♡ :  CAPÍTULO III — SANGRANDO

Yang Seungmin estaba emocionado.

Era casi la hora. El estadio ya se estaba llenando con miles de espectadores, y con la multitud ya empezando a animar, tuvo problemas para mantenerse en calma. Éste no era un partido amistoso. Éste era el primer partido oficial de la temporada. Ésta era la Premier League de Barclays, la mejor liga de fútbol del mundo, y él iba a estrenarla como delantero izquierdo, en lugar de Jeongin. Finalmente.

Mientras se dirigían hacia el túnel, Seungmin miró a su hermano adoptivo. Apestaba que tuviera que mantener las apariencias y no pudiera sonreír ante la incomodidad de Jeongin. Él quería sonreír y regodearse, pero por supuesto que no podía; había cámaras por todas partes. Las apariencias eran importantes.

Él era el chico bueno y Jeongin era el malo de la película, o al menos esa era la opinión pública. Los chicos buenos no se regodeaban en la desgracia ajena. Algunos probablemente podrían considerar lo que él había hecho cruel, pero a Seungmin no le importaba.

En lo que a él concernía, no era nada que Jeongin no se mereciera. Ese pedazo de mierda siempre le había caído mal. Desde el primer momento en que sus padres adoptivos trajeron a Jeongin a la familia, a Seungmin le había desagradado enormemente. Él no había pedido por un hermano. No quería un hermano. Pero por supuesto, nadie se había preocupado por lo que él pensaba.

Los Yang estuvieron demasiado enamorados del pequeño muchacho de aspecto extraño como para preocuparse por la opinión de su primer hijo. Y eso fue lo que Seungmin había sido; él era el primero. Sus padres eran sus primeros, y él no quería compartir sus juguetes con ese enano escuálido que ni siquiera hablaba inglés o francés. Le desagradó Jeongin a primera vista y el desagrado era bastante recíproco, y, como se vió después, de larga duración.

Habían pasado casi quince años, sus padres adoptivos llevaban mucho tiempo muertos, pero la antipatía entre ellos solo había crecido con cada año que pasó. Ahora que ellos competían por cosas más importantes que juguetes, el deseo de Seungmin por limpiar el piso con Jeongin era más fuerte que nunca.

Por eso no pudo evitar sentirse un poco decepcionado ahora. Él esperaba que fuera más difícil robar la posición favorita de Jeongin en la cancha, pero todo había ido sorprendentemente bien. Había sido demasiado fácil. Él había pensado que Jeongin sería más que un desafío, pero esa pequeña mierda ni siquiera puso demasiada resistencia. Los extraños arrebatos en el temperamento de Jeongin durante el último par de meses, en realidad lo habían hecho demasiado fácil para él. A la luz del comportamiento de Jeongin, convencer a los medios de comunicación y al entrenador de que merecía jugar en la posición favorita de Jeongin fue un juego de niños.

Desagradablemente fácil.

—Espero que no estés enojado conmigo, Jeonginnie. —dijo Seungmin, incapaz de resistir la oportunidad de refregárselo.

Jeongin no dijo nada, así que Seungmin le lanzó otra mirada. El idiota de Jeongin se veía como la mierda. Estaba aún más pálido de lo normal, y los oscuros círculos bajo sus ojos lo hacían verse más viejo. Y esos extraños ojos verdes… había algo desconcertante en ellos.

—Oye, ¿Estás bien? —preguntó Seungmin, empujándolo con la mano. Jeongin no respondió— ¿Innie?

—Fantástico. —Jeongin dijo sin mirarlo— Nunca he estado mejor.

—Pero te ves…

—Guárdate tu falsa preocupación, Seungmin. —Jeongin dijo inexpresivamente— No estoy de humor para tu mierda.

Esa era otra cosa molesta. En lugar de estar irritado por el hecho de que Seungmin había conseguido su posición favorita, parecía que a Jeongin no le importaba.

Aunque Jeongin había estado viéndose como la mierda durante el último par de semanas, Seungmin sabía que no era por su culpa.

—Es hora de salir, muchachos. —el entrenador dijo, y ellos caminaron por el túnel hacia la cancha.

Seungmin mantuvo un ojo en la cara tensa de Jeongin. Cuando se dio cuenta de que algo cambio en la expresión de Jeongin, Seungmin siguió su mirada hasta el médico del equipo sentado en el área técnica. Sus ojos se detuvieron en el Dr. Hwang.

Como siempre, Seungmin no pudo evitar quedarse mirando. Hwang Hyunjin tenía que ser el hombre más atractivo que había visto nunca. Cabello oscuro, profundos ojos azules, y una mandíbula fuerte con una ligera barba. Como si tener un hermoso rostro no fuera suficiente, el hombre era alto y tenía hombros increíblemente amplios y brazos fuertes.

Era alucinante que un hombre tan guapo fuera soltero. El rumor era que él era gay, pero probablemente fuera una mentira. En parte para molestar a Jeongin, que siempre actuó como si el Dr. Hwang fuera de su propiedad, y en parte porque Hyunjin era atractivo como el infierno, Seungmin había intentado coquetear con el hombre, pero era en vano.

Una pena.

Y era una lástima que el hombre estuviera renunciando al trabajo. Los exámenes físicos iban a ser mucho más aburridos ahora.

El silbato finalmente sonó, indicando el comienzo del partido, y Seungmin empujó al Dr. Hwang fuera de su mente y se perdió en el juego. Los primeros veinte minutos estuvieron bien. Seungmin lo estaba haciendo genial; la mayor parte de los ataques iban hacia él, y si no fuera por alguna mala suerte, él habría marcado al menos dos goles ya.

Pero, de pronto, Jeongin le estaba empujando a un lado e interceptando un pase que iba hacia él.

—¡¿Qué carajos?! —gritó Seungmin— ¡Se supone que debes jugar en el ala derecha esta noche!

Jeongin le dio una mirada venenosa.

—Piérdete. Esto es mío. ¡Mío!

Seungmin se volvió hacia el entrenador y señaló a Jeongin.

—¡Haz algo!

Con el ceño fruncido, el entrenador comenzó a gritarle a Jeongin para que volviera al ala derecha del campo.

Ignorándolo, Jeongin corrió hacia los defensores y dentro del área, causando confusión y caos. Él esquivó al arquero y clavó la pelota en el ángulo superior derecho. La multitud rugió, pero Jeongin no celebró. Tampoco lo hizo nadie más; Jeongin había conseguido cabrear a todos sus compañeros de equipo en el último par de meses.