Venecia
El abrazo duró un rato bastante largo, Sergey consentía mi espalda, eso me tranquilizaba. Sentí lágrimas acumulándose, sé que últimamente he llorado mucho pero lo necesito. No me quiero soltar así que lo acerco más a mí, pongo mi cabeza entre su cuello y su hombro, él tiene una mano enredada en mi cabello y la otra en la espalda, aunque esté llorando, me siento en paz, nunca me había sentido así, Sergey ha sido mi ancla muchas veces, en momentos donde me he derrumbado y él me ha sostenido
— Ay perdón, perdón, te manche la camisa con mis lágrimas, perdón —intento separarme, pero él no me deja
— No me interesa, Nessie, acá estoy y esa es una promesa que no pienso dejar de cumplir — su tono era suave, cálido, me apreté más a su cuerpo, me di cuenta que tenía más tatuajes en el centro de la espalda, arriba completamente, visualicé que era un nombre
— ¿De quién es el nombre que tenes en la espalda? — pregunto haciendo círculos en ella
— De mis padres y mi hermano, me los tatué a los 14 años, con un tipo que rompía cualquier regla — rió entre dientes y le seguí la risa, nos separamos y me miró, me secó las lágrimas con suma delicadeza y me consintió la mejilla
— ¿Mejor? — Preguntó, le asentí mientras me limpiaba un poco más las lágrimas — pareces un Pandita — la forma en que lo dijo, fue cariñosa y me lo imagino, tengo que tener la pestañina toda corrida
— Lo sé — lo miré, y tenía su mirada fija en mi — ay, qué vergüenza, me veo muy mal, ¿no? Sí, pésimo, perdón, y te manché acá, déjame arreglarte, ay, perdón — estoy hecha un manojo de nervios. Me sonríe, me agarra la mano y hace círculos en ella
— Tranquila, Nessie, te tienes que relajar de vez en cuando y no es malo llorar, solo hazlo, descarga todo y que te valga mierda lo que piensen los demás, aunque no me gusta verte así, pero sé que es bueno para que te desahogues y toda esa mierda — limpia nuevamente las lágrimas acumuladas
— ¿Te diste cuenta que dijiste mierda dos veces en una sola oración?
— De lo que me doy cuenta es que la palabra mierda es parte crucial en mi vocabulario, soy así, nena — el tono utilizado es de cheto, me da risa
— Gracias por estar, Sergey — me limpio con las mangas de mi sudadera, observo el piso, él levanta mi barbilla y me mira serio, mostrándome esos maravillosos ojos azules
— Como te he dicho antes pequeña, es una promesa — y esas palabras quedan encerradas en ese instante, es instante donde todo es perfecto
— ¿Sabes lo que es una promesa? — quiero saber cuál es su respuesta, que me diga lo que significa para é
— Es un contrato, Nessie, y entre más grande la promesa, más grande el contrato, en este viene también la letra chiquita, que dice que estaré contigo en las buenas y en las malas, que te cuidaré, porque desde el primer día en que te vi, cuando te conocí, esa promesa empezó a tejerse, y cada día que pasa, se está tejiendo de a poquito, hasta que esa misma promesa, sea un largo camino. Muchas veces el hilo de esa promesa se templará tanto que pensaremos que se romperá, pero entonces nos daremos cuenta del poder de la promesa y seguirá tejiéndose, hasta hacer un camino infinito. — Siento que me cuenta un cuento. La suavidad y la calidez con la que dio su respuesta, me encerró nuevamente en él, lo miro y lo único que quiero hacer es abrazarlo nuevamente, así que lo hago, pero esta vez me paro, me siento muy pequeña, pero me sienta en su regazo, mientras me abraza más fuerte. Los días pasan y al hacerlo, me vuelvo más cercana él, como si se estuviera rompiendo un muro
— Gracias, Sergey, por cierto, ¿algún día me leerías un libro? — pregunto al levantarme nerviosa de su regazo, aunque no estaba incomoda en esa posición, estaba reconfortada
— Bueno sí, pues no habrá problema, pero, ¿por qué quieres que te lo lea?
— Jmmm cuando me dijiste lo de la promesa, me di cuenta que serias un excelente narrador y me gustaría que me leyeras, bueno si vos lo querés — me dirijo con rapidez hacia a la puerta
— Pues sí, ¿a dónde vas? — pregunta ya que tengo medio cuerpo por fuera del laboratorio
— A dejar de ser Pandita, iré al baño, regreso en 10 minutos — salgo del lugar y veo que Theo está dando las clases, camino con rapidez al no querer que él se dé cuenta que he estado llorando.
Llego al baño, está desocupado al parecer, pero escucho a alguien vomitando, me dirijo para saber si necesita ayuda
— ¿Quién está ahí? — Nadie contesta, pero hace un ruido, que me muestra que ha estado vomitando, vuelvo a tocar pero no me dice nada — Hey, ¿estás bien? — pregunto nuevamente, pero nada, hasta que decidí abrir yo por mi cuenta. Lo que vi, no me lo esperaba. Me encontré a Abigail, allí tendida en el suelo, vomitando — Heyyyy, ¿qué pasó? —me arrodillo a su lado
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amor como arma para salvar el mundo, familia como principal pilar, amigos como fuerza inicial
Editado: 19.02.2019