Capítulo 18. Sólo lluvia.
Sólo Dame Nueve Meses
Y aquí estoy caminando como una loca en las calles de Boston, Sophia me lo recomendó y no perdí nada con intentarlo. Tal vez justo ahora mi mejor amiga está disfrutando la vida con su nuevo novio y el padre de mi hijo está gozando con una rubia. En serio me he sacado la lotería últimamente.
Veo unos deliciosos hot-dogs y mis tripas rugen como León, pero recuerdo que ya no tengo dinero para derrochar.
¡Bien! Lia, estas mejor sin Josh, él no te quiere en su vida y tú quieres vivir una vida sola. Aunque no tengas trabajo. Oh no, Lia Miller conseguirá dinero y un trabajo mañana por la mañana.
Narrador
La alarma de Lia timbra con la canción que ya se le está haciendo demasiado molesta. Una pequeña voltereta y un intento por parar esa alarma hacen que caiga de espaldas en el suelo, dándose el "tercer golpe del año". Decide ponerse de pie luego de dar unas muy fuertes maldiciones y recordar que hoy buscaría trabajo.
Lia estudió mercadeo. La brillante idea viene a su mente de un golpe, buscar trabajo de lo que sea, a pesar que terminará con cinco dólares, algo ya era algo.
Cepillo su oscuro cabello, depilo sus cejas y se maquillo con mucha estética.
— ¡Hoy volverás con un trabajo Lia Miller! —se decía a sí misma al verse al espejo de su pequeño baño.
"Boston estaba perfecto para salir de paseo, como siempre lo hacía con Josh... ¡Saca esos pensamientos de tu cabeza!". Tal vez la mitad del día pensó en Josh.
Lia se detuvo y contemplo un pequeño pero decente bar, procedió a entrar y clamó a todos los dioses de los bares mentalmente antes de hablar.
— Disculpe...
—No hay puestos para nadie más —interrumpió una voz femenina que no se escuchaba muy contenta.
—Pero... —Lia intentó hablar pero se le negó nuevamente con un movimiento de cabeza.
Suspiro y asintió, salió del lugar con su bolso Channel, regalo de Josh. Ella pensó que si tenía que buscar trabajo tenía que ser con glamour.
Dirigió su vista al cielo y le lanzo una sonrisa, "es el primer intento, falta mucho que recorrer " pensó.
Un salón de belleza estaba a dos cuadras y recordó que no sabía nada de belleza pero valía la pena intentar.
La campanilla del lugar sonó, al abrir la puerta de ese saló. Diez ojos dirigieron la vista a la muy llamativa castaña. Era lógico, su vestimenta era demasiado perfecta, no siempre le gustaba vestirse con estilo. Ella les lanzo una agradable risa pero los diez ojos rodaron su vista y algunas personas bufaron con tan sólo verla. "¿Por qué todos están así de molestos hoy?" preguntaba en su cabeza. Volvió a rezar a todos los dioses de los salones de belleza.
—Hola soy Lia... Lia Miller — dijo la castaña dirigiéndose a una de las recepcionistas.
Los ojos de la mujer que tenía un teléfono en su oreja recorrieron todo el cuerpo de Lia. Lia dirigió su vista a su vestimenta, tal vez llevaba algo que no encajaba.
—Espera un minuto— hablo la mujer mientras mascaba un molesto chicle — ¿Disculpa? —esta vez se dirigió a Lia.
Lia tomo aire y pensó diez veces en lo que diría.
—Mi nombre es Lia y quiero trabajar aquí. No soy experta en esto, pero juro que los dejaré boquiabierta.
—Estás embarazada, en este salón no se puede trabajar en cinta —Lia rodó sus ojos y maldijo a la mujer, maldijo el lugar y maldijo el chicle de la mujer.
¡Siete! en siete lugares había probado, y ni siquiera había podido sacar su currículo, cosa que ya la tenía por explotar.
Bufo y dio siete patadas en cada lugar al que fue. Maldecía cada lugar y luego rezaba para ser perdonada. Completamente exhausta y con los pies muertos por los inadecuados tacones para caminar se dirigió a un lugar que ni siquiera miro de que se trataba.
Tumbo la puerta y un señor de edad que le pereció conocido dio un pequeño salto al verla.
— ¿Disculpe? —dijo el anciano con voz ronca.
—No me corra de aquí. ¡Sólo escúcheme! —exclamó Lia con sus últimas esperanzas.
Suspiro y exhalo, cerró sus ojos y parpadeo varias veces. Apretó sus puños y se preparó para hablar:
—Sí, estoy embarazada. Pero puedo trabajar. Sí, no tendré experiencia, pero juro sorprenderlos. No bebo, no fumo, no voy de fiestas, soy puntual. ¡Por favor contráteme! —grito con mucho pulmón en la oficina del anciano que no quitaba su rostro de confusión.
—Señorita no estamos buscando a nadi... — Las lágrimas de Lia interrumpieron la respuesta del hombre — ¿Está llorando? —preguntó aún más confuso.
—He estado buscando trabajo todo el día, le he rogado a millones de dioses imaginarios —hizo un puchero —Pero... Vea —Lia traga saliva y suspira para controlarse, pero sus lágrimas siguen brotando — ¿Se ha enamorado?... ¿No? Ok le contaré. Mi mejor amigo está enamorado de una australiana, linda y perfecta, pero yo estoy enamorada de él. Sus ojos nunca me han visto de otra manera, bueno sí, pero hace tiempo. Lo peor es que tengo un bebé que es de él. Quiero tirarme de un barranco por mi gran ¡Terquedad! No quiero decirle por miedo, pero creo que eso me está destrozando el corazón y sinceramente... Necesito el amor de mi mejor amigo— Su respiración aumenta y sus lágrimas brotan desconsoladamente —Lo siento —masculló ella mientras sollozaba.