Matthew — 30 de septiembre.
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Serví las cervezas, limpié las mesas y la barra, me sentía cansado. El local estaba a reventar, un mar de rostros sudorosos y voces animadas que competían con la música atronadora. Ni siquiera era viernes y el bar estaba a reventar.
Mis pies dolían por estar de pie desde la tarde, y mis manos estaban pegajosas por la cerveza derramada y el hielo derretido. Sin embargo, me esforcé por mantener una sonrisa en mi rostro, necesitaba ganar propinas, había libros que debía comprar para las próximas semanas.
De repente, una pelea estalló en una esquina del bar. Dos hombres borrachos se gritaban obscenidades, empujándose el uno al otro. La música no se detuvo, pero sí había muchos ojos que se posaron en ellos. Steven puso una mano sobre mi hombro y me sonrió de forma amigable.
—¿Por qué no te tomas un descanso? Yo me ocuparé de esto. —dijo mientras me guiaba a la salida trasera, me dio una caja de cigarrillos. —Unos 10 minutos estaría bien, pero puedes tardar 15. —me entregó un encendedor y cerró la puerta.
Reí, sabía que aquellos idiotas iban a recibir una paliza; encendí un cigarrillo y comencé a fumar, mis hombros que antes estaban tensos se relajaron poco a poco, revise la hora, 8:37. Decidí caminar por la zona, necesitaba despejarme, la universidad, los trabajos, la discusión que tuve con Hanna, lo que me dijeron Violeta y Rubí, todo me estaba dando vueltas, intentaba no prestarle tanta atención, pero todo lo referente a Hanna siempre me hacía sobre pensar. Caminaba por la zona hasta que escuché una charla justo antes de doblar la esquina.
—Es una idiota. —escuché decir seguido de un montón de risas. Me iba a dar media vuelta para no interrumpir, pero reconocí la voz de aquel idiota.
Me asomé, vi a Joshua rodeado de unas 6 personas, rápidamente me oculté y apagué el cigarrillo con mi zapato.
—El 10 del próximo mes me lo va a dar. —dijo Joshua.
—¿Y cuándo la vas a botar? —preguntó una chica.
—El mismo día, yo solo quiero ganar la apuesta. —dijo con arrogancia. —Le diré que no lo hizo bien, que me decepcionó o algo así. —habló con desdén.
—Yo tengo una mejor idea. —escuché hablar a otra chica. —¿Quieres doblegar la apuesta?
—¿Qué tienes en mente?
—Halloween. —hizo una pausa. —Todos los años haces una fiesta de halloween en tu casa, esta vez tendrás que hacerlo a lo grande, de esa forma podremos destrozarla.
—¿Por qué le tienes tanto rencor Leila? Es una buena chica, saca calificaciones decentes. —hablo un chico.
—¿Qué dices Joshua? —preguntó la chica ignorando las palabras que le dijeron.
—Me gusta esa retorcida cabeza tuya. —dijo con una risita de por medio. —Bien, doblego la apuesta. ¿Cuál es el plan?
—Para eso tendrás que grabar un bonito encuentro sexual Joshi.
La ira me consumía, sentía que podía explotar, y eso fue justo lo que hice. Los encaré, Joshua me miró con una mezcla de arrogancia y asombro, aun así no retrocedí.
—¿Qué es lo que vas a hacer? —pregunté con enojo.
—Uhm… Creo que ya lo escuchaste. —dijo con una sonrisa cínica y se encogió de hombros. —El bonito amor de tu vida será mía en su cumpleaños, ya planeé todo, robaré su tesorito...
Vi rojo. La ira que sentía era inhumana, tomé del cuello a Joshua y lancé el primer puñetazo dejándolo en el suelo, uno de sus amigos intentó meterse, pero recibió un golpe que lo hizo sangrar la nariz. Las dos chicas gritaron del horror.
Joshua intentaba protegerse con los brazos, pero era inútil, golpee su estómago, eso lo hizo quedar sin aire, él intentó lanzarme un golpe, pero lo esquive fácilmente, en cambio le metí otro golpe, esta vez en su rostro. Si ya tenía el labio partido, esta vez tenía la nariz partida, no sé cuando, no sé cómo, pero Joshua logro golpearme, me partió el labio, algo que me hizo escupir sangre.
Sonreí y me reí. Dejé a Joshua tirado en el suelo, su rostro tenía heridas y sangre.
—No sé quién de ustedes dos es Leila. —dije mirando a las chicas. —Pero si no fueras mujer, estarías ahí con él.
Con eso dicho encendí otro cigarrillo y me di vuelta. La adrenalina bombeaba por mis venas mientras me alejaba de la escena, dejando a Joshua y sus amigos tirados en el callejón. El sabor metálico de la sangre en mi labio roto me recordaba la furia que me había invadido al escuchar sus despreciables planes. Apagué mi cigarrillo que apenas y llegó a la mitad.
Al entrar al bar, el bullicio me envolvió de nuevo, pero ahora era un mero zumbido indistinguible. Me dirigí a la barra, donde Steven me esperaba con una mirada inquisitiva.
—Te di un descanso. —dijo de forma tranquila. —¿Qué ocurrió en tu descanso hijo? —preguntó señalando mi labio.
—Solo… un problema. —dije encogiéndome de hombros, él suspiró.
—Es hora de ir a casa Matthew.
No dije nada, solo asentí y fui a la parte de atrás por mis cosas, me despedí de Steven y salí del bar, el aire fresco de la noche me llenó los pulmones. Caminé a casa en silencio, repitiendo en mi mente las palabras de Joshua. No permitiría que nada ni nadie le hiciera daño Hanna. No después de lo que había escuchado. El único problema era que Hanna no quería verme.
Al llegar a casa, me miré en el espejo del baño. Mi labio estaba hinchado y partido, y tenía un pequeño corte en la mejilla. Me bañé con agua fría para apaciguar totalmente mi ira, me puse pijama y me senté en la cama, saqué mi teléfono.
Necesitaba hablar con Hanna. Necesitaba contarle lo que había escuchado. Marqué su número y esperé, conteniendo la respiración, no contestó, volví a llamar y pasó lo mismo, en la tercera llamada dejé que me enviara a buzón.
—Hanna, sé que no me quieres ver o hablar, pero es importante ¿Si? Llámame cuando escuches este mensaje.
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Editado: 09.11.2024