Grita jade la hermana de Kensel.
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Editado: 28.06.2022