Solitud y Sangre

Continuacion

Los días siguientes transcurrieron con una tensión constante en el aire. Mantuve mis rutinas habituales, pero siempre con un ojo puesto en el bosque, atento a cualquier signo de los extraños. El recuerdo de los hombres y su camioneta seguía rondando mi mente, despertando viejos instintos de supervivencia y vigilancia.

Mientras trabajaba en la huerta, reflexionaba sobre quiénes podrían ser. Tal vez eran cazadores perdidos o excursionistas curiosos. Pero la presencia de mapas y equipo especializado sugería algo más organizado. Sabía que las montañas podían atraer a todo tipo de personas, desde investigadores hasta buscadores de tesoros. Pero cualquiera que fuera su propósito, mi prioridad era mantener mi refugio seguro.

Una tarde, mientras exploraba un sendero poco transitado, descubrí un antiguo campamento abandonado. Las cenizas de una fogata y algunas latas vacías indicaban que alguien había estado allí no hacía mucho. Examinar el sitio me hizo sentir como si estuviera en una misión nuevamente, buscando pistas y tratando de anticipar los movimientos de otros.

El descubrimiento del campamento me inquietó. Decidí aumentar la seguridad alrededor de mi cabaña. Usé ramas y matorrales para camuflar mejor la estructura y construí un par de trampas sencillas alrededor del perímetro, diseñadas para alertarme si alguien se acercaba demasiado.

Las noches se volvieron más largas y solitarias, con el silencio roto solo por los sonidos de la naturaleza. Me acostaba con el rifle al alcance y dormía con un ojo abierto, siempre alerta. La sensación de ser observado no me abandonaba, como si los fantasmas del pasado se hubieran materializado en estos extraños que rondaban mi territorio.

Una noche, mientras estaba sentado junto al fuego, con un libro en las manos, escuché un ruido fuera de la cabaña. No era el sonido habitual de los animales del bosque, sino algo más deliberado. Me levanté lentamente y tomé el rifle, moviéndome hacia la ventana para echar un vistazo.

A través de la penumbra, vi una figura moviéndose entre los árboles, acercándose sigilosamente a la cabaña. El intruso estaba solo y parecía estar investigando el área, tal vez buscando algo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y respiré hondo para mantener la calma.

Decidí confrontar al intruso. Salí por la puerta trasera en silencio y rodeé la cabaña, moviéndome entre las sombras hasta quedar detrás de la figura. Apunté el rifle y llamé su atención con una voz firme pero controlada.

—¡Alto ahí! ¿Quién eres y qué haces en mi propiedad?

El intruso se detuvo y levantó las manos lentamente. Al girarse, vi que era un hombre de mediana edad, con ropa de excursionista y una expresión de sorpresa en el rostro. Parecía más asustado que amenazante.

—No disparen, por favor. Me llamo Mark. Solo estaba explorando, no sabía que este terreno era de alguien —respondió, con la voz temblorosa.

—¿Explorando? ¿Con qué propósito? —pregunté, sin bajar el arma.

—Soy geólogo. Estoy haciendo un estudio de las formaciones rocosas de esta área. No tenía intención de molestar a nadie, lo juro —explicó, bajando lentamente las manos.

Lo observé detenidamente, tratando de evaluar la veracidad de sus palabras. Parecía genuino, pero mi desconfianza natural no se desvanecía fácilmente.

—¿Tienes algún tipo de identificación que lo pruebe? —dije, manteniendo la distancia.

Mark asintió y sacó lentamente una cartera de su bolsillo, mostrándome su identificación y una tarjeta de la universidad para la que trabajaba. Examiné los documentos y finalmente bajé el rifle, aunque seguía alerta.

—Está bien, Mark. Pero este es un lugar solitario, y no aprecio a los visitantes inesperados. ¿Tu compañero también es geólogo? —pregunté, recordando al segundo hombre que había visto con él.

—Sí, él es mi asistente. Estamos aquí por unas semanas para recopilar datos. No queríamos causar problemas —respondió, con sinceridad en su voz.

Suspiré y asentí, devolviéndole sus documentos. La tensión en el aire disminuyó un poco, pero seguía sintiendo la necesidad de proteger mi refugio.

—Está bien. Pero mantén tu distancia de mi cabaña. No quiero sorpresas desagradables. Si necesitas algo, avisa antes de acercarte —dije, marcando mis límites.

Mark asintió y agradeció mi comprensión antes de regresar al bosque, donde su asistente lo esperaba. Los observé desaparecer entre los árboles antes de regresar a la cabaña, sintiéndome un poco más tranquilo pero aún vigilante.

La noche transcurrió sin más incidentes, y finalmente me permití relajarme un poco junto al fuego. Aunque la presencia de los geólogos había perturbado mi aislamiento, también me recordaba que no estaba completamente solo en el mundo. La interacción, aunque breve y tensa, me hizo darme cuenta de que necesitaba encontrar un equilibrio entre mi soledad y el contacto humano.

El viento soplaba suavemente fuera de la cabaña, llevando consigo el susurro de las montañas. Cerré los ojos y dejé que el sonido me calmara, recordándome que este refugio, por solitario que fuera, me había dado una nueva oportunidad de enfrentar mis demonios y buscar la paz que tanto anhelaba.



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En el texto hay: accion, suspense

Editado: 19.06.2024

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