Susan no era muy tranquila que digamos, no tenia paciencia para casi nada y se desesperaba fácilmente. Por ser criada como hija única no entendía que las personas eran diferentes y tenían su propio rito. Le gustaba leer en sus tardes libres, pero tenía que ir a su clase de montar los lunes, miércoles y viernes por la tarde. A pesar de que el lunes no había estado tan mal hoy no tenía ganas de ver a nadie. Mucho menos a ese simpático chico que sonreía por todo. Como podía estar tan feliz siempre, nada parecía incomodarle. Resoplando y alegando se dirigió a la caballeriza. Cuando llego Toni ya estaba allí con Bruselas.
Susan se encogió de brazos y fue a traer la silla sin muchas ganas. Después de ponerle la silla a Bru, Toni la hizo hacer ejercicios de respiración.
Susan apenas si le prestaba atención, a ella también le aburría estar allí. Repitió las palabras de Toni en su mente para ver que le había dicho. Se detuvo, cabalgar, despacio, campo. ¡Tendría que cabalgar y en el campo! ¡Cómo era posible!
Definitivamente se había alterado, Toni estaba loco o qué, la dejaría salir a cabalgar sola, no podía creerlo.
Toni insistió en que se subiera tranquilamente. Ella se subió, no podía creer lo que estaba haciendo. Ni en sus sueños más locos había imaginado algo así. En su interior odiaba el no poder negarse, aun contra su voluntad esta subida en un caballo, ella misma se había subido. Toni se subió detrás, le dijo que tomara las cuerdas y empezaron la marcha tranquilamente.
Él le dirigía los brazos moviéndole suavemente los codos a la dirección donde debía mover las riendas. El paso al que iban era lento, generalmente Susan ya se habría desesperado pero esto era emocionante. A Susan le parecía genial ir a esa altura, parecía que hasta podía ver a mayor distancia. Ahora entendía porque Toni le había dicho que tenía que tener paciencia para cabalgar, pero todo esto valía la pena si un día podría correr velozmente.
Durante el camino peso en qué pensaría su papa si la viera ahora. Tan cera de un chico de menor categoría, probablemente le daría un infarto o algo peor. Por eso decidió no darle muchos detalles de su instructor en las cartas. Toni no se parecía a sus “amigos” ricos. Estos eran arrogantes y orgullosos, o simplemente muy superficiales. En cambio Toni era amable, gentil, respetuoso, lo cual era muy importante, y tenía esa sonrisa que era especial. Pensaba en todo esto cuando Brúcelas se detuvo. “yo no fui” dijo rápidamente. Toni le dijo que ya habían llegado, llevaban bastante tiempo cabalgando. Esto era cierto Susan tenía las riendas marcadas, y las manos rojas de tan duro que las sostenía.
Se bajaron del caballo para ver el atardecer. Era un espectáculo hermoso. Susan nunca le había puesto tanta atención, todo se miraba tan bonito. “No importa cuánto te enojes, pelees o patalees el atardecer siempre va ser igual, entonces es mejor detenerse, respirar y disfrutarlo, después de todo no nos cuesta nada”
Estas palabras la dijo Toni mientras observaba perdidamente al atardecer. Sus ojos claros se iluminaban con la luz del sol y su cabello sacaba pequeños destellos. “Valla que es lindo” pensó Susan, “se ve tan lleno de paz y serenidad, ¿porque yo jamás me he sentido así?” Susan sabía que algo le faltaba dentro de sí, en el fondo ella jamás había estado conforme con su vida, a pesar de tener todo lo que se puede desear, pero no encontraba lo que le hacía falta. Esperaba algún día ser feliz y tener esa paz.