Solo tú y yo

6

—¡Olivia te quiero en el jardín en cinco minutos! —grita mi madre a través de la puerta.

Escucho sus pasos alejarse por el pasillo y me aparto del espejo una vez que he comprobado que todo está correcto.

Hoy nos acompañaran Marc y su familia, por eso en vez de bajar a comer con ropa cómoda, como hago siempre, decidido arreglarme un poco más. He elegido un vestido amarillo oscuro sin mangas y con detalles floreados y lo he acompañado con unas sandalias color beige.

Para mi sorpresa, la familia Fortier ya está en el jardín cuando yo llego. Mi madre y Celine al igual que Marc y Bruno ya están sentados a la mesa. Mi padre se encuentra enfrente de la barbacoa acompañado por Antoine, están preparando hamburguesas y charlando plácidamente.

Las barbacoas familiares son una tradición que mi padre instauró hace unos años para poder pasar todo el día en familia en casa y olvidarse un poco del trabajo. Una norma de las barbacoas en familia es que no están permitidos los teléfonos y menos en la mesa. Es un momento para estar en familia o al menos intentarlo. Mis padres siempre aprovechan para ponerse al día de cómo ha ido nuestra semana e intentan que la comida no termine en una pelea.

Lo cual últimamente es muy frecuente.

Mis padres siempre se han llevado bien, han tenido sus más y sus menos como cualquier matrimonio, pero nunca han conseguido que mis hermanos y yo nos llevemos bien.

Bruno se cree que ser el hermano mayor le da poder sobre mí y se equivoca. Me controla demasiado y pocas veces he podido llevarle la contraria. Además, él siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, sin preocuparse por lo que dirán los demás o la reputación de mi padre.

Joséphine tiene un carácter muy difícil de llevar y está pasando una mala época, por eso le dejo su espacio. Desde muy pequeños, siempre ha preferido ponerse del lado de Bruno y aunque ya tengo asumido que nada va a cambiar entre nosotras, me gustaría tener con ella otro tipo de relación. Ojala pudiera contarle mis inquietudes, mis problemas y pedirle consejos.

—¿Qué haces aquí parada? —me dice Joséphine cuando pasa a mi lado y acto seguido me golpea con el cuerpo haciéndome que pierda el equilibrio.

La sigo con la mirada y veo como se sienta junto a Bruno. Apoya la cabeza en el respaldo de la silla y fija la mirada en el cielo. Lo dicho, está pasando una fase difícil o eso quiero pensar.

Malorie pasa por delante de mí corriendo y no me da tiempo a saludarla, está muy ocupada persiguiendo a una mariposa. Me dispongo a ir hacia la mesa, pero alguien tira de mi camiseta obligándome a parar.

Bajo la mirada y me encuentro con Malorie que extiende sus manos para mostrarme lo que ha atrapado. Me deja ver muy poco para evitar que la mariposa se escape, pero ha conseguido atraparla.

—Es muy bonita —le digo agachándome para llegar a su altura, acaricio su mano y no se aparta como el primer día que nos vimos. Eso me hace pensar que tal vez Marc le ha hablado de mí.

Malorie se aleja y se acerca a su madre para enseñársela a ella también.

—Se te dan bien los niños —me dice Marc nada más sentarme a la mesa.

—Me encantan —le digo y no puedo evitar sonreír. Marc posa su mirada en mis labios y eso consigue ponerme aún más nerviosa de lo que ya estaba. Lo tengo enfrente y noto al instante el efecto que tiene en mí.

Desvío la mirada e intento apartarme ciertos pensamientos de la cabeza.

—¡Ya están listas! —Mi padre se acerca a la mesa con un plato lleno de hamburguesas.

Lleva puesto su delantal favorito, en el que pone con letras bordadas: Je suis le meilleur père du monde. Se lo regalamos como regalo de cumpleaños y lo usa siempre que cocina para nosotros. Lo luce con mucho orgullo.

—Que aproveche —decimos todos al unísono.

Me preparo la hamburguesa con los mismos ingredientes que de costumbre y comienzo a comer. Cada vez que le doy un bocado no puedo evitar fijarme en que Marc no me quita los ojos de encima.

—Mamá, ¿me puedes pasar el agua por favor? —digo y señalo la jarra del agua con el dedo.

Marc centra su atención en Malorie que mueve las manos haciendo ... movimientos sencillos.

—Dice que ya lo hace ella —informa Marc.

Le veo mover la cabeza animando a su hermana a coger la jarra y acercármela. Malorie la coge con sus dos manos y la coloca a mi lado. Le pido a Marc que se lo agradezca de mi parte y asiente rápidamente.

En cuanto terminamos de comer, mi padre y Antonie se marchan al salón a tomar una copa y mis hermanos y Marc entran en casa.

—Olivia, cariño, ¿por qué no le enseñas a Malorie tu habitación? Estoy segura de que le gustara pasar tiempo contigo ahora que os vais a ver más a menudo.

Quiero preguntarle a mi madre a que se refiere con eso, pero me dedico a asentir con la cabeza. Malorie entrelaza mi mano con la suya y me acompaña escaleras arriba hacia mi habitación.

En el pasillo se escuchan las voces de Marc y Bruno, dentro de la habitación de mi hermano. Me encantaría entrar y ver realmente que hacen cuando se encierran ahí dentro, pero el gran cartel que tiene en la puerta me recuerda que no permite pasar a su habitación a nadie que no sea él o un invitado.

Malorie abre la puerta de mi habitación y se queda sorprendida al ver el interior.

Mi habitación suele sorprender por la gran dimensión que tiene y porque mi madre puso mucho esfuerzo en que pareciera la habitación de ensueño, la que todo el mundo desea tener. No fue un trabajo sencillo, tuvo que contratar a una diseñadora de interiores específicamente para crear un espacio personalizado en el que estuviera a gusto.

La cama de matrimonio, cubierta por sabanas de color verde esmeralda, se encuentra en el centro de la habitación y a los lados, hay dos mesillas de color blanco. Todos los muebles van a juego, por lo que las estanterías, el escritorio y el armario, que se encuentran repartidos por la habitación, también son del mismo color.



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En el texto hay: adolescentes, juvenil, amor

Editado: 11.03.2022

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