Sobre(vivir)

Capítulo 16 - El bien y el mal-

Yasmin y Juan

 

-No me vas a matar- afirmó Juan, mientras sacaba el bate de su mochila.

-¿Por qué no?

-Si eres una cría - provocó Juan y cuando acabó de pronunciar la última sílaba Yasmin le rajó el brazo hiriendo superficialmente.

-¿¡Qué haces?!- preguntó disgustado el hombre, mientras se tiraba al suelo.

-¿Cría a quién?- demandó la joven apuntándole el cuchillo a la altura de la garganta; cayó el silencio, ambos se miraban fijamente, Yasmin notó algo en sus ojos que le provocaba miedo y pena a la vez.

-Te voy a curar, no es nada grave, pero no quiero que se infecte- afirmó Yasmin guardó su arma y buscó lo necesario.

-¿Ahora eres médico?

-Soy estudiante de medicina- afirmó - bueno, era- se corrigió.

-Has aprendido algo muy útil en este nuevo mundo- avisó Juan.

-¿Tú eres?

-Era bróker, no sé si…

-Sí, sé lo que es.

-Bueno, era eso, el trabajo más ineficaz en este nuevo mundo.

-Serás bueno en cálculos, en ingeniería social, son habilidades importantes.

Juan sonrió, adoraba que le hablaran así.

-¿Tú eres?

-Yasmin.

-Es un placer.

-¿Aunque yo te haya hecho daño?

-Sí, sabes, últimamente no veo más que sin cerebros.

La joven río: - me gusta el nombre.

-Es lo que son - afirmó. - ¿Y qué haces aquí? - preguntó curioso.

-Cogiendo cosas - contestó, mientras le cerraba la venda.

-¿Por?

Yasmin le miró, pero se quedó en silencio.

-Respeto, tus padres te enseñaron bien a no hablar con desconocidos.

-No sé diferenciar el bien y el mal en estos últimos días - explicó la joven.

-No sé si aún existen estos términos, seguramente esta situación hace que los buenos se hagan malos, quieren protegerse, es comprensible.

-No quiero acabar como tú- confesó Yas.

-¿Cómo, yo? - sonrío nervioso Juan.

-Cuando te apunté el cuchillo, en tus ojos vi una mezcla de paz y que no te importase.

-¿El qué?

-Morir.

-Tienes razón, vivir o morir es lo mismo para mí.

La conversación fue suspendida porque algunos muertos vivientes estaban paseando por el pasillo de aquella planta.

-Tenemos que irnos- afirmó Yas.

-Tengo un coche, aparcado aquí cerca.

-Vamos a mi casa, es un lugar seguro- explicó Yasmin.

-Vale, es hora de marcharnos - y es lo que fueron, salieron de la puerta que daba a las escaleras de emergencias, lamentablemente el patio que daba el acceso se estaba llenando de sin cerebros.

-Tenemos que salir por allí, como sea - avisó Yas.

-Lo sé, con el número que hay ahora, podríamos.

Los dos bajaron los escalones, juntos a Beethoven, y cuando estaban a pocos pasos de los muertos empezaron a atacar y correr a la vez, intentando evitar crear una horda a sus alrededores.

-Es aquel coche- afirmó Juan, sin parar.

-Genial, podemos llegar- concordó la joven. Consiguieron llegar al vehículo sin dificultades, mucha tensión y adrenalina, pero ninguna herida o muerte.

Se miraron y sonrieron: - Somos un buen equipo - confesó Juan. 

-Sí lo somos.

Los jóvenes aparcaron justo abajo de la entrada y subieron hasta llegar a la puerta.

-¿Piso de estudiantes?

-Así es.

Beethoven empezó a ladrar.

-Espera, ahora entraremos, sí- afirmó Yas, mientras le acariciaba la cabeza peluda.

-¡Taronja!- exclamó.

-¿Taronja?- preguntó Juan, sin entender lo que estaba pasando.

-¡Taronja!- volvió a decir Yasmin, su tono de voz empezaba a alterarse, tenía miedo que en su ausencia pudiese haber pasado algo, pero de repente un ruido hizo sonreír a la joven.

-Sara- dijo, mientras la chica abría la puerta y se tiró en sus brazos.

-Has vuelto.

-Como te había prometido. 

Cuando Sara se despegó de su amiga, miró al perro y a su dueño.

-Beethoven, el perro y él es Juan.

-Hola, es bonito ver caras nuevas- afirmó Sara.

-Para mí también.

Entraron en el piso y Lucía seguía como Yasmin la había dejado.

-¿Cómo está?

-La fiebre le subió, luego le bajó, no lo sé, movía los dedos, parecía que se iba a despertar, pero no, no lo hizo.

Yasmin suspiró y explicó: llevé medicamentos, gasas y vendas para cambiarle la herida, vamos a ver. 

Se sentó al lado de su compañera y empezó a curarle la herida.

-¿Qué le pasó? - preguntó Juan.

-Le mordieron y Yas tuvo que cortarle el brazo - contó Sara.

-Realmente si no fuese por ella ya estaríamos muertas - añadió.

Juan sonrió mirando como Yasmin cuidaba a su compañera.

-Tenéis suerte.

-Tenemos- le corrigió Sara. - Ahora vosotros también estáis aquí. 

El hombre agradeció sus palabras.

-Vale, yo ya le curé y le di algún antibiótico que no teníamos antes, esperemos funcione.

-Voy a preparar algo de comer- afirmó Sara dirigiéndose a la cocina.

-¿Me ayudas a prepararte la cama? - preguntó Yas.

-Cierto- afirmó Juan.

Y mientras Sara cocinaba, los dos chicos movían otro colchón al lado del sofá para el nuevo huésped y su amigo a cuatro patas.

-¡Esta sopa está exquisita!- exclamó Juan cuando probó la famosa receta de Sara.

-A tu amigo también le gusta- afirmó, mirando al Golden Retriever que ya se había acabado su ración de comida.

-Por agradeceros de la amabilidad os doy algo que seguro os encantará - afirmó Juan sacando unas galletas rellenas de chocolate con leche.

-Estas son mis favoritas- gritó Sara, mientras se levantaba y abrazaba a Juan. -Perdón, me emociono con poco- añadió.

-Me alegro de que os guste- sonrió el hombre.

-Muchas gracias - agradeció Yasmin.

-A ti, por no haberme matado.

-Antes no acabamos de hablar.

-Ya, tampoco es una historia interesante - afirmó Juan.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.