Mi teléfono comienza a vibrar dentro de la chaqueta de mi uniforme y aunque estoy en clase, y no debería encenderlo, me mata la curiosidad. Intento ocultar el teléfono debajo de la mesa y mi corazón comienza a latir rápidamente cuando veo de quién son los mensajes que aparecen en la pantalla.
No puedo evitar sonreír al ver lo preocupado que parece, se nota que realmente le importa lo que pueda llegar a pensar de él. Pero un momento... ¿Cómo ha conseguido mi número? Empiezo a ponerme nerviosa, pero me tranquilizo rápidamente al pensar que seguramente se lo haya dado mi hermano Bruno.
—Señorita Beaulieu — Escucho decir a alguien a mi lado.
Levanto la mirada lentamente para encontrarme cara a cara con mi profesor de Literatura.
—Sabe que está prohibido el uso del teléfono móvil en horario lectivo y también sabe lo que significa eso —Extiende su mano para que le de mi teléfono. Aunque no quiero, obedezco y se lo doy.
El profesor da media vuelta y le sigo con la mirada hasta su mesa, donde guarda mi teléfono en un cajón.
—Lorraine y Dennise necesitan a alguien que las ayude a limpiar después de clase y creo que ya tenemos una voluntaria —dice delante de toda la clase.
El timbre suena y el profesor da por terminada una clase a la que no he prestado nada de atención. Intento copiar rápidamente los apuntes de la pizarra, pero el profesor se da cuenta y borra todo antes de que pueda terminar.
No me molesta, porque seguramente Jessica haya copiado el resto. Recojo mis cosas rápidamente y mi intención es salir de la clase, para reunirme con mis amigas, pero su voz me detiene.
—Tengo que mantener una conversación con tus padres. No se preocupe por su teléfono, se lo hare llegar directamente a ellos.
—De acuerdo —le respondo guardándome todo lo que pienso sobre él.
Jessica me está esperando en el pasillo y se acerca rápidamente a mí cuando me ve salir de la clase.
—¿Qué te ha dicho ese capullo?
Le riño y le pido que baje la voz. La clase está al lado y seguramente puede escuchar todo lo que decimos.
Rodeo su brazo con el mío y salimos al jardín, a nuestro sitio de siempre. Zoé y Lucas ya se encuentran sentados en el césped e Isaac se nos une poco después. Veo llegar a mi antiguo grupo de amigos y se percatan de mi presencia. Travis le susurra algo a Sophie y se sientan muy cerca de nosotros.
—No me lo puedo creer —digo sin darme cuenta.
—¿Qué pasa? —pregunta Jessica y dirige su mirada hacia ellos—. No me fastidies, no había otro lugar que tienen que venir a molestarnos.
—Saben perfectamente que este es nuestro sitio —Aclara Zoé.
—¿Queréis que les diga algo? —nos pregunta Lucas.
—No, tengamos la fiesta en paz —les pido.
—Eso, no vamos a dejar que ese capullo te amargue el día.
Jessica sabe cómo sacarme una sonrisa, que pronto se me borra al ver como Travis une sus labios con los de Sophie. Es un golpe bajo por su parte y ha conseguido lo que quería, molestarme.
—Tengo que ir al baño.
Doy media vuelta y corro al interior del edificio. Dejo salir las lágrimas que estaba reprimiendo, llamando la atención de algunos alumnos que pasan por allí.
—¿Olivia?
Al escuchar su voz, me limpio rápidamente las lágrimas con las mangas de mi chaqueta. Marc está a mi lado y por la expresión de su rostro diría que está preocupado por mí.
—¿Estás bien?
Niego rápidamente con la cabeza.
Normalmente me preocuparía mostrar debilidad delante de alguien, porque así me ha educado mi madre. Los Beaulieu nunca muestran debilidad. Pero Marc me ha visto llorar y soy muy mala mintiendo.
—Ven aquí —No espera a que yo me mueva. Rompe la distancia que nos separaba y rodea mi cuerpo con sus brazos. Coloca su mano en mi pelo y lo acaricia con delicadeza.
Me quedo completamente paralizada, porque hace mucho tiempo que no recibo un abrazo de nadie. Puede que sea por eso también por lo que no aparto a Marc y dejo que me abrace, porque es lo que más necesito en este momento.
—¿Quieres que te lleve a casa?
Niego rápidamente con la cabeza.
—Gracias, pero no puedo. Estoy castigada —me muerdo el labio avergonzada.
—¿Castigada? —pregunta sorprendido—. ¿Qué has hecho?
—Mirar tus mensajes es lo que hecho.
—¿Y con que tortura medieval te han castigado? ¿Recogiendo la biblioteca, limpiando la sala de música...?
—Tengo que ayudar a Lorraine y Dennise a limpiar.
—Bueno, han sido buenos contigo. Esta tarde no tengo nada que hacer, ¿te apetece que cuando termines pase a por ti y hagamos algo juntos?
—Marc, ¿me estás proponiendo una cita?
—Sí. Bueno, si quieres claro... —se frota el pelo nervioso.
—Claro que me gustaría salir contigo —digo sin ser consciente de lo que significa eso.
Marc se queda igual de impactado que yo, pero no comenta nada más.
—Perfecto, entonces nos vemos esta tarde.