IV
Siento su sorpresa al principio. Me alejo un poco, pero ella pone sus brazos en mi cuello y me regresa el beso. Ahí dejo de pensar. Olvidó que es mi mejor amiga y todas las razones por las que he tratado de evitar esto desde hace algún tiempo.
No es diferente a cualquier otro beso que haya tenido, pero si se siente diferente. Es explosivo, pero con los matices dulces y tranquilos de Bianca. En algún momento nos separamos. Mi frente sobre su frente. Mi mirada sobre sus ojos aún cerrados. Siento que aprieta un poco su agarre sobre mi cuello, y con eso caigo en la cuenta de que tengo mis manos en su cintura.
¿Y ahora?
Mi mente conecta de inmediato.
¡Caray!
La suelto y me alejo. Ella pierde un poco el equilibrio.
-Eh… yo. – Empiezo, pero entonces un ruido estruendoso se escucha en la habitación.
Bianca y yo compartimos una mirada rápida antes de salir del baño.
Me asomo con sigilo detrás de la puerta. Escucho a Bianca lanzar un susurro quejoso sobre estar mareada. Pero mi total atención está en el extraño en la habitación.
No tengo idea de quién es, lleva lentes y una capucha gris.
-Se ve como un espía novato. – comenta Bianca, y agradezco en silencio que el alcohol sea el que hable, de lo contrario probablemente estaría entrando en pánico.
La lampara de noche está en el suelo, hecha añicos. El chico está buscando algo en mi ropero. No se ve mayor, a lo mucho tiene veinte. Me pregunto que está buscando entre mis cosas, sea lo que sea más le vale dejar de desacomodar mi ropero, maldición.
-Voy a salir, quédate aquí. - le susurro a Bianca.
- ¿Qué vamos a salir?
-No, tú no. Yo voy a salir.
-Está bien.
Camino lentamente, y con solo unos pasos me doy cuenta que no tengo un jodido plan.
Joder, joder, joder.
Bianca es la de los planes, después de entrar en pánico probablemente se habría piñizcado a sí misma, habría suspirado largamente y luego habría pensado algo más inteligente que solo salir a la vista de un intruso que quizá tenga algún tipo de arma.
Cómo si la hubiera invocado con el pensamiento, aparece detrás de mi haciéndome dar un salto del susto. - ¿Qué hacemos ahora? – habla en un grito susurrado
- ¿Qué haces aquí? Te dije que te quedaras allá. - le respondo en el mismo tono
- Dijiste que ibas a salir, no que me quedé allá
- Bueno con eso quería decir que te quedes allá
- Querías, pero no lo hiciste, solo dijiste que ibas a salir…
No la dejo continuar, le tapó la boca con mi mano y la dirijo nuevamente al baño.
Antes de llegar la luz del cuarto se enciende. Me quedo quieto, puedo sentir mi pulso en el cuello. Miro a Bianca con miedo. Ella también me mira.
Pero no es miedo lo que veo en sus ojos.
Por favor, no.
Le ruego con la mirada que haga silencio.
Cállate
Pero Bianca borracha no entiende de ladrones peligrosos. Se ríe, con una gran carcajada.
Y yo solo ruego que nos haya tocado un intruso con paciencia.
Y sin armas.
Editado: 16.11.2020