Capítulo 9. Bianchi
Sólo Dame Nueve Meses
Y aquí estás Lia en el auto lujoso de Josh camino a la casa de su madre junto a la futura nuera.
—Estoy aquí sólo porque prometieron pagar la universidad de mi hijo nada más.
¿Qué carajos estás diciendo? Le acabas de decir al padre de tu hijo que pague la universidad de su hijo con su futura esposa. En nueve meses esto empeorará.
Necesito ir al médico hace tiempo no voy, perdí una cita. No sé absolutamente nada de mi bebé. No sé si tendré gemelo o tal vez tendré una semilla y ya.
— ¿Cómo describirías a la madre de Josh? —dice Ashley dirigiéndose a mí.
— ¿Yo? —contesté.
—Sí, dime. Tú ya la conoces ¿Cómo la describirías? Estoy algo nerviosa.
En serio no quiero decirle que la veo como una bruja con botox, pero no me gusta mentir.
—Seré sincera. Es el diablo usando sostén.
— ¿Es en serio Lia? —dice Josh en carcajadas.
¿Qué? De todas formas la verá así. Ese es el concepto que tienen todas las mujeres de su suegra. Peor cuando es millonario, creen que su hijo es un bebé que necesita amamantar.
—Sí. Es lo único que puedo decirte.
—Ay tú siempre tan divertida Lia —ríe dándome golpecitos en el hombro.
¿Divertida? Perdí mi diversión hace mucho, diversión era estar con Josh, Sophia, Jessica, Archie, Zack y Camelia saliendo de fiesta, comer helado y disfrutar de la vida. Creo que todo eso se terminó cuando Ashley llegó. Josh está más serio que Abraham Lincoln, se porta más responsable, no habla mucho y parece un hombre de cuarenta, viejo y aburrido, con la típica niña rica dándole vida a él y a su rabo verde.
Josh está en el volante y Ashley está en el asiento del copiloto, mientras yo voy aquí sentada atrás, cosa que nunca hice en mi vida. Sentarme atrás del auto de mi mejor amigo ¿Desde cuándo?
Llegamos a la propiedad de los Bianchi. Es inevitable decir que es hermoso. El lugar es pintoresco, es como si fuese sacado de una pintura. Hay muchos árboles, el ambiente cambia a colonial solo con pasar ese gigantesco portón que dice "Bianchi". Muchos viñedos están a mi izquierda y derecha, el camino no es muy bueno pero creo que eso le ayuda a darle un toque rústico y romántico a todo el paisaje.
Josh se estaciona frente a la inmensa mansión. Sus colores son perfectos un blanco pálido baña toda la casa y pequeños retoques en café alrededor de las grandes ventas. Me quedo boquiabierta al ver todo esto, la última vez que vine no disfruté tanto el lugar tal vez porque los nervios me estaban matando.
Bajó del auto y me pongo mis gafas de sol que me quedan perfectas con este vestido rojo vino, espero verme presentable después de todo son los Bianchi.
—Al menos hubiera traído algo en las manos, no lo sé un vino tal vez —le digo a Josh.
Es incómodo llegar con las manos vacías a un lugar.
— ¿Vino? Eso es lo que más beben aquí. Además no te preocupes, estás aquí para ser atendida no para atender —Asiento con la cabeza y acomodo mi cabello. Espero que eso sea cierto.
—Que nervios —dice Ashley dando brinquitos.
—Tranquila sólo trata de no ponerle mucha mente a esa bruja —le susurró.
—Espero no terminar mal —dice.
—Eso veremos. Pero no te preocupes podemos salir corriendo juntas de aquí.
—Estoy lista para conocer a la bruja—ríe—Vaya espero que no me mate por querer casarme con su hij...
— ¡Ciao Buongiorno! —Una voz femenina con acento italiano imperdible grita llamando la atención de todos. —¡Oh! pero mira que donna tan hermosa eres.
— ¿Eh? —Pregunta Ashley confundida
—Eres preciosa, tal como Josh dijo.
—Gracias supongo—ríe y encoge los hombros.
— ¿Qué? ¿Exorcizaron a tu madre? —le digo a Josh quien está al lado mío con una sonrisa de alivio.
—Empiezo a pensarlo —dice.
Apuesto a que le hicieron las cincuenta sombras de Grey anoche.
—Es un gusto al fin conocerla señora Bianchi —dice la rubia dándole un abrazo a Silvia.
—Ay por favor querida, llámame Silvia —dice la anciana.
—Está bien —ríe.
—Mamá Lia también está aquí —dice Josh señalándome.
En cuanto dice eso pongo los pies en la tierra y saludo con una sonrisa.
—Ya lo noté —Su voz cambió en un santiamén. Luego me miró de pies a cabeza —Hola Lia —dice arqueando una ceja.
—Hola Silvia —contesté.
—Oh no linda... dime Señorita Bianchi si no te molesta.
Sí, ahí está la mujer que conozco.
Sonrío algo avergonzada y fijo la vista en Josh. Él pinta una sonrisa apenada.
Todo por este idiota, no estaría aquí nunca si no fuera mi mejor amigo.