Sombras del Engaño

Capítulo 10. Las piezas del rompecabezas

El motor del auto rugía sobre la carretera solitaria, y aunque Elina intentaba mantener la vista fija en el horizonte, su mente viajaba hacia otro lugar. La llamada de Amara resonaba una y otra vez en su memoria.

"Encontramos algo. Es sobre tu madre."

Había algo en la forma en que lo había dicho, algo quebrado. Como si lo que habían descubierto no solo confirmara las sospechas que venían acumulándose en silencio, sino que las sobrepasara.

Mark conducía sin decir palabra alguna, mientras mantenía sus nudillos blancos sobre el volante. Tenía el rostro curtido por la tensión y el cansancio, siempre mantenía la mirada fija en el camino, pero se mantenía alerta a cualquier cambio a su alrededor, habán pasado por tanto peligro las últimas semanas, especialmente los últimos días que llevaban fuera de la ciudad, se miró rápidamente en el espejo del auto, aún llevaba restos de polvo de la mina en las mangas de su chaqueta. Elina lo observó de reojo. Había estado con ella en cada paso, en cada situación de peligro ectrema, en cada pista. Incluso cuando todo parecía perdido.

Ahora su responsabilidad era mantener a Owen, Amara y Mark a salvo de la red asesina de Evan y cuantas más personas fueran surgiendo en el camino que quisieran eliminarlos del mapa.

Elina trató de relajar sus pensamientos y mantenerse tranquila por unos instantes, debía pensar fríamente su siguiente paso, aun quedaba mucha investigación por delante, y quien sea que los estuviera siguiendo además de Evan y Raphael estaban un paso adelante de ellos.

—¿Crees que Amara y Owen encontraron algo real? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio que los envolvía desde hacía kilómetros.

—Si ella dice que es importante... lo es. Y si tiene que ver con Dalia, no podemos ignorarlo —respondió Mark.

La cabaña donde habían quedado encontrarse apareció minutos después, encaramada al borde de un acantilado, el mar golpeando con furia las rocas abajo. Era una construcción vieja, pero discreta. Uno de los pocos lugares que aún no aparecía en los mapas digitales.

Owen les abrió la puerta antes de que tocaran. Tenía la expresión tensa, y en cuanto los vio, les indicó que entraran rápido. Dentro, Amara estaba agachada junto a una mesa improvisada. Papeles, fotografías, cartas amarillentas y planos cubrían toda la superficie.

Elina entró con paso firme, aunque sentía las piernas de plomo, en un instante estuvo a punto de desplomarse sobre el frío piso de madera, pero sintió unas manos que la sujetaron firme antes de siquiera inclinarse.

Mark, que no había apartado la atención de Elina, la miró preocupado.

Elina sólo sonrió con pesar y le agradeció.

—¿Estás bien? Deberíamos descansar, especialmente tú Elina. No has comido absolutamente nada en varios días.

—Estoy bien, Mark —. Mark simplemente asintió y fijó su mirada sobre el nublado y frío paisaje que se mostraba a través de la ventana.

—¿Qué encontraron? —. Prosiguió Elina mientras se frotaba las sienes con sus dedos.

Amara la miró en silencio por un segundo. Luego tomó una fotografía en blanco y negro y se la tendió. Elina la miró. Su madre, Dalia Ricci, mucho más joven, de pie en un pasillo de roca tallada, junto a una puerta metálica con un símbolo que reconocía al instante: el mismo que habían visto tallado en los túneles abandonados de la mina.

—Es real —susurró Elina—. Ella estuvo allí. Todo este tiempo lo supo.

Amara asintió, cruzándose de brazos—. No sólo lo supo. Ayudó a construirlo.

—Lo sé —. Elina dejó la fotografía junto a los demás archivos y sacó unas carpetas de su bolso.

Colocó una carpeta frente a todos. Owen tomó una hoja del interior: era un plano detallado de la mina, con varios accesos señalados. Uno estaba marcado en rojo.

B-7.

—Encontramos esta anotación —dijo Owen—. "No permitir que el acceso B-7 sea reabierto. Si lo encuentran, la verdad saldrá a la luz."

Mark se acercó a observar el plano—. Nosotros estuvimos cerca de esa sección. Raphael hizo explotar los túneles, ahora me queda claro que era para sellarlo. No quería que llegáramos, por esa razón que nos siguió hasta la mina y asesinó a Lucía, sabía que Lucía nos daría más información y te haría detener toda la red en la que Evan está metido junto a Raphael.

—No solo eso —intervino Amara, empujando otra hoja hacia ellos—. Encontramos esta carta. Firmada por alguien con las iniciales R.M.. Está dirigida a un contacto desconocido. Podría investigar con alfunos contactos e igualmente Mark podría acceder a la base de datos de las agencias de investigación, pero pondríamos en riesgo a muchísimas más personas, o bien, nos encontrarían antes de atrapar a Evan Adler.

Elina la tomó con manos temblorosas.

"Elina no debe saber. Si se entera, destruirá todo lo que hemos construido. La conexión entre su madre y la Fundación debe seguir enterrada. Si Mark habla, actúa. Sin vacilar."

El mundo pareció detenerse un segundo.

Mark miró a Elina, pero ella no podía apartar los ojos del papel. Era una amenaza. Una orden. Raphael había escrito esto. Había estado siguiéndolos desde el principio. No por lo que sabían, sino por quiénes eran. Porque realmente aun no sabían mucho, su investigación para resolver el sinfín de misterios y aclarar la muerte de su padre y su hermano era corta.




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