LEER AL FINAL DEL CAPÍTULO
Capítulo 1 ∞
Los guardaespaldas detrás de nosotros no llaman la atención para nada. Ni hablar del auto en el que estamos. ¿Quién no llama la atención en un auto negro con los vidrios polarizados, y un par de autos iguales a cada lado? No hay que ser muy inteligentes para saber que alguien con mucho dinero está en ellos. Y al “Gran Dereck” no le falta, le sobra por montones. Miro atrás, por el espejo retrovisor como mi madre junto a Dereck están mirando las calles con una sonrisa. Dereck le está señalando con su dedo por la ventanilla y ella solo le dice cosas en susurros. Mi padrastro, o lo que equivale a eso el ser esposo de mi madre, es un hombre de treinta y ocho años que le ha ido muy bien en la vida. Saber elegir una buena carrera, tener buenas notas y elegir unas bunas amistades le dieron frutos a su carrera. No sé qué hizo, pero encontró unas fosas de petróleo del tamaño de la ciudad. No quiero imaginar como será su casa, no bueno, mansión. Porque este tipo de clase social no tiene casitas sencillas, sino unas mansiones donde desperdician su dinero. Yo haría lo mismo, ¿para qué tener guardada el dinero? Mejor se gasta.
Parece que los perdí. Lo siento, comenzaré por el inicio del inicio.
Mi padre fue un buen padre, los dos primeros años. Eso dice mi mamá. Luego que se fue a quien sabe dónde, solo fuimos mi mamá y yo. Ambas disfrutando de ambas. Mi niñez fue en Óregon, mi preadolescencia también, y ahora pasaré mi adolescencia aquí, en Miami.
—¿Siempre tendré que ver tantos autos? —pregunto mirando al conductor que mira delante, con sus anteojos negros— Porque no podré.
—Así siempre tendrá que salir, señorita.
—Dime Melis. —propongo, incómoda.
Voltea su cara a mirarme un momento y ver una pequeña sonrisa en su rostro.
—Soy Marck.
Sonrío. Si así serán todos los empleados de Dereck, me gustará. Miro a mi derecha, ya que estoy de copiloto, pues no quería estar al lado de ambos tortolitos que está embarrados de miel empalagosa. Mi madre se resistió, pero Dereck me dio el permiso. Las calles de esta ciudad son muy diferentes a las de Óregon, son más lindas y con gente que camina vestida de pies a cabeza de marcas costosas. Cuando ingresamos a un complejo de casas, no, digo mansiones cerca al mar por el olor fresco que se siente. Nos detenemos frente a unas rejas de color negro que recorre casi la cuadra completa, mide tres metros, a un lado de esta está una pequeña caseta donde se encuentra el portero que nos hecha un vistazo nos abre. A medida que avanzamos, los arbustos se ven bien cuidados como los árboles que lo rodean para no darle más vistazo al interior. Avanzamos por una corta pista, hasta llegar a una fuente que de círculo que derrama agua. Se estaciona frente a la mansión que da un encanto minimalista, y un poco hogareño. Bajo del auto, mirando maravillada la casa de tres plantas. Dereck baja detrás, caminando hacia adelante y extender sus brazos a sus lados señalando la casota.
—Bienvenidas a su nueva casa. —dice efusivo, con una sonrisa bien marcada.
Baja sus brazos, y se acomoda su costoso traje azul rey que no tengo ni puta idea como lo tiene puesto, en este tremendo calor.
—Madre mía. —susurro, mirando a mi madre que se pone a mi lado con una sonrisa pegada en el rostro.
Dereck nos hace una seña con su mano avanzando a la entrada de la casa. Entramos por unas puertas de casi tres metros de alto, apenas se ingresa todo grita dinero, mucho dinero. Las paredes de color crema, las baldosas que brillan mostrando nuestro reflejo. Es en pocas palabras costoso, todo, simplemente todo. Y cuando digo todo, es todo. Desde el pequeño adorno que tiene encima de una mesita que está en la sala por donde pasamos, hasta el candelabro que lo cuelga en lo alto de la sala.
—Vamos a tu habitación. —dice mi madre con entusiasmo, teniendo un brillo singular en sus ojos marrones.
Ese brillo no lo veía desde hace mucho y me gusta que lo tenga. ¿A quién no le gusta ver a su madre feliz? Asiento y sigo a Derek y mi madre subiendo las escaleras de forma de recta que nos muestra un amplio pasillo que es largo y ancho. Caminamos unas cuantas puertas que están cerradas, de diferentes colores y modelos.
Nos detenemos en una que es simple pero moderno como todo lo demás. Pintada de un color celeste sumamente claro, que tengo que achinar mis ojos para distinguirlo. Que, tan solo viéndolo, la pintura se me hace costosa. Gastando con solo la pintura, ¿Cómo será el interior?
—Adelante. —me dice Derek con una sonrisa simpática.
Abro la puerta con cuidado, mostrándome una habitación enorme. Pintada de color celestes igual que la puerta, con manchas que parecen nubes en todas las paredes. En una esquina veo una cama King Saiz en diagonal con una cabecera que tiene unos detalles encima, sobre una encimera en triangular para que entre. Aun lado un sofá de color plomo que con el sol unos detalles brillan en las esquinas. En otra esquina un tocador con un gran espejo que tiene luces a su alrededor, de un color blanco con toques plateados. Y el suelo de una madera oscura.
—Wow. —susurro, asombrada por todo lo que estoy viendo.
Miro unas puertas francesas del mismo color que la puerta, que tiene unos vidrios que muestra un balcón que da a toda la fachada de la propiedad.
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Editado: 12.11.2021