Me desperté por la alarma de mi celular. Algunos rayos del sol se colaban por la ventana. Me puse las pantuflas y me dirijí al baño.
Despejes de hacer mis necesidades, baje las escaleras, olía delicioso.
Al entrar a la cocina mi madre me recibió con una sonrisa.
—Buenos días bella durmiente. ¿Cómo amanecistes? —Pregunta, mientras me sirvo un poco de jugo de naranja.
—Bien, ¿Y tú? —Tomó un sorbo.
—Bien. ¿Tu hermano ya despertó? —Negué con la cabeza. Minutos después, mi hermano apareció bostezando.
—Hola mocosa. —Me removió el cabello.
—Te he dicho miles de veces que no me haga eso. — Protesté.
—Uy, amanecistes de malas. —Levantó sus manos en seña de rendición. Le entre cerré los ojos. —Vale, tampoco he matado a un perro.
—Ya niños. Parecen unos crios peleando. —Nos regañó mi madre.
Bufé, si claro.
—¿Cómo te va con? —Pronunció su nombre con suavidad. Me quedé sin decir nada durante unos segundos.
Actúa como si no ha pasado nada.
—Ah sí, vamos bien. —Me encogí de hombros.
Oh sí, claro, demasiado bien.
Cállate.
Cállate.
Qué pesada.
Mira quién lo dice.
—¿Hija? ¿Te sientes bien? —La voz de mi madre me trajo a la realidad. —Comenzasté a mover tu cabeza, de una forma..., Extraña. —Pusó una mueca.
—Si estoy bien.
Mentirosa, mentirosa.
—Bien. Ahora prueba tu plato, por favor. —Suplicó.
Mi madre era una mujer muy alegre y sobre todo cariñosa, pero no lo era conmigo. Sí, no me gustaba el contacto físico.
××××
—Por favor, acaban de abrirla. —Comentó Katie, mi mejor amiga. —Tenemos que ir, sí o sí. —Dijo moviendo su cabello castaño a un lado de su cara.
—Es que es ¡mejor un cine! —Chilló Isis, mi otra mejor amiga. —¿Verdad que sí? —Me preguntó.
—Por mi no hay rollo. —Respondí, restándole importancia, mientras me encogía de hombros.
—¡Ves! ¡Su voto cuenta por dos! —Dijo con cierto entusiasmo Katie.
—El cine es mejor que ir a ver ropa, carísima por cierto. —Contestó con amargura Isis.
—¡Pero si tú eres rica! —Se empezaron a pelear.
—¿Y? —Contestó perpleja. —Qué sea rica no significa que te voy a comprar ropa. Ese dinero va para...
Le interrumpió. —Libros, Netflix y bla bla bla. —Dijo rodando los ojos.
—Cosas que valen mejor, que ropa carísima. —Se defendió.
—¿Por qué todo lo tomas tan mal humor? —Expresó. Volviendo a rodar los ojos.
—Lamentó que mi humor, te lastime. —Le respondió con una sonrisa falsa.
—Que aburrida. —Desaparició por el pasillo.
Las dos comenzamos a caminar en dirección al salón. Lo que más me gustaba de Isis es que sabe que responder para toda clase de conversación.
—Buenos días jóvenes. —Comentó la maestra una vez adentro del salón. Algunos respondieron con un "Buenos días maestra." —¿Alguien se acuerda de lo que vimos la clase pasada? —Silencio. —A ver Marie, ¿Qué vimos?
××××
—¿Ya nos podemos ir? —Preguntó Isis por milésima vez. Al final decidimos venir a ver la ropa "carísima." —No entiendo por qué te pruebas la ropa una y otra vez ¡Es lo mismo!
—Claro que no. —Se defendió Katie. —¡Mira! Esta minifalda negra no conbina con una blusa de tirantes negra. —Apuntó a las dos cosas.
—¡Pero si el negro conbina con todo! Además, si usas esa con una minifalda y unos tacones negros altos, te verás bien.
—¿Te sientes bien? Estás hablando demasiado. —Se burló Katie. Isis le saco el dedo del corazón.
Editado: 09.11.2021