Sobreviviendo en Camada

5. ¡AHHHHHHHH!

Capítulo 5

Dedicado a Juan Cruz

 

Al llegar la mañana, un grupo de alumnos se levantó antes que todos. Para olvidarse de lo sucedido anoche, hablaban entre ellos sobre el supuesto examen que tendrían que haber tenido ese día, sobre la Primera Guerra Mundial y se comparaban con los alumnos de la orientación Sociales, cuando ellos estaban en Comunicación (eran las únicas dos que el colegio proveía).

–Los de sociales ya vieron ese tema, o nosotros vamos re lento o no sé.

–Y... tienen tres horas de historia, obviamente que van a ir por temas más adelantados.

–Yo me moriría si tuviera tanto de historia.

–Muerte por aburrimiento.

Se rieron entre ellos.

–Che, es interesante. En especial la Primera Guerra.

–Te veo dormir.

–Fue solo una vez.

–Mmmmh, no sé. Yo creo que más

–Bue, Iván, por lo menos yo no me pongo a ver videos de comida por Instagram o series...

–Ni se da cuenta.

– ¡OH! ¡Terminé Death Note! –gritó Sofi – ¡El final!, no, no, no.

Ella e Iván entablaron una conversación sobre el anime, mientras el resto discutía sobre qué hacer con la comida porque, obviamente, algo tenían que comer. El principal problema era de dónde sacarla. Muchos traían comida al colegio para comer antes de la hora de educación física, aunque ya nos les quedaba nada; otros salían a comer afuera, pero no podían hacer eso. Uno de los primeros que se levantaron, Tadeo, comentó que el quiosco de secundaria y de primaria tenía una reserva de comida y en el salón parroquial había una pequeña cocina. La idea parecía perfecta, solo había un problema: les preocupaba salir. Después de lo que le pasó a Facundo... 

A pesar de eso, Juan Cruz, Tadeo y Franco se ofrecieron para buscar la comida. Valen les agradeció y pasó a explicarles el plan para poder conseguirla.

Mientras tanto, Jaz estaba absorta en sus pensamientos. Su nariz le palpitaba y estaba segura de que la tenía morada y rota. La imagen de esa figura oscura seguía apareciendo en su mente. Cada vez que cerraba los ojos, cada vez que pestañeaba, cada vez que miraba para sus costados veía a esa cosa acercándose a ella.

Sin dar explicaciones, se levantó de golpe y corrió hacia el escenario desesperadamente. Pilar, una chica que acababa de despertarse entendió su intención y la siguió. Jaz se encontraba en frente de una puertita escondida detrás del telón. Estaba abierta. Su agitación se aceleró. Bajó por la escalerita seguida por Pilar, entrando a un pequeño cuarto en el aula de plástica. Ahí se guardaban todas las obras viejas que hacían durante los años, como un enorme caballo de papel o cuadros pintados. Había una puerta azul que daba a una habitación con seis mesas largas con sillas orientando a un pizarrón verde cerca de dos lavabos. A la derecha se encontraban los estantes con las carpetas de arte y los útiles y pinturas. Para salir de ese lugar tenías que pasar por un pasillo que daba a otro donde estaba la escalera de primaria, la puerta del teatro y la fotocopiadora.

Pili terminó de entender por qué Jaz estaba tan asustada. La sombra podría haber entrado por ahí, ya que ese corredor se unía con el de los patios de recreo. Rápido, ella cerró la puerta azul y la trabó con un montón de cosas que encontró, cubriendo toda la entrada. Obligó a su amiga a subir las escaleras. Estaba completamente pálida con la mirada fija en la puerta. Para cerrar la puerta del escenario, usó un palo largo de madera que había en el cuartito.

Orientó a Jaz hacia Sofi, que las miraba con preocupación a las dos. Pilar le indicó con una mirada de luego te explico. Sofi llevó a su amiga pálida a una colchoneta y le obligó a recostarse. 

Todos los despiertos se acercaron a Pili.

–Recordó que el teatro está unido al aula de arte, y no cerramos esa puerta. Solo se preocupó de que la sombra haya entrado por ahí –explicó.

–Tenemos que tapar todas las posibles entradas al teatro.

–Feli, hagámoslo los dos, rápido.

Iván y Felipe se dispersaron por el teatro cerrando todas las ventana y puertas que pudieran encontrar. Pilar se dirigió a Valen.

– ¿Escuché mal o algunos chicos fueron a buscar comida?

–No, escuchaste bien. Tade, Franco y Juan acaban de salir.

–Pero no los pueden dejar solos. Mirálo a Facundo, ¡está moribundo!

–Ya sé. Pero algo tenemos que comer, ¿no te parece?

⭒†††⭒

– ¿Sienten que los están observando?

Juan Cruz caminaba detrás de ellos mirando constantemente a su alrededor.

–Todo el tiempo –contestó Franco.

– ¿Me recuerdan el plan?

– ¿Otra vez, Tade? Vamos al salón parroquial, entramos al baño y pasamos por un pasillo que nos lleva a mantenimiento y de ahí vamos a buscar toda la comida que podamos del quiosco.

– ¿Y si nos atrapa la sombra?

O lo que sea que esté ahí, pensó. Todos se habían estado refiriendo a eso como una sombra, ya que ninguno excepto Facundo la vio de cerca. No tenían idea de cómo era, solo podían hacérsela por las descripciones de Jaz y Feli, pero hasta que su amigo inconsciente no despierte no podrían saber nada.

–Mala suerte –dijo Juan con un escalofrío.

Entraron al salón parroquial haciendo fuerza con la cerradura, una amplia habitación vacía con pisos de madera y ventanas largas en uno de los costados dando al patio principal. En el fondo había una pequeña puerta blanca. Al haber entrado los tres, Franco cerró la puerta de madera. Caminaron a través de la sala escuchando el ruido de sus pasos rebotar por las paredes.

Llegaron a la puerta. Dentro había un corredor pequeño con tres puertas. La de la derecha abría hacia una pequeña cocina; la izquierda a un pasillo que te llevaba a la sala de mantenimiento; y la de enfrente tenía un lavadero con un inodoro.



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En el texto hay: sufrimiento, muerte, amistad

Editado: 26.02.2021

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