Susan paseaba por los largos e interminables pasillos de su casa; tan grande y lujosa, pero le parecía tan vacía y triste. Hace diez años que vivía allí, en una provincia con su esposo, un importante y adinerado conde, el Sr. Walker. El era justo el hombre con el que su padre deseaba casarla, rico e importante. Pero nada familiar, pasaba todo el tiempo con sus invitados y amigos con los que iba de pesca o de caza, según la temporada.
Aparentaba tener una vida perfecta ante los ojos de aquella sociedad. Lo más importante era casarse joven y con un buen hombre, rico y de alta sociedad. Se caso a los veinte, hace ya diez años. A ella no le importaban ni el dinero ni los lujos, ella quería amor, aquel amor que solo había sentido una vez en toda su vida. Si tan solo hubiera tenido hijos tal vez su soledad no sería tan grande. Sus amigas llevaban a sus hijas a las tiendas a comprar elegantes vestidos y hermosos sombreros. Les enseñaban a tocar piano, guitarra y a bailar, a como tomar el té correctamente y reírse con elegancia. Todos los días las preparaban para que cuando las presentaran en sociedad fueran perfectas. Otras madres les escribían cartas a sus hijas en la Ciudad, a donde las mandaban a estudiar. Sin embargo ella no tenía nada de eso, solamente el gris recuerdo de un amor. Y así poco a poco, en la soledad de su mansión, se fue apartando de la gente.
Caminando por su casa las sombras la seguían a todas partes, las sombras de aquel amor tan profundo que hace quince años vivió en la ciudad. Cada parte de su casa parecía guiarla a sus viejos recuerdos. Las sombras le susurraban fuertemente a su corazón, que latía tristemente por su amor perdido. En cada esquina se encontraba tallado su nombre. De pronto escucho el timbre, y luego una voz bastante familiar, podría ser?....