Lunes; 20 de Octubre. Instituto de Virginia “The españoles of Madrid”.
Willow trataba de encontrar la manera más gentil pedirle a Cason que cerrara la boca, era poco decir que estaba cansada del incesante parloteo de su amigo, quien parecía dispuesto a contarle su experiencia con los condones que brillaban en la oscuridad.
—Estaba cómo, oh mierda eso no va entrar completo en mi boca, después de decidir cuáles eran mis verdaderas prioridades (una de ellas era chupar su jodido pene), le dije que era mejor que lo hiciéramos en otro momento, por supuesto no lo volví a llamar. Después de eso me di cuenta que si no fuese por ese condón no hubiese sabido que podría jodidamente estar muerto ahogado gracias a una felación en la oscuridad. Muy turbio—Terminó de contar Cason como si estuviese hablando del clima, Willow quien estaba caminando a su lado masajeando sus sienes habló—Cielos, al fin acabaste.
—No es cierto, nunca llegué hacerlo, ni siquiera quise darle una mamada, ¿cómo diablos piensas que eso pudo haber sido posible?, parece que no prestaste atención—Soltó ofendido Cason.
—No me refería a eso, Cason. —La rubia aclaró antes de sentarse en una de las mesas que estaban al aire libre, la misma mesa en donde se sentaba la mayoría de días con sus amigos. Siempre estaban allí antes que ella sin embargo esta vez ninguno la esperaba.
—Parece que llegamos temprano.
— ¿Has sabido algo de Alessandro?
— ¿De Mr. Creepy?, no, de hecho ni siquiera respondió el mensaje que le envíe ayer.
Rodé los ojos por el recién inventado apodo, Cason le gustaba ponerle apodos tontos a Alessandro, hace nada se habían conocido pero para Cason no era motivo suficiente como para no darle un apodo estúpido o molestarle.
Mordí la manzana de mí bandeja antes de decir algo al respecto, en serio Cason me daba jaquecas al abrir su boca, inclusive si era algo irrelevante.
Cuando sentí unos brazos tomarme por los hombros me volteé sabiendo quién era.
—Martínez. —Saludé a la chica morena tras de mí.
—Hola preciosa—Besó su mejilla con rapidez y sentó a un lado de Willow que seguía comiendo de su manzana.
— ¡Ember!—Le llamó feliz el muchacho desde el otro lado de la mesa.
—Cason hice unas cosas muy interesantes con Hollyn el domingo, puede que haya usado los juguetes que me dijiste la otra vez—Habló picarona la morena.
—Por favor, alguien aquí sigue siendo muy heterosexual. Así que no hablen cosas muy gais en frente de ella, gracias.
En cuanto Ember y Cason se juntaban solían tener conversaciones de esta clase, solo Dios sabe la cantidad de cochinadas que hablan estos dos homosexuales cuando no estoy cerca para recordarles que existen líneas que no pueden cruzar frente a mis narices.
— ¡Oh, vamos! ¡No arruines nuestra charla rutinaria con tu aburrida heterosexualidad!—Reprochó Cason con ambas manos sobre la mesa.
—Oye Ember, ¿tienes idea de dónde está Hollyn o Ale?
—Olly dijo que hoy no asistiría a clases, de Alessandro no he sabido nada de él en un par de días.
—Solo somos nosotros tres hoy, todos odian el instituto pero es basura cuando no están todos nuestros amigos aquí, lo que lo hace el doble de horrible.
—Cason ni siquiera compartimos clases. Solo nos vemos en el almuerzo y en el desayuno—Solté como si fuese lo más obvio del mundo.
—Willow puedes de dejar de arruinar mis ilusiones, quiero seguir soñando con qué nos vemos muchas veces al día en el instituto.
Ember me dio una mirada con una sonrisa a boca cerrada y bebió de su zumo de naranja.
—Lo sé pero me gusta recordártelo. Es lo mejor hacerte sufrir, tonto.
Florian.
Recibió una que otra advertencia de su padre antes de emprender su rápido viaje al escondite del cual disfrutó maravillosos días, se subió a su camioneta y arrancó el vehículo.
El cielo estaba cubierto de nubarrones y las calles no se veían abarrotadas de personas como en el día a día del pueblo de Virginia, el tráfico era regular por lo que no le tomó mucho tiempo en llegar al lugar abandonado, el mismo se ubicaba un poco más allá de una gasolinera a la que muy pocos autos recurrían para llenar sus tanques, el lugar estaba repleto de árboles y maleza, con senderos recubiertos de muchas clases de árboles. Era muy fácil perderse por aquí sino conocías de memoria los senderos.
Cuando pasó la gasolinera, se dio cuenta que esta vez no había nadie allí y tampoco lo había dentro de la pequeña tienda con el gran cartel neón “24HRS”, de inmediato pensó que debían haber cerrado por mantenimiento o por alguna otra razón que no estaba dispuesto a averiguar. Cinco minutos más tarde aparcó el coche a un costado de la carretera y se bajó del auto, tenía que tomar el resto de camino a pie desde allí.
Tatareó la canción de ‘Come get your love’ hasta toparse el almacén abandonado, siendo atrapado por un déjà vu. Había tatareado la misma canción antes de tener cierto conflicto con Alessandro.
Editado: 12.09.2021