Sol De Medianoche

C a p í t u l o 1

Nunca he entendido la mayoría de las cosas que pasan a mi alrededor. Nunca he entendido porque la gente de este pueblo se hace imágenes predeterminadas de otras personas y las deja con esa imagen para siempre, hagan lo que hagan por quitársela después. Supongo que nunca lo entenderé, porque yo misma lo hago con algunas personas. Y a veces me odio por eso.

—Tierra llamando a Demi, tierra llamando a Demi.

No me había percatado de que había desconectado totalmente de la conversación que se suponía escuchaba hasta que uno de mis mejores amigos, Emmet, me llamó la atención.

Me puse roja como tomate cuando me di cuenta que había pasado de su cara olímpicamente, por segunda vez en diez minutos.

—Perdona Emmet, ¿qué me decías?

El rodó los ojos. Sabía que se estaba empezando a frustrar por la manera en la que rodó los ojos. Conocía todas sus muecas como si fueran mis muecas. Era extraño, pero era verdad.

—¿Estás segura de que no has salido de fiesta de nuevo? Estás como...

No le dejé terminar.

No podía permitir que terminará la frase que me destruiría y traería a todos mis demonios de vuelta.

—Emmet, mi promesa está intacta. No he salido de casa en todo el domingo hasta ahora.

Él asintió más relajado, mirando de reojo a Shane para comprobar que el también me creía. Quise rodar los ojos, pero eso solo hubiera empeorado la situación. Debía respirar y dejarlo pasar.

—Solo estoy cansada. —Dije, bebiendo un sorbo de la botella de agua que descansaba intacta en la mesa.

El domingo casi acababa y odiaba eso casi tanto como lo amaba. Era un sentimiento extraño, no tenía definición. Odiaba que el Domingo se acabará, pero no quería que dudará. Cuanto menos tiempo pasaba en casa, más lejos estaba de mis demonios y mejor se encontraba mi mente. Era más sencillo estar fuera que dentro.

—No te vas a creer quien está allí. —Comentó Emmet en un susurro casi inaudible. Sus ojos hicieron un pequeño gesto hacia arriba, indicando que me girara disimuladamente para mirar—. Es la primera vez que sale desde Enero.

—No soy buena disimulando y lo sabes Emmet, dime quien es.

—Si no lo ves no te lo crees, Dems. —Dijo ahora Shane, el cual estaba en la misma posición que Emmet.

Me rendí ante el hecho de que me lo dijeran, y tan disimulada como pude me giré hacía donde sus ojos parecían haberse quedado.

En una mesa apartada de todos, al final de la cafetería, se encontraban Selena y su hermano Edward. Mi corazón dolió al ver al último, pero traté de tranquilizarlo. Si que era raro verlos en un lugar público desde la tragedia. Apenas salían de casa, solo los podías ver en la escuela. No los culpaba, el accidente de sus padres fue fatídico, traumático para cualquiera.

Me obligue a mi misma a apartar mi vista de su mesa. Mi corazón dolía en mi pecho y mi garganta estaba seca. Bebí un trago de agua, tratando de no sollozar.

¿Por qué tenía que seguir teniendo este efecto en mi? ¿No se suponía que el tiempo curaba todas las heridas? ¿Por qué no curaba la herida de mi corazón cada vez que lo veía?

Y es que Edward Foster fue, era y sería mi perdición. Su pelo rubio ondulado, sus ojos verdes esmeralda profundos y su cuerpo increíblemente atlético eran como un imán para mí. Un imán que trataba de evitar tanto como pudiera.

—Necesito ir al baño un momento. —Dije yo, tratando de sonar casual. Vi la preocupación en los ojos de ambos—. Solo quiero retocarme el maquillaje, o llegaré a casa y mi padre pensará lo que no es.

Ambos asintieron, un tanto desconfiados pero dejándome ir. En la seguridad del baño deje que las lagrimas salieran de mis ojos.

Demetria, te habías prometido no soltar ni una sola lágrima por él nunca jamás.

Pero bueno, ya sabía que la iba a romper, así que no me debería importar.

Me apoye en el lavabo y mire mis ojos, los cuales estaban ahora rojos por las lagrimas. Inhale oxigeno pausadamente, calmándome. O pretendiendo calmarme por lo menos. Lave mi cara y busque las pastillas en mi bolsillo. Sabía que no debía depender de los tranquilizantes antidepresivos para calmarme, pero este era un caso de suma urgencia. Cogí una y me la metí en la boca, tragándola lentamente.

No estaba en mis planes que la puerta se abriera en ese momento. Y menos aun que la persona que se encontraba entrando fuera Selena Foster.

Pobre de mi corazón, demasiados disgustos para un solo día.

Las pastillas se escurrieron de entre mis dedos, aterrizando en el suelo. Debería recogerlas, pero no encontraba las fuerzas para hacerlo. Recé en mi fuero interno para que Selena no las hubiera notado.

Pero ella parecía no darse cuenta de nada que derivará en mi, ya que me ignoro de manera olímpica. Quería hablarle, sabía que eso me haría sentir mejor. Pero, ¿qué le dices a una persona que acaba de perder a sus padres y con la cual no hablas desde hace casi un año? ¿Qué tal estas? No lo creo.



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En el texto hay: adolescentes, problemas, amor

Editado: 02.08.2018

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