10 años después…
La princesa Alena yacía junto a su padre sobre los asientos reales, celebrando el décimo aniversario de la muerte de la reina Airana. Una gota cristalina se vio recorriendo la mejilla del rey Hasen, podrían pasar mil años, y jamás conseguiría olvidar al amor de su vida. Alena tomó su mano:
-Sé que desde arriba nos mira, y se siente orgullosa de verte reinar de la manera en la que lo haces. Te amo, papá, y sé que mamá también lo hará eternamente. Ahora celebremos, y hagamos este lugar brillar como lo hacía mi madre.
-Todo sería menos doloroso si tu hermana estuviese acá.- el rey desvió su mirada, cada vez que se conmemoraba la muerte de la reina, también se conmemoraba la desaparición de la princesa Aria.- También te amo, mi pequeña.
Alena se limitó a sonreír con amargura, se colocó de pie soltando la mano de su padre, y se colocó en el balcón de dentro del castillo, donde los vítores y aplausos comenzaron sin cesar.
-Buena noche, habitantes de Acirema del Sur- iluminó el lugar con su genuina sonrisa.- Es un verdadero honor tenerlos aquí, y es aún más el honor ser su princesa. Como ya es sabido, hoy se cumplen diez años de la muerte de mi madre, la reina Airana de Melias, día en el que decidimos también conmemorar la desaparición de mi hermana, la princesa Aria, y decir nuevamente, como cada año, que la seguiremos buscando. Disfruten esta noche, disfruten su vida, y gracias por venir, esta es su casa.- finalizó sus palabras con una reverencia, y las personas comenzaron a aplaudir.
Se giró sobre sus talones, y se encontró con la dulce sonrisa de su padre, quien la miraba con admiración y orgullo. Su padre se levantó, y con la mirada le indicó ir afuera, junto a él.
-Hija, tenemos que hablar de algo importante…
-Sobre el heredero al trono, ¿no? Sobre un matrimonio arreglado, ¿no? Papá, te vi escribiéndole cartas al rey de Acirema del Norte, sé que tiene un hijo…no hagas esto más largo, sabes que siempre me doy cuenta de todo antes de que suceda…-rió suavemente, en un amago de quitar la tensión del momento.
-Bueno, eh…mi discurso se ha ido por la borda, ya lo dijiste todo. Alena no soy eterno, lo sabes, tu hermana no está, y nada me gustaría más que reines todo este reino. Unir a Acirema del Norte y Acirema del Sur, traerá beneficios para el país, para ti, para nosotros. El rey Killian piensa igual a mí, esto no sucederá si no quieres…pero al menos dale una oportunidad al príncipe. Hazlo por nosotros-tragó grueso, mientras esperaba respuesta de parte de la princesa.
-Pero…-su padre la fusiló con la mirada.- le daré una oportunidad, pero necesito tiempo…
-Alena, el mundo no se detendrá por ti, no puede hacerlo. Tienes terminantemente prohibido salir de los muros, fueron creados para protegernos, para proteger a la familia real de los elfos oscuros, y no es conveniente que la única princesa salga de nuestro lugar seguro. Partimos en dos días, nos han invitado, y por favor hija, pon de tu parte, y piensa bien las cosas antes de tomar la decisión.-no esperó respuesta, y girándose dejó a su hija con la palabra en la boca.
-Já, sobre todo va a impedir, que quedando dos días para estar acá no saldré de los muros.-se mofó, yendo precisamente hacia su escape secreto.
La princesa se encontraba escabulléndose de entre la gente y los lugares, mientras se dirigía al pequeño hueco en uno de los muros.
-Ptss, princesa…¡hey!-Alena se quedó helada, rezando por su salvación.-¿qué hace acá? Sabe que es prohibido salir de los muros.
-Ah, eres tú -el jefe de tropas- siempre salgo, no es nada nuevo.
-Lo sé, princesa, pero cuando sale creo que nadie la ve, sin embargo, justo ahora yo la estoy mirando, y mi deber es no permitirle salir.-habló con suma delicadeza y paciencia.
-Oye…eres muy joven para actuar tan amargado, si tienes miedo de que vaya sola, ¿por qué simplemente no vienes conmigo?-alzó una de sus cejas, y sus ojos brillantes parecían querer hipnotizar al joven. En un abrir y cerrar de ojos, Alena corrió, mientras su risa no cesaba.
-P..pero, ¡princesa Alena!-soltó su espada y corrió tras de ella, maldiciendo en su cabeza el tener que lidiar con esto.-¿Princesa Alena? ¿Está bien? ¿Dónde est-
-¡Bu!- la mencionada salió de detrás de un árbol.
El joven sonrió y acorraló a la chica contra el mencionado árbol.
-Podré ser muy joven para ser tan amargado…pero usted es muy grande para ser tan desobediente, ¿no lo cree?-pareció darse cuenta de su acción y de sus palabras e inmediatamente retomó su perfecta postura.-Disculpe.
-Deberías sonreír más. No me presento, porque ya sabes quién soy-rió suavemente.- pero me gustaría saber con quién tengo el gusto.
-Soy Calen, el jefe de tropas de su reino, princesa.-gesticuló una reverencia, la cual fue imitada por la joven.
Alena iba a responder, cuando el crujido de las hojas secas se escuchó a los alrededores. Se acercó a Calen, comenzando a sentir eso llamado: miedo.
-¿Qué fue eso?- cuestionó y recibió un “shh” por parte del mayor.
-Ven, con cuidado.-caminó sigilosamente al lado de la princesa, situándose tras un árbol.
Se escuchó de nuevo el crujido.
-Calen…-recibió otro “shh”- ¿por qué tu si puedes hab-el índice del chico se situó en sus labios, callándola de inmediato.
Una persona pasó a su lado, se detuvo en seco al verlos. Sus ojos grises y brillantes captaron la atención del par, la luna iluminaba tenuemente el fino rostro de la chica misteriosa, quien en su rostro, bajo su capa, sobresalía un mechón blanco de cabello. Alena la miró. Colen la miró. La desconocida, huyó.
-Mi hermana…
Editado: 01.06.2020