ERIK
Recuerdo que ese día estaba emocionado por el partido de basketball que tendría en la tarde.
Me levanté temprano y tomé un tazón en donde servi un poco de mi cereal favorito y leche, desayuné eufórico y regresé a mi
habitación en busca de mi mochila pero terminé chocando con ella.
-Mamá y papá se fueron temprano así que tendrás que prepararte el desayuno -expresé frío.
Esas fueron las últimas palabras que le dediqué a Miriam mi hermana menor.
No recuerdo como estaba o que vestía, si me respondió o solo me vio de lejos, si se despidió de mi en silencio o me ignoro
igual que yo, no recuerdo y se que nunca lo haré porque no le preste atención y la dejé sola.
Ese día llegue tarde después de celebrar con mis amigos el haber ganado el partido de basketball centrándome tanto en mi que
ni siquiera me di cuenta de la carta que mi hermana había dejado y continúe como siempre, me bañe y cambie, vi televisión y
cuando mi madre regresó del trabajo con una sonrisa y muchas bolsas del supermercado.
-¿Y tu hermana? -preguntó cansada.
-Debe estar en su habitación -respondí impersonal.
Mi madre asistió y después de guardar todo en el refrigerador subió al cuarto de Miriam.
Aún recuerdo el taconeo de mi madre en las escaleras marcando la cuenta regresiva antes de que un grito desgarrador
silenciara la casa.
Subí deprisa las escaleras abriendo la puerta con inquietud sin imaginarme lo que estaba al otro lado, Miriam tendida en su
cama con un corte en sus muñecas, el rostro pálido y enmedio de un charco de sangre.
Mi hermana se había suicidado y tal vez la hubiera salvado si hubiera llegado más temprano, si hubiera ingresado a su
habitación, si hubiera demostrado más interés en ella.
Después de ese día el castillo de arena en el que vivía se desmoronó sobre mi sin darme la oportunidad de hacer algo al
respecto convirtiéndome en un espectador de mi madre hundida en la depresión y mi padre en el alcohol para luego divorciarse
terminando por desechar los pocos pedazos que quedaban de nuestra familia.
Mi madre compró una casa nueva en otro lugar al que nos mudariamos después de vender la casa en la que había crecido, la
casa que contenía todos los recuerdos de Miriam, los recuerdos de nuestra familia y aún así no hice más que empacar
tragándome la impotencia mientras guardaba mis cosas en cajas encontrando en el proceso la chaqueta que siempre usaba
dentro de uno de los cajones de mi escritorio.
No comprendí que hacia ahí pero cuando busqué en sus bolsillos hallé la última carta que mi hermana me dejó contándome el porqué de su decisión.
No recuerdo como o cuando porque el siempre estuvo ahí gracias a la amistad que compartían nuestros padres.
Jack era como mi hermano y no dude en invitarlo al cumpleaños 15 de Miriam como su regalo de cumpleaños al ser consciente
del amor secreto que le profesaba.
Esa noche Jack bailó con ella y después de una velada perfecta la invito a salir para tiempo después convertirla en su novia.
La carta hablaba de un video que Jack difundió causando que la molestaran hasta obligarla a terminar con su vida como única
opción.
Camine hasta la habitación de Miriam y busque su laptop en los cajones sin imaginarme que ver ese video sería el principio de
mi fin.
Nunca olvidare lo que vi ese día las náuseas que sentí mientras mi pecho se comprimía preso de la rabia y la decepción, la
realidad de saber que le fallé a todas las personas importantes en mi vida fue el detonante que me hizo destruir la habitación de
mi hermana caminando con desespero hasta el despacho de mi padre dónde solía guardar un arma en la caja fuerte.
Cautivo de un sueño o mejor dicho una pesadilla cite a Jack con la mente en blanco llevándolo con engaños a la casa
abandonada a la que sabíamos ir de niños junto a Miriam, golpeándolo sin reparo tratando de aliviar la culpa que me
atormentaba.
El único culpable fui yo por no cuidar de Miriam, por confiar en la escoria de Jack.
Tome el arma obligándolo a confesar lo que había echo mientras lloraba y rogaba por su vida para grabarlo con mi celular y
mandar el video a mi madre.
-Moriré después de ti.
Apunte el arma a su cabeza y los recuerdos de mi hermana vinieron a mi mente como una ráfaga de culpa, rabia, frustración y
tantas emociones agobiantes que desaparecieron mágicamente al jalar del gatillo.
Cerré los ojos sintiendo un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo y me resistí a ver lo que había echo hasta que el sonido de
las sirenas de policía y la voz de mi madre me devolvió a la realidad, abrí los ojos y vi que mi falta de experiencia o tal vez mi
falta de valentía evitaron que vengara a mi hermana.
El disparo hirió su hombro derecho aunque no era de gravedad o eso dijo mi madre algo aliviada antes de que me metieran a la
patrulla y me llevaran arrestado.
Me quede en esa celda sin nada que decir recordando cada maldito momento que pase con Miriam hasta el día de su muerte, cada risa, llanto y enojo.
Sabia que era mi culpa y aunque Jack confesó toda la verdad y los culpables quedaron presos
incluyendome nunca sería suficiente porque ella ya se había ido y no volvería jamás.
Un año paso después de éso y logré salir por buen comportamiento y una apelación que presentó mi madre llevándome lejos
de ahí con intenciones de que olvidará lo sucedido; Nos mudaremos aún lugar tranquilo, prometió ella muchas veces en sus visitas
y ahora no había dejado de repetir lo mismo mientras conducía su auto de camino a la nueva morada encontrando él camión de la mudanza frente a la entrada bajando los muebles a una casa vacía que se
convertirá en mi nueva prisión , porque así me sentía, encerrado en una prisión desde la muerte de Miriam.
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Editado: 07.11.2023