La noche había caído por completo sobre el mundo, y con ella, la oscuridad que Yuna ahora abrazaba completamente. El horizonte estaba en ruinas, pero para ella, era un nuevo comienzo. Sabía que el mundo fuera de la fortaleza estaba esperando ser reclamado, pero esta vez, lo haría bajo sus propias reglas.
El psíquico la seguía de cerca, pero ahora, Yuna ya no lo veía como una guía. Él era simplemente una parte del caos que ahora controlaba. Su relación ya no era de mentor y discípula; era de iguales, ambos sabían lo que vendría.
—Este es tu verdadero destino, Yuna —dijo el psíquico, rompiendo el silencio—. Lo que hiciste aquí es solo una sombra de lo que puedes lograr. El universo está lleno de lugares como este, llenos de aquellos que no entienden el poder que llevas. Pueden resistirse, pero al final, todos caerán bajo tu control.
Yuna no respondió de inmediato. Sabía que el poder que había desatado sobre la fortaleza era solo el comienzo. El mundo era vasto, y había tanto por destruir, tanto por reclamar. Pero algo en su interior aún luchaba con la idea de lo que vendría.
—¿Por qué seguir adelante? —preguntó finalmente, su tono más frío de lo que había esperado—. He destruido todo lo que conocía. ¿Qué queda?
El psíquico la observó, su mirada oscura pero expectante.
—Queda todo. El poder no tiene fin. Lo que hiciste aquí fue solo una chispa. Hay otros que desafiarán lo que eres, que intentarán detenerte. Eso es lo que te espera. Destrucción, creación, y luego, control absoluto.
Yuna volvió a mirar hacia el horizonte. Sabía que lo que el psíquico decía era verdad. El caos era infinito, y su destino estaba en ese abismo. El poder que había liberado no la abandonaría, y ahora que lo controlaba, era parte de ella.
—Entonces seguiré adelante —dijo finalmente, su decisión tomada—. No hay más por lo que luchar aquí.
El psíquico asintió, satisfecho.
—El próximo paso es más grande. Más oscuro. Pero estás lista.
Yuna dio un paso hacia el borde del abismo, dejando atrás lo que quedaba de su humanidad y su conexión con el mundo. El precio había sido pagado, y ahora, todo lo que quedaba era el poder que la consumiría por completo.
La noche parecía abrazarla mientras desaparecía en las sombras, seguida de cerca por el psíquico, quien observaba con satisfacción cómo su creación finalmente aceptaba lo que siempre había sido. El mundo estaba en ruinas, pero Yuna ya no veía eso como un final. Lo veía como el comienzo de algo mucho más grande.
Y así, mientras el horizonte se oscurecía por completo, Yuna dio el primer paso hacia el nuevo caos que estaba destinada a desatar.
El mundo pronto conocería el verdadero significado de la destrucción.