Solo déjame amar

Capítulo 1

Se le quedó viendo fijamente al afiche de la campaña electoral del actual alcalde del pueblo, sintió náuseas y repulsión al pensar que ese ser despreciable estaba lanzándose por cuarta vez consecutiva a las elecciones, y ya imaginándose la inminente victoria que este tendría ya que nadie se atrevía a postularse a competir contra él. Indignado y con resignación se colocó bien la mochila al hombro y continuó con su camino, miraba a su alrededor con detenimiento y se preguntaba cómo las personas de ese pueblo de tan solo 200 habitantes podían vivir tranquilos, si estaban bajo una dictadura o al menos así era para él, no podían tener un vocabulario vulgar o los mandaban donde el cura del pueblo a confesarse y cumplir penitencias, las niñas no podían usar pantalones o shorts  y debían usar siempre color rosa o de “niña”; y como esas reglas, habían otras igual de absurdas pero que nadie se atrevía a incumplirlas.

 Se detuvo en la esquina de la calle esperando, como todos los días, a que apareciera su mejor amiga Nicole, sonrió al recordarla, la amaba y no en el sentido romántico como casi todo el pueblo pensaba, sino porque ella mejor que nadie sabía su situación y lo apoyaba, más bien, los apoyaba ya que su novio era el hermano de Nicole. El sonido de una bocina lo sacó de sus pensamientos, miró hacia la derecha para ver quién lo había molestado y se dio cuenta que era su niña, como él le decía de cariño.

 Nicole al ver a su amigo en la esquina perdido en sus pensamientos, dejó salir una ligera sonrisa y es que había algo en ella que no la dejaba tranquila desde que se despertó ese día por la mañana. Era una fea sensación que la inquietaba, pero no le tomó importancia y cuando detuvo el auto enfrente de su castaño amigo se rió un poco, porque él seguía tan perdido en su mundo que no se dio cuenta que ella había llegado. Tocó el claxon del auto para que la volteara a ver y se carcajeó al ver como el chico pegó un brinco en su lugar. Con las mejillas sonrojadas Jacob caminó hacia el auto y se sentó en el copiloto, volteó a ver a su amiga y ella lo miraba con mucha diversión Gracias por el susto de muerte que acabas de darme - le reprochó a su amiga y ésta no pudo contener la carcajada por más tiempo en su garganta y la dejó salir en todo su esplendor Perdóname pololo, pero a la próxima no mandes tu mente al tercer cielo - le respondió una vez que dejó de reír mientras ponía en marcha el auto con rumbo al instituto. Nadie habló en todo el trayecto que duró el viaje, que fueron alrededor de diez minutos.

Iban caminando tomados de la mano por uno de los pasillos de la escuela y podían sentir como eran el centro de atención en ese momento, algo incómodos con todo esto, siguieron su camino hasta su primera clase - ¡Como odio las matemáticas! - dijo Nicole con dramatismo, tomando asiento junto a Jacob, él solo sonrió a la negativa de su amiga. Pasados unos minutos en el salón donde se encontraban se hizo un silencio que descolocó al par de amigos, levantaron sus rostros y vieron la escena que se desarrollaba enfrente de ellos.

Diego se encontraba caminando hacia su asiento, pero lo que dejó a todos mudos era ver a la persona que venía tomada de la mano de él; una chica rubia, de lindo cuerpo. Esta era la tercera chica que veían con Diego en la semana, y eso que estaban en jueves. Jacob al ver la escena se le formó un nudo en su garganta, ya tendría que estar acostumbrado a este tipo de situaciones, pero no era así; estaba harto de seguir aparentando ser novio de Nicole cuando en realidad con quien salía era con Diego. Y una idea un tanto suicida se formó en su mente, estaba dispuesto a hacerlo realidad para que no se quedara solo en su imaginación. Desvió la mirada y continuó su conversación con su niña, aunque ella trataba de seguirle la corriente como que, si nada pasaba, podía ver el dolor que su amigo trataba de ocultar. Justo cuando estaba dispuesta a levantarse de su asiento y dirigirse hacia su hermano cuando fue interrumpida con la llegada del profesor, no le quedó más remedio que acomodarse en su asiento y poner atención a la clase, no sin antes mirar en dirección a su estúpido hermano, que se comía la boca de esa rubia oxigenada, sin importarle lo que su novio sintiera al presenciar tal cosa.

Era la hora de almuerzo y el par de amigos se encaminaban hacia la cafetería, siempre tomados de la mano; aunque en un principio lo hacían por costumbre y el cariño que se tenían, ahora era más bien para mantener las apariencias y que nadie sospechara de la verdadera relación que tenía Jacob con Diego. Pasaron por el pasillo donde se encontraban sus casilleros y se detuvieron al ver un papel color verde pegado en el casillero de Jacob, esto solo significaba una cosa. Se dirigieron una mirada cómplice y a paso veloz con su corazón acelerado Jacob se encaminó a la cancha de la escuela, corrió para poder llegar hasta donde se encontraba su novio.

Detrás de las gradas se encontraba Diego demasiado ansioso y feliz de que por fin después de una mañana llena de frustración y gran actuación de su parte, tendría entre sus brazos al chico que lo volvía loco; escuchó unos pasos acercarse rápidamente a donde se encontraba y sonrió de manera automática, se giró hacia donde provenían los pasos y rápidamente un cuerpo masculino lo abrazó por el cuello invadiendo su espacio personal. El chico correspondió al abrazo de su amante; poco a poco se separaron y se miraron fijamente, finalmente unieron sus bocas en un ardiente beso que subía de nivel con forme pasaban los segundos y los minutos; a ellos no les importaba nada más en ese instante, solo eran ellos, ese sentimiento llamado amor que cada día crecía en sus corazones.

Eduardo paseaba por los pasillos de la escuela, buscando a su mejor amigo Diego, necesitaba pedirle los apuntes de la clase de matemática a la que no entró por quedarse dormido. Recordó que a su amigo le gustaba ir a la cancha de fútbol para poder estar a solas – Sólo de ridículo - se dijo a sí mismo y comenzó a caminar en esa dirección. Una vez en el lugar vio que no había nadie ahí, maldijo su mala suerte, estaba a punto de salir y un movimiento detrás de las gradas llamó su atención. Con mucho cuidado y sigilo comenzó a acercarse. No distinguió a nadie de los que estaban ahí, pero supuso que era una pareja, ya que ese lugar parecía bueno para besarse a escondidas. Le entraron ganas de reírse por la travesura que estaba a punto de cometer, se sintió como un chiquillo en ese instante, pero continúo acercándose. La felicidad se fue de golpe de su cuerpo y quedó paralizado por lo que sus ojos veían, las personas menos esperadas para él estaban detrás de las gradas. Quería que fuera un mal sueño, que lo que estaba presenciando fuera producto de una mala pasada de su mente. Un sentimiento destructivo comenzó a apoderarse de su cuerpo, sentía como la rabia, el enojo y la decepción comenzaban a invadirlo, no pudo controlarse y se acercó a paso veloz a donde estaban los protagonistas de tan repulsiva escena. 



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En el texto hay: cuento, gay, amor adolescente problemas complicados

Editado: 11.07.2020

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