Sólo Déjame Amarte

Capítulo 1.

Venecia

— ¡Veneciaaaaaa! — fue así como el grito de mi "padre" me levanta desde el otro lado de mi habitación. Lo digo entre comillas porque él no es mi padre biológico, pero ha sido el hombre más increíble e importante que tengo y ha sido lo que más he amado durante los últimos 16 años

— ¡Mierda! — exclamo asustada — ¡Ya voy! — grito de vuelta levantándome de sopetón. Sé que está enojado porque hace aproximadamente treinta minutos que me tuve que haber levantado. Estoy muy ansiosa, hoy se supone que tenemos que estar viajando a Rusia, para encontrarnos con el que será mi compañero de equipo, se estarán preguntando qué tipo de compañero, bueno les daré una breve introducción:

<< Soy parte de un estilo de agencia, que se infiltra en las mafias para poder desbancar todo desde adentro. Lo hacemos más que todo por medio de tecnologías que hemos creado nosotros; somos entrenados desde pequeños para lograr entender sistemas con códigos, pero aparte de esto, también entrenamos combate tipo defensa, así tenemos entrenado nuestro cuerpo y nuestra mente, pero volviendo al tema anterior, Isaac cree que necesito "ayuda extra", que mi compañero en tecnologías informáticas, Theodore, Theo para mí, no es suficiente, que necesito alguien que entienda todo el sistema Ruso, toda la mafia Rusa, que necesito alguien que sea igual a ellos, así que sí, mi compañero será uno de los delincuentes Rusos más buscados del mundo, no me pregunten como haré, ya que no sé cómo carajos lo haré, pero Isaac dice que soy lo suficientemente inteligente y capaz como para llevar la situación ¡MIERDA! Mientras les daba una pequeña introducción de mi vida, estaba intentando vestirme pero resulta que me enrede con los jeans y me acabo de caer de cara contra el piso, suerte que no me rompí el cuello y ahora tengo la nariz rota y un tapón en ella. Voy corriendo, bajando las escaleras y cuando Isaac me ve, me detiene con asombro y atisbos de preocupación


— ¿Que te pasó? — me pregunta al ver que estoy sangrando

— Y nada — contesté con un ademan, intentando restar importancia — me tropecé y caí al enredarme con los jeans — él me mira con los ojos entrecerrados, agarrando mi pequeño bolso de mano y camina conmigo mientras me acompaña al comedor. Desayuno lo más rápido posible mientras lo veo desaparecer por las puertas del comedor. Al terminar, agarro y me llevo la maleta que hemos preparado el viejo y yo, ya que un día antes, me dejó su ropa para empacarla junto a la mía.


Hace 30 minutos que estamos en la sala de embarque y no dejo de mover mi pie izquierdo, es una mala maña que tengo cuando estoy nerviosa.
— ¡Joder! Venecia deja de hacer eso — pide Isaac junto con mi otro gran amor, Victorio D'Batifolle, el chico que conocí cuando tenía 7 años y que me consoló el día en que mis padres murieron, es como un hermano mayor, tiene 27 años, y es el mejor amigo que pueda existir, le pidió a Isaac acompañarnos porque no me deja sola ni a "pedo"

— ¡No puedo! — exclamé observándolos — estoy nerviosa, ME CAG! — no terminé de pronunciar la grosería porque la gente que pasaba a nuestro lado, se quedó observándome

— ¿Qué pasó? — preguntó el moreno. Victorio era un chico que media aproximadamente un metro con ochenta y tantos centímetros, moreno y de cabello negro, junto a unos preciosos ojos negros

— Se me olvidó sacar a Portos, creo que soy la peor dueña del mundo, che. No puedo creer que olvidé sacar a mi perro — dije nerviosa y algo rabiosa

—Tranquila,  Peti. Lo saqué antes de salir — me tranquilizó y recordé que se quedó conmigo ayer

— ¡Gracias grandulón! — le grité mientras una sonrisa aparecía en mi rostro y le abracé con cariño

— Pasajeros del vuelo 207 destinos a Rusia que tengan las sillas del 1 al 10, hacer el favor de embarcar — informó un hombre por el micrófono. Al Isaac tener un estatus tan alto, por el hecho de ser el director de la agencia acá en Argentina, puesto que ocupaba mi verdadero padre antes de morir, y uno de los tipos más inteligentes que conocido, siempre procura que tengamos todo lo mejor, por ende, estamos en primera clase.
Me acomodo en mi asiento al lado de Vico, Isaac está en la otra fila al lado de la nuestra, apenas dijeron que nos abrocháramos los asientos, caí en un sueño profundo, donde los Pandas y Unicornios, y muchas veces con Pandicornios, inundan mi cabeza, un poco infantil para una chica de 23 años, pero bueno, ¿qué puedo hacer?

— ¡Petiza! — me levanta el grito de Victorio, un amor de hombre

— ¡No hice nada malo! — Contesto de vuelta y cuando me doy cuenta, Victorio se está riendo de mí — ¡Ya desperté, demonio maldito! ¡No me grités! — reprocho y todos nos quedan mirando mientras yo le tiro una mirada furiosa y él sigue riéndose a costa mía.




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