Solo un día más

Capítulo 3: Un día más

Inglaterra, Londres de 1846

Nov. 23

«Amelia, ¡bienvenida!»

Recordó sus palabras del padre Henry, por más repudio que sintiese, mientras se encontraba con este sus días eran calmos, porque él era el padre que siempre quiso tener.

—Padre, ¿y si usted perdiese su fe? —inquirió jugando con el collar que le otorgó, con su vestido rosado bebé y trenzas en sus cabellos.

Henry no respondió con palabras, se acercó y besó sus cabellos, levantó su rostro y se retiró, quedando ella en frente de la crucifixión, comprendió la intención de Henry y asintió dinámica, volteó hacia este.

—¿Puede hacer justicia por mí?

Nov. 28

Amelia terminó con su vida para dar oportunidad a otra, a su hermana menor, quien apenas tenía dos años de vida. Aquella noche sostuvo la cruz del Padre Henry, dándole valor y fortaleza, sabiendo que lo extrañaría en la otra vida.

Todas aquellas marcas en su cuerpo eran producto de los maltratos y abusos de su padre y madre; Amelia murió para descansar en paz.

Pero aquella noche, dispuesta a perdonar a quienes la hirieron, sintió el asco de sus padres, el agua entre su cuerpo, fundiéndose lentamente. Entonces recordó a Henry, él haría justicia por ella, pero nadie sabía la verdad; mientras todos seguían con su vida, felices, creció en ella un rencor profundo.

Y volvió a renacer.

 

Inglaterra, Londres del 2020

Nov. 24

Actualidad

—¿Pero qué sucedió con Hanna, la maestra? —preguntó escéptica, lamiendo su dedo índice.

—Esa es una historia aparte Lucía —la tomó de sus mejillas y la cariñó, Lucía palpó lo helado de su cuerpo, y por primera vez se fijó que su rostro, se encontraba pálido y con ojeras negras.

—Sobrevivió, ¿no es verdad? —comentó Benjamín, hermano gemelo y mayor de Lucía, de cabellos cafés y ojos celestes cual cielo despejado, con la tez pálida y labios rojos.

—¡Acertaste! —tocó su nariz con un dedo—, Hanna sobrevivió aquel día…

 

Inglaterra, Londres de 1993

Nov. 19

(Día en que Evolet desgarró el papel decorativo)

Hanna avanzó rápidamente, con el corazón en su pecho, esperando que Evolet se encontrase bien. No pudo ir tras ella cuando se dio cuenta de su inasistencia, debido a su trabajo como maestra.

Era una docente suplente.

No tenía idea de cómo era la normativa allí, la Directora no era vista ni por sus colegas, ni por estudiantes.

Abrió la puerta y cuando la observó caminó en su dirección. Tomó su brazo e hizo que la viese, mimó sus cabellos y sonrió. La abrazó y sus ojos prestaron atención al símbolo en la pared, conmocionada tras recordarlo, detrás de la cama; dio pasos hacia delante, con la intención de verlo mejor.

—Evolet… —volteó precipitada sintiendo una mirada penetrante en su espalda; no pudo gritar, pero cayó al suelo, cerró sus ojos. Cuando los abrió no había nadie allí. Se levantó y observó a Evolet nuevamente pero en la esquina del dormitorio.

Abrumada, desconcertada, abstraída. Se retiró del dormitorio sin poder decir algo. Era su imaginación, debía serlo. Siempre fue Evolet, no había nadie más.

Pero no bastó para quitarle aquella duda.

Buscó información acerca de la escuela Schneider y lo que encontró la perturbó más.

Cada 26 años una niña desaparece en lo que una vez fue el colegio católico Schneider, y sus cuerpos jamás son encontrados.

 

Inglaterra, Londres del 2020

Nov. 24

—¿Usted también se llama Hanna, verdad? —dijo Lucía con una mirada dudosa. Su corazón comenzó a latir precipitado, apretando la mano de su hermano, quien estaba acostado a lado suyo; la escuela Schneider había cerrado hace unos años, pero lo que asustó tanto a Lucía como a Benjamín era que se encontraban en él, sin nadie más de compañía que Hanna.

—Es verdad. Hanna, aquel día, el mismo día que hoy —tuvo un TIC en su ojo izquierdo—fue al dormitorio de Evolet…

 

Inglaterra, Londres de 1993

Nov. 24

…con una intención positiva, tras sentir la mano de un ser se asustó en su primer momento, pero entendía por lo que había atravesado, decidió apoyarla, ya que esta sabía lo que era la soledad y la pérdida de alguien.

O tal vez por compasión...

La aferró a ese sentimiento, y le otorgó el cuerpo de Evolet, que se encontraba en una esquina del dormitorio, llevándola a la laguna, que pocos encuentran, pero nadie vive para contarlo; para que su estudiante sintiese lo que una vez su hermana sintió, ya que esta desapareció en el colegio Schneider años atrás.



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En el texto hay: misterio, personajessobrenaturales, terror

Editado: 04.11.2020

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