Sólo Déjame Amarte

Capítulo 6.

Venecia

Me levanté y vi a Sergey en su cama leyendo. Su semblante estaba serio, y tenía una total concentración así que pude detallarlo un poco, facciones duras, pero que a la vez eran suaves, como si las hubiese dibujado un Michel Ángelo, en su defecto un Monet o un Rafael. Mis tres pintores preferidos

— ¿Qué lees? — La respuesta que obtuve fue una mirada rápida y se volvió al libro — Buenos días — saludé para intentar obtener su atención

— ¿Son buenos para ti? — preguntó aun sin subir la mirada hacia mi rostro, con un tono algo serio y una pizca de ironía. No sabía que había hecho para obtener tal actitud por su parte, puesto que desde hace unas horas cuando me levanté a la mitad de la noche, le pregunté y solo obtuve una respuesta banal junto a tres piedras en la mano

— ¿Se puede saber por qué la actitud? — mi voz sonó algo dura, ya que estaba intentando nuevamente llamar su atención, queriendo que posara esos hermosos ojos azules, que me sonriera de la forma más bonita que he visto

— No, no se puede y más bien anda a bañarte, y no te caigas, no quiero tener que levantarte — responde nuevamente con mala gana, sin sonreír, sin mirarme y con el tono aún más frío con el que me ha hablado. Así que decido solo agarrar mis botas tipo militar, mis leggings negros, una blusa me Mickey Mouse gris medio ombliguera, me meto a la ducha, me baño rápido el cabello, me enjabono; estoy de malas pulgas, ya que aún sigo sin entender por qué la actitud tosca del ruso.

Termino la ducha, salgo, me seco el cuerpo, luego me envuelvo el cabello con la toalla, me visto, no me gusta maquillarme mucho, simplemente me delineo los ojos y me pongo algo de pestañina. Regreso nuevamente a la habitación ya vestida y con la toalla en el cabello, el ruso sigue en la cama

— Ya te podes bañar, ruso — aviso con un tono suave. Él me voltea a mirar, pero no dice nada, solo cierra el libro, se levanta y agarra sus cosas junto con una toalla

— Prefiero que me llames Sergey y no ruso, Venecia, mantengamos nuestros espacios — y sin decir más, sale hacia el baño. Me quedo aturdida, me dan ganas de llorar, no sé por qué ahora parezco una nena, que quiere ir a donde su madre o su padre y llorar hasta quedarse dormida, sé que puede ser una exageración, pero así se siente la impotencia y en ese momento tenía sentimiento de impotencia. Sacudo mi cabeza y pongo la valija que había traído con mis cosas, para prepárala así que guardo mi pijama y lo de cuidado personal, sin embargo seguía pensando en qué le pasaba al que ahora me dijo que le llamara Sergey, no sé qué le paso, después de que habíamos hablado con Vico y molestamos, se puso algo triste y ahora el pibe está completamente molesto como si le hubiésemos recordado algo que le hizo mucho daño. Sentí una lagrima correr por mi mejilla, lo primero que pensé fue ir por el libro que me regaló mi viejo, lo abrí donde él me había escrito una nota, al leerla, sentí lo mucho que los necesitaba, que los extrañaba, sé que los perdí cuando era aún muy niña y que Isaac siempre se ha comportado como un padre, pero quisiera el consejo de mi madre con el chico, sé que ella sabría que decirme, miré la foto y sentí una gran tristeza en mi corazón junto con un vacío, necesitaba sentirme cerca de ellos, seguí leyendo las muchas anotaciones que me hizo mi padre para poder entender el libro, no sé cuántas veces me lo he leído, pero lo que sí sé, es que siempre que lo leo encuentro algo completamente nuevo, hace un tiempo encontré que mi padre tenía una gran fascinación por el amor que tenían Beatriz y Dante, y de hecho ahora lo encuentro igual de fascinante, ya que era un amor sin egoísmo, sin correspondencia y tristemente sin esperanza, pero aun así teniendo en cuenta cada uno de esos puntos, él la amó, ella era su razón de existir. Seguí leyendo cada una de las anotaciones, sonreí al ver la caligrafía tan bonita que tenía mi viejo, aunque hay algunas partes borrosas por los años del libro, se logra entender en su totalidad, me hubiera gustado discutir cada uno de los libros que he leído con mi padre, pero la "divina comedia" me parece una obra sobre la transición del pensamiento medieval al renacentista aparte de esto era el libro más amado por mi Pablo De Agostini y ahora es mi libro más amado. No sé cuánto duré leyendo, siempre que lo leía me sentía mejor, como si el hombre que me lo regaló estuviera hablando conmigo y en cierto modo me estaría dando algún tipo de consejo. Terminé de leer por el momento y abracé el libro, el ruso aun no salía, así que simplemente cerré la valija, tendí mi cama, tendí la del rubio, cerré la ventana del balcón, y llamé a Isaac, esperé que me contestara pero no lo hizo, no me agarró el celular, intente nuevamente y nada, así que me decidí llamar a Vico, esperé y esperé

— Hola — saludó mi mejor amigo al otro lado de la línea




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