Solo tu tienes mi amor ©

Capitulo 2

OSCAR

 

Mi vida es un fracaso tras otro, tratando de seguir el camino que mis padres me han destinado hace cuatro años, pero sinceramente se me hace imposible. Hago de todo para seguir adelante, porque he roto mi promesa de ser el hijo ejemplar que ellos han querido... Ese hijo ejemplar se ha ido el día que dejaron de existir. No soy el mejor ejemplo para mi hermana y lo peor de todo es que me alejé de las personas que nos apreciaban y los apreciábamos. Aquellas personas con las que pasaba todo el día divirtiéndome, su cariño que nos mostraban con el tiempo que pasaba cuando mis padres viajaban por el trabajo.

 

Mis padres ya no están, por lo que intento mantener a mi hermana que hace lo posible para que vivamos la vida que nos merecemos... Ella es la que se comporta como adulto, mientras yo me pierdo en la bebida y despertándome al día siguiente con diferentes mujeres. He decidido desaparecer de nuestro hogar de crianza para respirar otro tipo de aire, pero ha resultado para peor. Olivia tiene que pasar las noches sola en la casa porque yo desaparezco por ahí y no asimilar que ellos ya no van a estar para mí, mucho menos razonar que tengo una hermana a la que debo terminar de educar.

 

En este momento me encuentro quien vaya a saber donde, con una mujer de cabello rojo desnuda y me rodea con sus brazos en mi abdomen. Apenas he dormido en las pocas horas que he estado aquí y es poca la noción que tengo de como llegué hasta aquí, pero solo recuerdo haber mantenido relaciones con esta desconocida... Como lo hago cada vez que salgo de los boliches de la ciudad. Ya es como una rutina de la que ya no me sorprende, mucho menos que recuerde como llego a tal lugar, sólo tomo un taxi y voy hacia mi casa, tampoco me importa cuanto me cuesta.

 

Como puedo, quito los brazos de... En realidad no lo se y ni me importa, no creo verla más. Busco mi ropa y me visto, saliendo del lugar sin que ella se despierte. Una vez que salgo del lugar, tomo el bendito taxi dándole la dirección de mi casa y trato de no dormirme hasta llegar. Una vez dentro me encuentro con mi hermana durmiendo en el sillón de la sala con su pijama puesto y suspiro al ver que en dos años que hace que salgo por las noches, ella aún me espera.

 

- Olivia...- le golpeo su hombro- Olivia, despierta.- veo que mueve sus ojos, señal que está despertando.

 

- ¿Recién llegaste?- me pregunta frotándose sus ojos y asiento- Algún día tienes que terminar con esto, Oscar. No podré soportar el día que me llamen para avisarme que estás preso, sabes que no tengo derecho de ir a buscarte... Aún soy menor de edad.- se sienta mirándome triste.

 

- Eso no va a pasar, enana.- le devuelvo la mirada con una sonrisa- No llegaré a ese extremo, te lo prometo.- asiente y beso su frente- Ahora iré a dormir.- subo la escalera, llego a mi habitación y me acuesto con la ropa puesta, cayendo en un profundo sueño.

 

El sonido de un mensaje que ha llegado a mi celular me despierta. Estiro mi brazo en busca del mismo y cuando lo encuentro abro el mensaje. Hoy a la noche en el boliche El Águila, te veo en la entrada. No me falles amigo. Walter Gonzalez es mi amigo de la universidad, compañero de aventuras y gracias a él he llegado hasta aquí con mi vida... Es un escape a lo que me depara el futuro.

 

Miro la hora, son las cuatro de la tarde y mi estómago ruge de hambre, ni hablar del dolor de cabeza que tengo, aunque ya estoy acostumbrado a eso. Un vaso de agua y una pastilla ocupa una parte de mi mesa de luz con una nota a su lado... Fui a la casa de Mariela, tal vez me quede allí a dormir, así que no me esperes y diviértete en la noche. Olivia. Bebo la aspirina con el agua, me levanto de la cama y camino directo hacia el baño. Me quito la ropa que aún huele a alcohol y me repugna. No se como puedo beber si su olor me da asco. Abro el grifo y me meto bajo el agua.

 

Ya fuera de la ducha, me visto con lo primero que veo: bóxer gris, chomba roja, pantalón jean y ojotas. El calor está en su punto alto. Bajo a la sala a encender el aire acondicionado y espero a que cambie la temperatura del lugar. Camino hacia la cocina, busco un vaso y me sirvo jugo frío de la heladera, bebiéndolo todo hasta sentir el frío en mí estómago. Vuelvo a la sala sentándome en el sillón y enciendo la televisión. Hago zapping hasta encontrar un partido de fútbol, me entretengo y me iré cuando sea de noche.

 

Son las once y media de la noche, estoy en la espera de que mi amigo llegue hasta aquí y poder disfrutar de la noche agradable que se presenta en este momento. Después de veinte minutos, se acerca con dos mujeres de grandes siluetas y una de ellas me sonríe, respondiéndole de igual manera con un guineo.

 

- ¿Qué onda amigo?- pregunta Walter a medio beber- Te las presento... Ella es Marisa- señala a la de su derecha- y ella es Rocío, la que te acompañará en esta noche.- la suelta de su abrazo y ésta se acerca a mí- Buena suerte, Oscar.- se aleja y ni siquiera he podido hablarle.

 

- Hola guapo, me encantan los rubios.- con un brazo rodea la parte baja de mi espalda y con su mano libre acaricia mi mejilla llegando a mi nuca e invade mi boca.

 

Le devuelvo el beso tomándola por su cadera y la acerco más a mi cuerpo. Cuando separo mis labios de los suyos, la miro de abajo a arriba. Tiene un par de zapatos de tacón alto, un corto vestido que deja todo a la imaginación, pero con demasiado maquillaje para mi gusto... Eso es lo que menos me importa. Tomo la iniciativa al besarle de nuevo y en mi pensamiento aparece la chica de la que nunca la he quitado de mi mente. De la nada siento que me separan de Rocío recibiendo un puñetazo en mi mentón y caigo al asfalto.



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En el texto hay: policias, amor de infancia, huerfanos

Editado: 30.04.2018

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