Somos almas destinadas a lastimarnos.
Lo llevamos en la sangre, lo llevamos en la piel.
Parece que amarnos ya es algo de antes,
ya muchos olvidaron como se debe sentir.
Y vamos matando lo que alguna vez fue bueno.
No hablo solo de árboles ni de oxígeno, no.
Hablo de ignorar a un niño que llorando en la calle nos mira
a los ojos y nos pide ayuda.
Hablo de ese anciano que carga sus propias batallas y
espera en tí a un nuevo héroe.
Hablo de ese abuelo que nos mira con orgullo, con sus ojos
a borde del llanto y siente que no ha vivido en vano. Ese
abuelo que ama contar su pasado, pero que ignoramos por
creer demasiado valioso nuestro "presente". Y él lo
entiende, y se ríe. Y calla.
Hablo de esas personas que aún ven mariposas donde
otros sólo ven cuervos y aún sí son considerados locos.
Hablo de paz, una palabra que tal vez algún día ya no
aparezca en el diccionario.
Hablo de guerra, una palabra capaz de aplastar tanto
Hablo de mirarnos un rato y darnos cuenta que amar no es
tan difícil si aprendemos a aceptar lo que viene después.
Hablo de creer en que el mundo se salva si nosotros nos
salvamos de él.