Sólo Déjame Amarte

Capítulo 29. Una situación poco común.

Venecia

Al levantarme al día siguiente, observe mi reloj, faltaban 5 minutos para iniciar mi día, así que decidí quedarme acostada viendo el techo durante ese momento. Tenía muchas cosas que pensar, entre ellas como haríamos con Abigail y su bebé, ya no podría ser agente, pero tampoco Isaac sería tan cruel de mandarla a la calle, así que supongo que le tocará trabajar de maestra u otra cosa, en cuanto a Dante no he hablado con él y ya mañana es la "cita", no sé si quiero o no ir, es decir Dante es un gran tipo, me siento cómoda en su compañía, pero si soy sincera no me muero de ganas por ir, ¿eso me hace una mala persona?

— ¡Duendeeeee! — Mel grita para asustarme y me pego contra la pared que está pegada a mi cama

— Pendeja teñida — contesto el grito de vuelta mientras ella reía, me sobaba la cabeza en el lugar donde me pegue

— Tu celular está vibrando, tomá — me alcanza el móvil, vi que era un mensaje de Abigail, lo abrí inmediatamente

Abigail: "Necesito que vayamos ya, la angustia no me dejó y no he dormido en toda la puta noche”

Yo: "Si querés podemos ir en 1 hora, después de comer"

Abigail: "Ok"

Guardé mi celular, esa chica está pasando un mal momento, me colgué viendo el techo, hasta que Mel me mando un almohadazo

— ¡Qué cara —  exclamo pero no puedo terminar porque la teñida me corta

— Si no querés que te tire almohadazos, entonces no me ignorés — está irritada — ¿quién era? — pregunta con ambas manos en la cadera

— Nadie importante, Mel — me frunce el ceño

— Habla ya, Venecia, ¿qué me estas ocultando? — se cruza de brazos

— Mel, no te estoy ocultando nada, che, o bueno no algo mío — refuto, bufo y ruedo los ojos

— ¿Perdón? — Pregunta indignada — ¿Venecia, qué pasa? — ahora está enojada

— Melanie, por favor te pido, no es algo mío, sabés que si fuera algo mío te lo diría de una vez, pero me pidieron eso como un secreto y no pienso romper esa confianza — ahora la que está irritada soy yo, odio que se ponga así

— Jmmm Okay, digamos que te creo, ¿pero está todo bien? — pregunta agarrando una toalla 

— Sí, está todo bien, andá a bañarte — respondo intentando persuadirla, ella me mirá sabiendo mis intenciones, pero de igual modo sigue su camino.

Me terminé de vestir y salí de la habitación para el comedor, vi a Abigail en una de las mesas sola, decidí sentarme al lado de ella

— Buen día — saludo. Portos se sienta a mi lado, hace un ademán, está realmente pálida, con ojeras — ¿Qué pasa que no estas con Natasha? — me mira, sus ojos están sin vida, realmente toda ella está apagada. Le pongo mi mano en el hombro — Hey, todo estará bien, en serio

— Me pelee con Natasha en la mañana, y no, no está todo bien, me siento una mierda, Venecia, no me siento preparada para lo que viene, soy una mina que ni con ella sola puede, ¿cómo podré con un pibe o una nena? ¿Ahhh? No sé qué mierda haré — unas cuantas lágrimas se acumulan en los ojos

— Si uno tiene fe, todo se puede, te lo aseguro, si no mírame a mí — me observa y me da una sonrisa triste, no me gusta verla así, de hecho no me gusta ver a nadie así, si fuera la mismísima Natasha, la ayudaría, ya que me gustaría que me ayudarán en una situación así — ¿Estas lista? — pregunto por cordialidad, puesto que sé que definitivamente no lo esta

— Definitivamente no — responde con nostalgia — pero lo necesito – admite levantándose de la mesa

— Espérame a la salida, dejaré a Portos con Vico — ella asiente. La veo irse y me dirijo a la mesa de Vico

— ¿Lo puedes cuidar hasta que llegue Mel? — Hago una súplica, me mira extrañado, pero asiente con la cabeza — Gracias, te amo — le doy un rápido beso y salgo del lugar.

Hace un rato que llegamos a la clínica de la academia, Abigail no quiere entrar, está muy nerviosa y dice que tiene náuseas

— Hagamos esto de una vez por todas, sácate las dudas — estoy algo frustrada. Se encoge de hombros, pero camina hacia el consultorio del Doc., suspiro y le sigo.

Al estar frente al consultorio de Sandro, la miro y la veo asentir levemente. Toco la puerta

— Pase — es la voz del doc., al otro lado de la puerta

— Somos nosotras — abre inmediatamente — ¿Cómo estás? ¿Tenés los resultados ya? — saludo a la vez que pregunto, el hombre hace un ademán y sonríe para que sigamos




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