El día más temido de Susan había llegado. Le tocaba aprender a montar caballo. Era importante que aprendiera pues muchos de los paseos realizados en la sociedad eran a caballo; aunque a ella no le importaba en lo absoluto ir a pie. Gracias a la posición económica de su padre le pusieron un maestro privado, y según las demás chicas “el mejor del País” decían entre risitas. Susan no entendía que significaba esto, pero algo sabía y es que nadie la iba a obligar a subirse a uno de esos animales ¡Jamás!
Estaba decidida a enfrentare a su maestro. Cuando lo vio aproximarse con el caballo respiro profundo para dar su discurso. Todo el aire se le salió de asombro cuando vio al chico de dos días atrás. “No creí que dar clases de montar estuviera en tus muchos trabajos” dijo pesadamente. No le importaba que fuera él o cualquier otro, no cabalgaría nunca.
El solo sonrió. Esto la irrito mas, que acaso ese chico no se molestaba con nada.
Susan asintió con indiferencia. El continúo.
Susan se hizo para atrás. No quería acercarse a Bru, tal vez no era tan divertido como su nombre. Toni vio que estaba asustada así que puso a Bru a que se sentara, lo cual hizo inmediatamente. Tomo la mano de Susan y la acerco tranquilamente hasta la nariz del caballo. “no te hará daño si tu no le haces daño” Después de un rato vio que los caballos no eran tan malos después de todo. Toni le dijo que si Bruselas la consideraba su amiga le obedecería. Así que en esa clase le enseño a cepillarlo y darle de comer. Estaba molesta consigo misma por que ahora le gustaban los caballos. Su orgullo no lo soportaba. Se despidió de Toni con un seco adiós y se fue sin voltearlo a ver. “Adiós” dijo el amablemente.