A Z U L
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Casi una semana después del rescate de Melione regresé a clases, debo admitir que esa semana entera en que me tuve que quedar en casa la utilicé mucho para adelantar lo que debía aprender en las clases con los humanos. Como un favor a la diosa Aileen la diosa de la sabiduría me bendijo con muchos conocimientos humanos para seguir estudiando sin problemas y no retrasarme tanto como lo venía haciendo. Iba al liceo con los demás semidioses para no volverme loca encerrada entre estas cuatro paredes, también influye mucho que el que salga y haga una vida relativamente normal me ayuda a no pensar en que extraño a mis hermanas. Si antes faltaba poco tiempo para irme y me parecía algo eterno, ahora simplemente veía muy lejano el hecho de volver al cielo, mi hogar y eso me ponía muy triste.
—Tierra llamando a Azul —chasqueando los dedos frente a mis ojos Lila se ríe al ver mi expresión de susto, estaba tan metida en mis pensamientos que no les estaba prestando la más mínima atención a ninguno. —¿Escuchaste algo de lo que dijo Mar? —pregunta la castaña viendo de reojo a la rubia que se sentó en el regazo de Colín, tal parece que esta semana que estuve ausente sucedieron muchas cosas.
—No, lo siento ¿qué dijiste Mar? —preguntó centrando mi atención en la descendiente de los mares que miro a su novio un segundo antes de volver a centrarse en mí.
—Estaba diciendo que este fin de semana podríamos ir a quedarnos en la cabaña que tienen mis padres en Nevada, ir todos juntos la cabaña tiene espacio suficiente para que nos quedemos todos sin problemas. Y por medio teletransportaciones hasta puede venir Mel, que se está aburriendo mucho sola en su casa, le hará bien cambiar de aire —propone la diosa mientras los demás asienten esperando que responda algo. Estaba encantada de estar en otra casa y divertirme, pero debía pensar en lo que me dirían mis guardianes Hades y Perséfone.
—Me encantaría ir, pero tengo que preguntarles a Hades y Perséfone vivo con ellos y además está Mel —comentó algo desanimada, en verdad quiero ir con ellos, pasar un buen rato que me haga olvidar que tengo que estar más tiempo aquí y por sobre todas las cosas quería cuidar de Mel, no puede valerse sola todavía sus heridas no le permiten estar de pie mucho tiempo.
—Yo hablaré con mis abuelos para que las dejen ir a ambas —alza la voz Anker, él estaba callado desde que llegó y tampoco es que hayamos hablado mucho esta última semana que pasó. Lo cual si me hizo sentirme un poquito mal, pero Mel, aseguro que es algo muy normal en Anker, que cuando siente que falló se aleja de las personas. A mi parecer él no estuvo mal en nada, la que arriesgó su vida y la de la princesa del inframundo fui yo, él no debería sentirse responsable de nada.
—No se diga más, nos vamos a Nevada este fin de semana —puntualiza Sam sonriendo mientras daba brincos aplaudiendo la idea.
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Me llevo a casa el príncipe del inframundo, como iba a hablar con su abuelo para que nos deje ir, se ofreció a llevarme ahorrándole un viaje al rey. Las cosas entre ambos se notaban tensas, desde que me enfrente a Avril ninguno había tocado el tema, pero es que la ira que cargaba en contra de ese ser despreciable me consumió. Mi especie no se mete en los asuntos de los dioses por lo general y ni hablar en las cosas de los semidioses, pero las atrocidades que comete la cazadora las presencie muchas veces. Ella no se arrepiente de ninguna, todo le parece un negocio y no siente remordimiento al asesinar a un ser inocente y eso me llenó de rabia cuando vi lo que le hizo a Melione. La princesa y yo no nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero lo poco que convivimos me hizo tomarle cariño y fue eso mismo lo que me llevó a querer herir a quienes la dañaron a ella.
Sin importarme mis heridas me deje llevar por mi ira y deje que una parte de mí saliera a la luz, lo más oscuro de mi ser tomó el control por unos minutos y estuvo a punto de acabar con la cazadora. De no ser porque Anker me detuvo estaba segura que habría acabado con ella y no me sentiría mal por ello, las personas malvadas como esa cazadora merecen no respirar más. Si mi hermana Bruma escucha lo que pienso me diría que nosotras no somos quienes para juzgar los destinos de nadie, que ni siquiera los dioses que se supone son seres superiores logran juzgar a los humanos, nosotras no podemos tener ni siquiera ese derecho.
—Azul —la voz cansada de la princesa me saca de mis pensamientos. Estaba buscando algo que ponerme para darme una ducha y luego ir a verla para contarle la propuesta de Mar y que Anker vino a hablar con su padre para que podamos ir las dos. Pero la princesa se adelantó saliendo de su cuarto y caminó con las muletas hasta mi cama donde se dejó caer presa del agotamiento que le causó el esfuerzo en moverse.
—Melione no tienes porque salir de tu cuarto ya iba a ir en unos minutos —refuto acercándome a la pelinegra que estaba con los brazos estirados en mi colchón con los ojos cerrados, mire su pijama negro y me quede en una esquina de la cama viéndola respirar agitada.
—Me estoy volviendo loca encerrada en mi habitación, necesito saber que pasa afuera —se queja la princesa abriendo los ojos —¿Cuéntame como te fue con mi sobrino hoy? —pregunta ella intentando sentarse en la cama. Tuve que acercarme a ayudarla porque no podía aún hacerlo sola, le dolía mucho el cuerpo todavía y con todo el esfuerzo que hizo para venir hasta mi habitación debía costarle hasta respirar.
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hijos de dioses hades y persefone, hechiceros y semidioses, estrellas y mitologia griega
Editado: 15.03.2024