Habían transcurridos unos minutos y Sam y Francis no dijeron ni una sola palabra.
Sam se frustró tanto por ello que se atrevió a hablar a pesar de la advertencia de Francis:
— ¿Quisieras hablar un poco más sobre los informes de Heart and Cure? De verdad, no me gusta el silencio.
Francis no se enojó, ni expresó nada, solo continuaba caminando con su típica expresión.
—No.
Sam rodó los ojos.
—Bueno…
El camino llegó a su fin al toparse con una gran puerta de hierro. Había un panel al lado. Sam lo accionó pero nada, estaba dañado.
Francis se acercó para ojearlo. Asimiló con la mirada que podía tratar de repararlo y continuar con su camino.
Sacó al poco rato unas herramientas de una cajita pequeña que tenía en unos de sus tantos bolsillos, y luego se dirigió a reparar el panel.
Sam se impresionó un poco.
—Es sorprendente ver cómo los de la APAB están capacitados hasta para abrir puertas —comentó Sam, con los brazos cruzados y con el cuerpo recostado a la pared en gesto de espera.
—Tenemos que estar preparados para todo.
—Y… ¿cuánto tiempo te demorará reparar eso?
—Unos cuántos minutos, seguramente.
Sam resopló con desánimo. Pero, se aguantó las ganas de expresarlos para no impacientarse y no ganarse la mirada fría de Francis.
No obstante, quería acabar con el incómodo ambiente silencioso en el que estaba; escuchar ecos y nada que no fueran palabras, le traía malos recuerdos.
— ¿Por qué no quieres contarme más detalles sobre Heart and Cure? —interrogó Sam, sonando menos él para acceder a la información que esperaba oír.
—Porque no. —No hubo gestos que expresaran alguna emoción en las palabras de Francis.
A Sam le cayó pesado la respuesta que recibió, pero no dejó que quedara así y ya.
—Oye, Francis, si lo que temes es que yo abra la boca y riegue por allí la información que me puedas dar, pues, la verdad es que no estoy interesado y tampoco ganaría algo con hacerlo —indicó.
—No es que sea un secreto, Sam, y mucho menos me preocupa que abras tu bocota. Es solo que no hay suficientes pruebas y tampoco una gran información para entrar en detalles, para ser concreto.
Sam se rascó la barbilla.
— ¿Y cómo pretendes conseguir el resto de la información?
—Hay cinco supuestos involucrados en la mira. Sobre todo, a dos de ellos —contó Francis, aún con las manos en el panel—. Supuestamente, parecen ser los que entablaron conversación con algunos terroristas. No se sabe aún, puesto que sus identidades eran otras, aunque falsas.
—Ya…
Eso no lograba calmar la sed de curiosidad que Sam tenía, deseaba seguir indagando, pero no exactamente para conseguir un poco más de información sobre el hospital, sino sobre algo que le provocaba cosquilleo en la nuca debido que una pieza no encajaba en el asunto.
—Francis, solo por curiosidad, ¿por qué la APAB te asignó este trabajo solo a ti? No conozco bien tu agencia, pero sé perfectamente que son expertos para conseguir informaciones con tal de que el Estado no pueda verse afectado ante una mala cara por suposiciones.
— ¿Qué quieres decir con todo esto? —Francis volteó un poco hacia Sam, viéndolo por el rabillo del ojo, aunque fue por unos segundos y luego siguió con lo de arreglar el panel.
—Que simplemente no tiene sentido. Es como escuchar a un espía y no al mismo agente.
Apenas Sam finalizó sus palabras, ocasionó que Francis se desconcentrara, y como se consecuencia provocó un pequeñísimo corto que tomó su mano. La sacudió. Luego se dirigió con la mirada hacia Sam.
—Yo no hice nada —se defendió Sam, con los brazos arribas y hombros encogidos.
Francis no dejaba de sacudir su mano, hasta que dos o tres segundos después, dejó de hacerlo. Aún tenía recaída su mirada en él, y una vez que suspiró con fuerza, dijo:
— ¿Eras Capitán, no? —preguntó Francis, con severidad.
—Hum… Sí —Sam opinó que no era el momento para atreverse a ser él ahora.
Francis, quien tenía su ceño en forma de v y con las arrugas de la frente bien marcadas, bufó y expresó una sonrisa de repente.
—Con lo astuto que pareces ser, no me extrañaría. —No había sarcasmo en su tono de voz.
Sam se alegró que no terminara de otra forma. Luego bajó sus brazos.
—Es un don, supongo.
Francis lo dejó de mirar y volvió a trabajar en el panel.
—Como sea, no soy un espía, si es lo que querías descubrir.
Había cachado a Sam por las patas. Sin embargo, no expresó que fuera así para mantener el ritmo en seguir descubriendo más información.
—Entonces, ¿cómo explicas que tu agencia no haya conseguido tanta información? —prosiguió Sam con el tema—Y más cuando trabajan colaborativamente con la CIA, NSA, FBI…